El Servicio Geológico de los Estados Unidos publicó en días pasados el “Argentina LithiumMap”, una suerte de mapa donde se trazan y referencian las mayores reservas de litio en nuestro país, el denominado «oro blanco» por ser uno de los minerales más codiciados del mundo en la actualidad.

Una década atrás, el litio era utilizado sólo por fabricantes de vidrio, grasa y por la industria farmacéutica para desarrollar antidepresivos. Hoy, el elemento es un componente esencial de baterías que alimentan todo, desde vehículos híbridos y eléctricos hasta celulares, ordenadores portátiles y herramientas eléctricas.

La Puna argentina integra, junto al sur de Bolivia y el norte de Chile, lo que se denomina el “triángulo del litio”, ya que en esa región se concentra la mayor parte de los recursos mundiales del mineral. Nuestro país tiene entre 10% y 15% del total en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

Según informa el ministerio de Energía, encabezado por Juan José Aranguren, “actualmente hay dos emprendimientos en producción, de los que se extraen alrededor de 40.000 toneladas al año.

Son Olaroz, de Sales de Jujuy, en Jujuy, que produce 17.500 toneladas, y Salar del Hombre Muerto, de FMC, en Catamarca, del que se obtienen 22.500 toneladas (este último duplicará su producción en 2019).»

Teniendo en cuenta la importancia geoeconómica de este mineral, es llamativo que el Servicio Geológico Minero Argentino, que tiene un acuerdo con su par norteamericano de cooperación e intercambio de información, prácticamente le marque a Estados Unidos la ubicación del litio para que sus empresas acudan a su explotación.

En un comunicado de la cartera energética, Aranguren destacó la importancia de la explotación del litio, y la gran “oportunidad” de progreso que significaría para nuestro país, y los pueblos donde se asientan las reservas.

“La Puna argentina tiene un gran potencial con un presente en plena actividad. El país se encamina a convertirse en uno de los mayores productores mundiales de litio. El mineral atrajo inversiones cercanas a los US$ 2.000 millones, con las que se apunta a más que triplicar su producción actual, de 40.000 toneladas anuales», señala el informe.

Desde el oficialismo no se hizo ninguna referencia al impacto ambiental, o a los cuidados que debería tener la extracción para evitar dañar el ecosistema local.

El Centro de Derechos Humanos y Ambiente, una ONG que nació en 1999, dedicada a asistir a víctimas de violaciones de derechos humanos producto de la degradación ambiental, advierte que «los principales impactos ambientales de la extracción de litio no difieren en gran medida de la extracción de otros minerales: consumo y contaminación de agua, impactos en el paisaje, introducción de caminos de exploración en ecosistemas sensibles, instalación de infraestructura, impacto en la flora y fauna de la actividad industrial donde antes no la había, generación de residuos sólidos y químicos.»

“En zonas del norte argentino y chileno, en las cuales se extrae litio, zonas extremadamente áridas, el uso de agua potable para la extracción y producción del mineral es un riesgo para la sustentabilidad de la zona», aseguran desde la organización.