Por Aldo Battisacco

La voracidad empresaria se apoderó del suministro global de alimentos al privatizar recursos que eran considerados universales, como el agua, el aire e incluso -hasta que le llego el turno- a las semillas.

Para dar una dimensión del despojo es necesario precisar que solo cuatro compañías agroquímicas, son dueñas del 43% de la oferta de semillas del mundo y 10 corporaciones multinacionales poseen el 65 por ciento de las semillas globales.

Otro de los problemas que deberá enfrentarla humanidad es que está sucediendo que que la empresas que se dedican a elaborar plaguicidas esta comprando a las compañias que producen semillas.

De esta manera la concentración que se espera dentro de unos años será más que preocupante, ya que sera otra vuelta de tuerca en el proceso se desaparición de la diversidad de numerosas semillas que durante miles de años han existido.

Las semillas son vitales para alimentar este mundo, en los últimos 100 años ya se extinguió el 93% de las semillas originales cultivadas en todo el Mundo.

El latrocinio amenaza con extenderse a la grave situación que ya crearon  las grandes corporaciones y los monocultivos que delineado una dependencia de las llamadas “semillas corporativas”, unidas a las políticas que favorecen estás practicas dejando pocas opciones a los agricultores.

Si bien el hombre conoció la agricultura hace 10.000 años el proceso de privatización que llevaron adelante las corporaciones en poco tiempo, alcanzó para sepultar la diversidad de las semillas y a los productores que fueron perjudicados por no poder pagar los costos que les generó esta política de saqueo.

Además, se sumó otro factor en la destrucción de la biodiversidad, la aparición de las semillas geneticamente modificadas que dieron lugar al patentamiento de la vida, ya que un sinnúmero de políticas internacionales permiten que un reducido grupo de corporaciones controlen el proceso.