El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz insistió en la necesidad de «eliminar inmediatamente» los sobrecargos de los préstamos que pagan los países al Fondo Monetario Internacional (FMI), al considerar que son «regresivos» e implican un traspaso de recursos de la gente de los países que más necesitan ayuda al organismo.

En una columna publicada, días antes de la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial que tratará este tema, Stiglitz consideró que «los sobrecargos impuestos son a cargo del país» y son, por lo tanto, «solamente un traspaso de recursos de la gente del país al FMI».

Según el experto en temas de desarrollo, «los sobrecargos afectan de manera desproporcionada a los países de ingresos medios con cuotas más bajas, que necesitan tanto un amplio financiamiento del FMI para pagar como así también períodos de reembolso más prolongados para recuperarse de las crisis».

Stiglitz expresó sus opiniones en una columna titulada «Entender las consecuencias de los sobrecargos del FMI: la necesidad de implementar reformas», en coautoría con el economista Kevin Gallagher, publicada en el Global Development Policy Center de la Universidad de Boston.

Los autores consideraron que el Fondo «no debería involucrarse en el negocio de sacar provecho de quienes se encuentran en una situación desesperada. Debería eliminar los sobrecargos inmediatamente en medio de la crisis del Covid-19 y trabajar para reformar sus propias cuentas».

«Imponerles cargos a los países que se encuentran en situaciones más extremas a cambio de brindarles el apoyo básico de la institución financiera de último recurso del mundo puede parecer extraño: es un traspaso regresivo, y es probable que esto se intensifique en el mundo luego de la pandemia, ya que un número cada vez mayor de países pobres deberá asumir sobrecargos», señalaron.

Según los economistas, «es importante que los países miembros no dependan demasiado del FMI para obtener liquidez, pero los sobrecargos regresivos y procíclicos no son la forma de crear incentivos para tal fin en medio de una crisis económica mundial».

Al respecto, indicaron que se pueden oponer al menos dos objeciones al argumento de imponer sobrecargos para evitar que se deje de pagar: la primera, debido al estatus de acreedor preferido que ostenta el FMI y el papel central que desempeña en el sistema financiero internacional, la falta de pagos directamente no representa un problema, o al menos no hasta ahora.

El segundo argumento, continuaron, es que, según se aduce, las tasas de interés altas (sobrecargos) son necesarias para prevenir el riesgo moral, para disuadir a los países de tomar préstamos del FMI en exceso y para alentarlos a pagar de forma más veloz.

Los economistas opinaron, sin embargo, que «los países suelen hacer todo lo posible para evitar acudir al Fondo Monetario, incluso llegan a pedir préstamos a otros a tasas mucho más elevadas».

Asimismo, «dado que no existe un derecho automático a solicitar préstamos, el FMI siempre estará en condiciones de frenar el endeudamiento excesivo», concluyeron Stiglitz y Gallagher.