Por Mariano D’Arrigo – Gentileza diario La Capital (www.lacapital.com.ar) 

Se puede superar la restricción externa y la inflación sin ajuste ni megavaluación, pero para lograrlo hay que pagar un costo político con la clase media. Esa es la principal lección económica que dejan doce años de gobiernos kirchneristas, según el economista Alejandro Barrios.

Convocado por el Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad (Cepes) y la Asociación Empleados de Comercio de Rosario (AEC), el director de la Comisión Nacional de Comercio Exterior del Ministerio de Economía presentó su nuevo libro, «Buenas herencias. El legado económico del kirchnerismo», cuyo prólogo fue escrito por el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli.

El docente de la Universidad Nacional de Moreno analizó las fortalezas y debilidades del modelo y las perspectivas para los próximos años y, en su opinión, según cómo se resuelva el recambio político a nivel nacional pueden plantearse dos escenarios: uno, de ajuste fiscal y regreso al endeudamiento externo; otro, en el que habrá condiciones para consolidar derechos y elevar los ingresos de la mayoría de la población.

¿Cuál es el legado económico que deja el kirchnerismo al próximo gobierno? ¿Cómo se compara con las herencias de los anteriores gobiernos constitucionales?

—Desde que empieza una democracia tutelada en 1912, pero más claramente a partir de 1945, la democracia argentina siempre ha estado subordinada a dos límites: la faltante de divisas y los ataques vía precios que hacen las corporaciones. La misma situación que enfrentó Cristina del 2007 para acá, sobre todo en 2014, es exactamente la misma que enfrentó el general Perón en 1952. Se pueden conseguir dólares y cuidar las reservas sin hacer un ajuste del sector público y de la economía. Para eso hay que pagar un costo político con la clase media: desde 1977 a la clase media le han hecho creer que tiene libertad para pasar sus ahorros en pesos a dólares y cuando alguien restringe ese paso, esa autoridad paga un costo político. Nosotros vamos a hacer el control de cambios que estamos haciendo desde 2012 y vamos a buscar otras vías de proveernos de dólares. Con respecto a los precios, el otro legado que deja este gobierno es que teniendo una caracterización heterodoxa de la inflación dejamos un programa que está siendo exitoso como Precios Cuidados y una institucionalidad para el próximo gobierno, como es la nueva ley de regulación del comercio, la producción y el consumo.

Al analizar los logros económicos se ha hablado mucho del «viento de cola», ¿Cuánto hubo de contexto internacional favorable y cuánto de políticas públicas activas?

— El viento de cola de Argentina no viene por los precios, sino por las cantidades exportadas. El problema con la faltante de dólares a partir de 2011 es que cayeron las cantidades exportadas, y eso no es manejable por el gobierno. Dependen de que el resto de los países que te compran tengan una situación de crecimiento para comprarte a vos. Si Brasil está estancado hace tres años no es culpa de la presidenta, ni del ministro. El viento de cola le pudo haber servido a todos los países del continente. Ahora resulta que nosotros fuimos los que más empleo generamos, los que más desigualdad redujimos, los que creamos en plena crisis catorce universidades nacionales. Subestimar esta etapa diciendo que sólo fue viento de cola no explica lo que pasó cuando se terminó el viento de cola en 2008. Sin embargo, Argentina sigue dando una batalla muy importante con los fondos buitre, con conseguir dólares de manera alternativa a la típica del endeudamiento fácil.

Mencionaba recién varios logros del gobierno, ¿Cuáles son las deudas pendientes de este período?

—Si uno ve cómo se financiaba el Estado nacional en 2003 y cómo lo hace hoy, el Estado nacional avanzó mucho y le queda mucho por avanzar. Los que no avanzaron, sino retrocedieron, fueron los gobiernos provinciales. Por ejemplo, Santa Fe es la provincia más rica de este país y la más desigual. Es una cosa descabellada: si tenemos viento de cola y Santa Fe es una provincia sojera, debería derramar hacia el resto de la población, como dicen los promotores del mercado. Eso no ha pasado. Santa Fe únicamente va a poder entrar en un sendero de mayor igualdad si replica varias Rafaela en su territorio, porque la única forma de mejorar la distribución del ingreso es que los empleos que genere esta economía sean de calidad, que son los industriales y los que tienen un alto grado de sindicalización.

Usted señaló hace poco que la inflación es consecuencia de una estructura económica desequilibrada y concentrada, ¿Por qué cree que no se avanzó en revertir esto? ¿Cuáles serían las medidas?

—Para nosotros la inflación no tiene nada que ver con el gasto público, con los niveles salariales, ni con la apertura de la economía que pretenden Macri y sus socios provinciales. Tiene que ver con una economía desequilibrada, que tiene un sector altamente productivo como el agro y otro que no tiene esa productividad, y cada tanto este sector demanda devaluación. Por lo tanto, los que forman precios lo hacen con expectativas devaluatorias todo el tiempo. Atacar ese problema es una deuda. Hay que sentarse con esa gente y tener un plan para que las devaluaciones sean planificadas, y no fruto de presiones de lobby de este sector. La otra causa de la inflación es una economía altamente concentrada. ¿Qué hemos hecho para morigerar esto? ¿El Estado se transformó en productor? No. Lo que puede hacer un Estado democrático es legislar para controlar eso. Hay un montón de cosas que se hicieron, como la nueva ley de defensa del consumidor, de producción y consumo, los mecanismos antidumping. Por supuesto son insuficientes, nadie está conforme con esta variación de precios que estamos teniendo.

Durante los gobiernos kirchneristas se profundizó el vínculo comercial y estratégico con China y Rusia, ¿Cuáles son las oportunidades pero también las amenazas que plantean estos acuerdos?

—Siempre que la democracia argentina necesitó divisas fue al FMI, al Tesoro norteamericano o Europa. Nosotros no estamos de acuerdo con ir a buscarlas a esas tres fuentes de divisas, porque después te condicionan toda la política económica. Tengo que buscar vías alternativas, entre ellas Rusia, China, que por supuesto ponen condicionalidades como cualquier socio comercial. Yo fui presidente de la Comisión Nacional de Comercio Exterior durante cuatro años y ahora soy director. Brasil es un socio estratégico nuestro, pero garantizo que en estos ocho años nos hemos peleado todo el tiempo con Brasil. ¿Por qué? Porque tenemos que garantizar el pleno empleo, y si queremos por ejemplo que Liliana siga haciendo electrodomésticos, me tengo que pelear con Dilma y sus funcionarios, con quien sea.

Es un año de recambio político, ¿Cuáles son sus perspectivas para los próximos años, según quien gane las elecciones? ¿Cree que puede haber un cambio de modelo? ¿O prevé retoques dentro del esquema actual?

—Si es como dice Macri, que hay que sacar las retenciones y bajar el impuesto a las ganancias al otro día de asumir, es porque cree que va a desfinanciar el Estado y lo va a financiar vía endeudamiento o va a hacer un gran ajuste fiscal. Después de estos doce años el pueblo argentino ya sabe que se puede, que tiene derechos, que sus ingresos no dependen sólo de cómo le vaya a papá o a mamá en el mercado de trabajo, que tiene derecho a cobrar la asignación universal por hijo. Si sacan esas cosas, acá va a haber un problema grave. Si gana nuestro espacio político, va a tener condiciones objetivas para continuar. Nosotros hemos integramos a todos. Va a haber que aumentarles el nivel de los ingresos y para hacer eso en esta etapa del capitalismo hay que tener coraje.