El derrame continuo, desde hace aproximadamente 14 años, de enorme cantidad de barriles de petróleo en el Golfo de México asoma como uno de los peores desastres ambientales de Norteamerica.

El suceso tuvo su origen en 2004, cuando el huracán Iván arrasó con una plataforma petrolera y enterró numerosos pozos propiedad de Taylor Energy Company, frente a las costas del estado de Louisiana.

Varios pozos no fueron aún sellados, y por esa vía, según calculos de excavadoras que operan la zona, se han filtrado entre 300 y 700 barriles de petróleo diarios por el canal marino. Esto representaría entre 75 mil y 113 mil litros de petróleo por día.

Lo que alarma por estos días, es que acorde a algunas estimaciones, la fuga constante pronto podría acrecentarse y acumularse en aguas profundas.

Taylor podría de esta manera superar el desastre ambiental provocado en 2010, en esa misma zona geográfica, por la plataforma petrolera Deepwater Horizon, operada por British Petroleum.

En el pasado septiembre, el Departamento de Justicia presentó un informe independiente sobre el origen y el volumen del derrame, en el que se afirma que las evaluaciones anteriores presentadas por el propietario de la plataforma, Taylor Energy Co. y compiladas por la Guardia Costera, subestimaron grandemente la cantidad de petróleo derrochado.

Según el documento, el derrame de Taylor arroja entre 75.000 y 113.000 litros de petróleo por día.

Respecto a la cifra total de petróleo que se ha filtrado desde el comienzo del derrame, es difícil decirlo. Una estimación de SkyTruth, una organización de vigilancia satelital, situó el total entre 3,2 y 15 millones de litros para fines de 2017. Si se toman los cálculos de la presentación del Departamento de Justicia, el número es astronómicamente más alto: más de 579 millones de litros en 14 años.

«Este es un aceite que se filtra lenta y constantemente a lo largo del tiempo, por lo que el impacto en el medio ambiente es muy diferente», afirman expertos.

Alarma en Vaca Muerta: no subestimar

La explosión que tuvo lugar el 19 de octubre pasado en el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, tras la fuga de gas durante la perforación de un pozo, provocó un alto derrame de petróleo y encendió alarmas por el daño ambiental correspondiente.

Aunque desde YPF aseguran que el accidente ya está controlado y que se removió el 60 por ciento del petróleo derramado en los campos, el riesgo que representa el esparcimiento de hidrocarburo puso en alerta a los sectores ambientalistas.

La explosión se produjo por una fuga de gas y el posterior derrame de combustible, en el momento en que se excavaba sobre 2.900 metros. Aparentemente, una mala maniobra desató el “descontrol” porque “la presión de superficie le ganó a la de trabajo”.

El subsecretario neuquino de Ambiente, Juan de Dios Lucchelli, aseguró que se encuentran trabajando junto a YPF para solucionar el problema pero que “va a ser un trabajo muy exhaustivo para que se repare al ciento por ciento”.

La ONG ambientalista Greenpeace y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn) publicaron imágenes satelitales de un derrame en el yacimiento de petróleo no convencional Bandurria Sur, operado por la empresa YPF.

Según indicó Greenpeace en su portal web, el derrame ocurrió la semana pasada, y precisó que «hay un mínimo de 85 mil metros cuadrados impactados directamente por el crudo, equivalente a 10 canchas de fútbol, aproximadamente».

Advirtió que se trata de «alrededor de 77 hectáreas contaminadas, a sólo 11,5 kilómetros de la localidad de Añelo y del Río Neuquén».