Por Esteban Guida*

Desde los comienzos de la gestión de Cambiemos al frente del Poder Ejecutivo Nacional, y producto de las medidas de política económica que se implementaron desde aquel primer día, quedó claro cuál sería “el cambio” al que se sometería la economía nacional.

Cada vez son más las personas que advierten que el esquema económico que está imponiendo el gobierno nacional es insostenible y altamente riesgoso en término de los intereses nacionales, y que las ventajas extraordinarias que algunas personas o empresas aprovechan, son financiadas por el resto de los argentinos que, como siempre, terminan pagando la cuenta de los desastres.

Junto con la noticia de la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, los datos de un mundo convulsionado y volátil, tornaban aún más riesgosa la orientación aperturista de la gestión macrista y, sobre todo, la dependencia extrema del endeudamiento externo como mecanismo para financiar la lógica económica pro-negocios perseguida por el gobierno de Mauricio Macri.

Se advirtió que el cambio de presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidas (FED) implicaba una amenaza para la Argentina en términos de mayor volatilidad y riesgo crediticio, en vista de los anuncios sobre el incremento en la tasa de interés de los bonos del tesoro norteamericana. Por ello, abusar del endeudamiento externo y sostener las políticas liberalizadoras del mercado cambiario serían, básicamente, la forma de garantizar un gran negocio para algunos pocos, pero no el desarrollo armónico de la economía nacional.

Tal como se esperaba, el pasado 24 de abril, el rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años superó el umbral de los 3 puntos porcentuales, ubicándose posteriormente apenas por debajo de esa cifra (2,98%). Esto explica la premura y velocidad del Ministro de Finanzas por colocar cuantiosas sumas de deuda pública en los mercados internacionales, durante los primeros tres meses del año, y confirma que “volver al mundo” no resultaría ser tan barato.

En la misma coyuntura, el BCRA propuso una baja de apenas 0,2% en el rendimiento de las Lebacs de menor plazo, que opera como tasa de referencia interna, renovando parcialmente unos de los mayores montos de este tipo de colocaciones, que sigue por encima de los $1,2 billones (aproximadamente 1,2 veces el stock de Base Monetaria).

La expectativa estaba puesta en la “abrupta caída de la inflación en el mes de mayo” augurada por los funcionario de cambiemos, pero los rápidos movimientos en el mercado cambiario no se hicieron esperar, coincidiendo con el final del mes y con una suma considerable de compras en el mercado minorista. El último día hábil de la semana comenzó con una cotización minorista de 21,198 pesos para la venta (dato extraído del BCRA en el TC minorista jornada de las 11 hs).

Esta fuerte escalada (previsible) del dólar ocurrió a pesar de la fuerte intervención del BCRA que vendió en un día alrededor de 853,3 millones de dólares, llegando a perder 1.472 millones de dólares en sólo dos días, marcando así un nuevo record para la gestión.

Por más que el Jefe de Gabinete sea un notable profesional a la hora de explicar lo inexplicable, la escalada del dólar no resulta “la crisis” sino un síntoma más de la fuerte dependencia externa a la que han introducido a la economía argentina, y al cada vez mayor riesgo de caer (otra vez) en una crisis socio económica, desencadenada por la doble vía del deterioro de las condiciones domésticas y del extrangulamiento externo (escases estructural de divisas).

Es de esperar que esta suba del dólar impacte (como siempre) en el nivel general de precios de la economía, desbaratando las ya desbaratadas metas de inflación sistemáticamente incumplidas por el BCRA. De hecho, el Presidente de esta entidad, Federico Sturzenegger no tardó en subir la tasa de referencia doméstica al 30,25%, afectando seriamente las posibilidades de recuperación de la actividad económica, el empleo y las condiciones de vida de la mayoría de la población.

Por todo ello, los movimientos actuales del Tipo de Cambio, la especulación en torno al mercado cambiario y las pérdidas de divisas del BCRA por mantener la cotización del dólar, son la consecuencia esperada de un fenómeno ya previsto y anunciado.

En los últimos dos meses se llevan vendidos cerca de 5.000 millones de dólares, lo que indica que ya son varios los que desconfían, venden y se van, deshaciendo sus posiciones en pesos y realizando sus ganancias extraordinarias en dólares que la Argentina no ganó de manera genuina, puesto que salen gracias al endeudamiento público externo.

Este tema no es ajeno al interés de cualquier persona que camina por la calle, porque más allá de su posición política o ideología, será nuevamente el conjunto de los argentinos el que terminará pagando los costos de esta “verdadera fiesta”, con el esfuerzo de su trabajo y el pago de los impuestos.

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