En medio de la interna que afronta la coalición oficialista, el presidente Alberto Fernández se prepara para enfrentar el dato clave de la semana que será la inflación de marzo.

Se estima que el número rondará entre el 5,5% y 6% y el Gobierno, que desde ya conoce unas cifras que siempre se develan atrasadas, sabe también que las miradas volverán a apuntar al cuestionado -por todos, incluso los propios- ministro de Economía, Martín Guzmán.

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) había marcado 3,9 por ciento en enero y 4,7 por ciento en febrero, con lo cual la tasa de inflación rondaría el 15% en el primer trimestre, sobre salarios que vienen perdiendo hace años con los precios (el histórico escalera vs. ascensor).

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El precio de la comida, de mayor impacto en las canastas familiares, hace que la situación social se tense cada vez más, con manifestaciones y un clima espeso en las grandes urbes, pese a la contención que brindan los planes sociales, que desde luego no alcanzan a cubrir los cada vez más altos ingresos que se necesitan para tener una vida digna.

Así, la creciente presión inflacionaria provocó que las expectativas de inflación de los agentes económicos se disparen en marzo y trepen a 59,2 por ciento para 2022, 4,2 puntos por encima de las expresadas en febrero, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado que elabora el Banco Central, con datos recogidos durante los últimos días del mes pasado. El promedio de los encuestados arroja que, para marzo, la inflación se ubicaría en 5,5 por ciento.

En tanto, el Índice Estadístico de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) estimó que la inflación de marzo se disparó al 6,8 por ciento, impulsada por los precios de los alimentos, que crecieron hasta 9 por ciento durante ese mes.

Ex post

En el Gobierno nacional se empiezan a hacer públicas las diferencias con respecto a cómo encarar el tema y al nivel de responsabilidades de los actores que forman parte de las decisiones en materia de inflación.

El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, días atrás había anticipado que el índice de marzo «va a dar mal», mientras que en la última semana apuntó directamente al ministro de Economía, Martín Guzmán, al expresar que «controlar la inflación es tarea de la macroeconomía, del diseño del Ministerio de Economía».

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Asimismo, Feletti advirtió que si el titular del Palacio de Hacienda no toma medidas «esto se va a poner feo» y aclaró que desde la Secretaría de Comercio se trabaja en el margen: «No hago milagros».

En un claro respaldo a los suyos (a él mismo), el Presidente dejó en claro que no habrá cambios en el gabinete, y resistirá con los propios ante las críticas internas que van por la cabeza de su equipo económico que deberá capear una inflación alta y hacer frente a los embates de sectores del oficialismo que lo tienen entre ceja y ceja desde la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A pesar de que los números no lo respaldan, el Gobierno estima que en los próximos meses se frenará la inercia, cambiará la tendencia y el crecimiento económico cerrará por encima de la inflación.

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Entre Alberto y Cristina permanece el silencio y aunque varios funcionarios de gobierno buscan bajarle el precio, es un silencio cada vez más estruendoso. «Vamos a terminar yendo a las elecciones con una boleta de Kristalina Georgieva», disparó el senador cercano a la vicepresidenta Oscar Parrilli.

Mientras tanto, en la oposición (a la par de su propia disputa interna) se hacen los rulos pero no es desde el único sector que se desliza la posibilidad de un mandato trunco ante el riesgo de los meses que vienen, que en lo económico probablemente se debatan entre una escalada inflacionaria en el primer semestre, con puja distributiva incluida, con la posibilidad de entrar nuevamente en recesión en el segundo semestre por las medidas de base acordadas con el FMI (suba de tasas de interés, menor emisión monetaria, aumento de tarifas energéticas).