Desde el 2015 hasta la actualidad, tras la aprobación de la ley de movilidad jubilatoria y la eminente devaluación, el haber mínimo de las jubilaciones perdió un 8,50%. Sumado a ello, el aumento de las tarifas y las dificultades en el Pami, los jubilados perdieron más que su dinero.

“Nosotros los jubilados estamos de paro constante, hay muchos que han parado de vivir, se les agota la vida por lo ingresos, no tienen para medicamentos y comen mal”, expresó el titular de la Mesa Coordinadora Jubilados y Pensionados de Rosario, Ernesto Sosa para describir la situación de lo jubilados en la actualidad.

Claro es el panorama, pero poco alentador para los trabajadores de la tercera edad que, desde el 2008, sufrieron las modificaciones en las jubilaciones y pensiones que tenían por ley un incremento garantizado dos veces por año -en marzo y septiembre- pero que, con la nueva ley de movilidad jubilatoria, la mínima perdió 8,50%. Es decir, casi $740 mensuales, considerando la jubilación mínima de $8.636 en el mes septiembre de 2018.

«La palabra jubileo que se entendía como disfrute, ahora pasó a ser una condena»

Por otro lado, si tenemos en cuenta la devaluación de la moneda de los últimos meses, la jubilación mínima medida en dólares se encuentra en su punto más bajo de los últimos cinco años. Tal es así que, este año llegó a 229 dólares, siendo que en el mismo mes de 2017 se ubicaba en 312 dólares. Mientras que en 2015 estaba en 367 dólares. A eso, hay que sumarle una inflación que no para de subir.

Asimismo, de acuerdo a los cálculos de la Defensoría de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires, los aumentos en los precios de los alimentos, medicamentos, y servicios de la vivienda, la canasta básica de los adultos mayores o jubilados ya vale $ 21.127, una cifra muy lejana a los 8.636 pesos que cobra más del 65% de los trabajadores jubilados.

«Hay que elegir si compramos un medicamento o comer»

La preocupación abarca a todos los jubilados quienes a la vez piden que «los activos» colaboren «peleando por sus derechos». «Si no lo hacen desde ahora, va a llegar un momento en el cual nadie se va a poder jubilar», afirmó Sosa en diálogo con Conclusión.

«Nosotros queremos ser independientes y libres, no queremos tener el auxilio de un familiar. Queremos vivir con un ingreso digno que hoy no existe porque nos sirve para vivir diez días y hay que elegir si compramos un medicamento o comer», se lamentó el trabajador jubilado.

El Pami y sus numerosas intervenciones

Hace unas semanas un conflicto entre el Pami y las farmacias puso en vilo la salud de los viejos. Es que el organismo nacional mantiene una deuda millonaria con los laboratorios, lo que puso en riesgo la venta de los medicamentos a jubilados. Aunque las falencias de la prestadora, son históricas.

“Nosotros los jubilados estamos de paro constante, hay muchos que han parado de vivir»

Desde su creación en mayo del 1971, el Pami pasó por todas las etapas, tantas como los 25 interventores que pasaron en 41 años de los 47 y las sucesivas decisiones dispuestas por los gobiernos de turno, que lejos de avanzar retroceden cada vez más.

«El Pami parece un paraíso fiscal, donde los fondos son usados para mantener compromisos de clientelismo político, aunque se lo quiera disimular con un discurso de austeridad», expresó Sosa.

«La unión hace a la fuerza», el ideal de los Centros de Jubilados

En la Argentina existen más 5.000 centros de jubilados. Los mismos surgen con el objetivo es proveer a los adultos mayores de herramientas para evitar la dependencia del Pami o el Anses  en algunos tramites que pueden hacerse en cada una de las sedes, además de la posibilidad de capacitarse, autogestionarse y poder tener un rato de esparcimiento.

En otros casos, los centros sirvieron como lugar de reunión para que los jubilados puedan luchar por sus derechos. Ese es el caso de Charly Abruzzo, un jubilado de 63 años, integrante de la Comisión de Jubilados de la Asociación de Empleados de Comercio (AEC).

En diálogo con Conclusión Abruzzo sostuvo que se reúnen para «hacer un frente único y que se contagie a nivel país». «Es una área muy difícil pero tenemos que hacerlo si queremos cambiar la situación. Total no corremos el riesgo de que nos echen o nos suspendan de ningún trabajo», enfatizó Charly.

«El Pami parece un paraíso fiscal, donde los fondos son usados para mantener compromisos de clientelismo político»

En ese sentido, el jubilado que a la vez, se consideró un militante por la causa, aseguró que la situación «es totalmente alarmante». «Hay compañeros que hacen una comida diaria y otros que no llegan. Si no fuese por un familiar o algún vecino que le acerca un plato de comida, esta difícil», contó.

Y concluyó: «Nos ven como algo descartable, como ya no aportamos más, nos ven como que no tenemos que disfrutar lo que nos hemos ganado. Trabajamos toda la vida, no nos merecemos esto»