La deuda pública argentina representaba a fines de 2016 el 60% de su PBI (Producto Bruto Interno). De ese total, el 69% es en moneda extranjera.

De este modo, Argentina se convierte en el país con la mayor deuda en moneda extranjera de la región, seguido por Uruguay y Perú a prudente distancia. Según consigna el diario El Cronista Comercial, algunos analistas ya se alarman por este dato, advierten que hay una mayor exposición a la volatilidad cambiaria y a la suba de tasas de la Fed (Reserva Federal Estadounidense, el equivalente al Banco Central de acá), que pueden repercutir en el canal del crédito si no se reduce el nivel de gasto.

Llanamente, esto significa una reducción del grado de libertad política económica. Es una sombra sobre la soberanía financiera del país porque la disponibilidad o no de divisas es la restricción real de la economía. Los dólares que se piden hoy, se deberán pagar (más intereses) en un futuro fechado, y nunca está de más recordar lo obvio: Argentina no emite dólares, sino pesos. Desde el gobierno y algunas usinas de pensamiento económico se arguye que el endeudamiento encarado es para sostener el «gradualismo» elegido como la forma de «sincerar» u ordenar las cuentas públicas. La lógica sería: al Tesoro no le alcanza el dinero para pagar sus gastos entonces pide un préstamo en dólares.

Es un extraño argumento, porque el déficit fiscal argentino, no se explica en dólares sino en pesos. No hay vigente ninguna ley de convertibilidad. No hacen falta dólares para pagar a docentes, fuerzas de seguridad o para el 100 por ciento de las erogaciones corrientes. Sin embargo, a pesar de que el déficit fiscal es alto, se sostiene que volaría mucho más sin las divisas (dólares).

Antes de la crisis de 2001, aun con plena vigencia de la Ley de Convertivilidad, el 97% de la deuda pública era en moneda extranjera. En 2016, la deuda pública bruta ascendió en diciembre a u$s 288.447,8 millones, un 13,6% más que los u$s 253.989 millones registrados al cierre de 2015.

La mitad de esa deuda es a tasa fija y el 35% está en mano de inversores extranjeros. «En un escenario de mayor volatilidad cambiaria y suba de tasa internacional, estos elementos, que hoy lucen «adormecidos», podrían generar tensiones si no se profundiza sobre la reducción del déficit fiscal (soberano y sub-soberano)», explicó el último informe de Quantum Finanzas, empresa privada especializada en servicios financieros.

Al extender el análisis a otros países de la región, se observa que Argentina es superada sólo por  Brasil en términos de deuda dolarizada. El país vecino tiene 73% de su deuda en divisas. En tanto, en Uruguay el endeudamiento en moneda extranjera es del 51%; mientras que en Perú y Chile es del 29% y 21% respectivamente.

«Es interesante es el caso de Brasil, que si bien tiene un total de deuda a PBI elevado, sólo el 5% del total es en moneda extranjera. Incluso, es -menor que la de Chile», detalló la consultora. En el caso brasileño, sólo el 5% del total de la deuda está en manos de extranjeros. Por el lado negativo, sólo el 24% de esta deuda del país vecino es a tasa fija y el resto ajusta por Selic, lo que repercute en los costos del financiamiento. «En contraste, en Argentina el 56% del total es a tasa fija (47% en el consolidado), mayor que Brasil, pero bastante menor que en Perú y Uruguay, donde supera el 80% del total», detallaron.

La mayor parte de la deuda pública local es emitida por el el estado nacional, con el 54% del PBI total del stock. Lo emitido por las provincias asciende al 5% del stock total. Al ser comparada con la situación de 2001, hoy las provincias están más desahogadas. En aquel momento su deuda representaba el 10% del PBI.