En un desolado paraje de la Puna, llamado Susques, al Sur de Jujuy se levanta la base de operaciones de la empresa Lithium America, presidida por el geólogo Waldo Pérez.

La empresa cotiza en la bolsa de Toronto, y esta compuesta mayoritariamente por capitales canadienses. La materia prima que extrae es el litio, insumo necesario para la floreciente industria de las baterias que va desde las que utilizan en autos eléctricos a las de los celulares.

Tanto Mitsubishi, como Magna, actual propietaria de la marca Oppel, son socios de Lithium, quien actualmente posee un área bautizada Cauchari, con 43.400 hectáreas. En ellas se invertirán  US$ 65 millones para los primeros 40 pozos de exploración.

Al comienzo estimaban una producción de 5 millones de toneladas y velozmente trepó a 8,1 millones de un litio casi puro y listo para ser comercializado.

Por este motivo, Cauchari, se convirtió en el tercer yacimiento del mundo detrás de Uyuni en Bolivia explotado por una sociedad estatal, que produce 29,1 millón de toneladas y el Salar de Atacama en Chile, de la minera SQM con 26,5 millones de toneladas.

La Argentina contabiliza otros dos proyectos en marcha. Uno es el Salar del Hombre Muerto en Catamarca de FMC de EE.UU. El otro es Salar de Olaroz, de la australiana Orocobre en Jujuy y en la que Toyota tiene una participación de 25%.

Históricamente, el litio se obtenía a partir de la roca y que su extracción se basaba en un método costoso.

Pero en la Puna se encuentra en el lecho subterráneo de los salares. Sólo basta bombearlo y se obtiene el mineral.

«El proceso no requiere sustancias tóxicas sino una simple tarea mecánica amigable con el medio ambiente», insiste Pérez.

La Puna tiene el 83% del litio del planeta, otro 15% se encuentra en el Tibet y un ínfimo 2% en Nevada, EE.UU. Hoy, las regalías para Jujuy llegan a 3%. Mario de Pablos, director de Lithium señaló el efecto multiplicador de la actividad en una zona con escasas alternativas económicas.

La cotización de la tonelada del carbonato de litio duplicó su valor en los últimos años hasta alcanzar US$ 6.000.

La explosión de la demanda generó un crecimiento exponencial de la fabricación de baterías recargables para netbooks, notebooks y móviles. Mitsubishi estima un desborde de las exigencias para los próximos 10 años.