Desde el comienzo de la pandemia y la cuarentena, en la parroquia María Auxiliadora, se vienen realizando tareas de acción solidarias, para aquellas personas que se encuentran en situación de calle, muchos de los cuales se han encontrado en estos último meses frente a una situación crítica en lo económico.

Más de 1.000 viandas se reparten por día y más de 200 bolsones de alimentos, que se entregan desde la parroquia a las personas que más lo necesitan, una tarea requiere de mucho trabajo y mucho presupuesto.

En dialogo con Conclusión, el padre Alejandro Gómez, párroco y responsable de que este servicio solidario se lleve a cabo de forma diaria, contó cual es la situación al día de hoy y de qué manera se puede participar en esta caridad que atañe a la sociedad en su conjunto.

«No hemos parado desde el inicio. Vamos repartiendo 174.600 viandas que salen desde aquí del colegio San José, cada día 1100 viandas y desde Caritas Parroquial -en la calle Tucumán al 1600. Estamos haciendo desayuno, se da ropa y cada 15 días estamos repartiendo bolsones con mercadería para que la gente pueda hacer la comida en su casa».

El padre contó que están trabajando «junto con otras organizaciones para llegar a la gente en situación de calle, que en el centro son aproximadamente 500 personas. Desde aquí entregamos entre 170 y 200 cada día, dependiendo el día de la semana, si hay colectivos o si es cerca del fin de semana».

Desde el 28 de marzo trabajan todos los días para atender la necesidad de los que más necesitan. El padre Alejandro explicó que comenzaron con 150 viandas y al final de la semana ya eran en 500. «Suponíamos que nos íbamos a mantener ahí, y hoy estamos haciendo más de mil viandas diarias. Con los bolsones empezamos con 50 bolsones cada tanto, estábamos dándolo una vez por mes, hasta llegar a entregarlo toda la semana, pero en este momento repartimos, la última vez, repartimos 200, y la verdad es que si hubiera habido 230 repartíamos esa cantidad».

Y agregó: «Por eso digo que ha ido incrementándose la necesidad y la pobreza en la gente, tanto en los que vienen a buscar la vianda como los que buscan los bolsones».

El párroco hizo alusión a las palabras utilizadas por el papa Francisco: «Nos marcó mucho lo que el Papa dijo: “Nadie se salva solo”, y esa situación ha movido mucha gente. Muchos están como voluntarios, hace 8 meses que estamos trabajando y nunca nos faltaron voluntarios, estamos en un promedio de 21 a 28 voluntarios diarios. Tenemos la gente que pica la comida, que sanitiza, la que elabora, la que envasa para luego ser despachada. La mayor riqueza que tenemos en este momento son los voluntarios. Siempre se necesitan más».

El padre Alejandro reivindicó al sumo pontífice y dijo que «Francisco es la luz, es el que representa la palabra del señor y de Jesucristo. Es el que va orientando e iluminando este tiempo de pandemia que estamos viviendo. No se puede ser cristiano si no te jugas por el pobre. Francisco dice que cuando estamos sirviendo a un pobre estamos sirviendo a Cristo, porque él se hizo pobre y asumió toda pobreza humana, hasta el pecado, lo cual a nosotros nos moviliza a jugarnos siempre más, no podemos hacernos los distraídos».

El responsable de la organización solidaria, contó una anécdota que lo identifica en esta cuestión. «Esto me hace recordar a la Madre Teresa de Calcuta cuando una periodista estadounidense la vio levantando una persona que estaba rodeada de roedores y con olor a podrido, le dijo hermana eso no lo hago ni por un millón de dólares, y ella le respondió ‘yo tampoco, lo hago por amor a Jesucristo’. Nosotros también, con estas acciones tratamos de que sea un cariño de la iglesia a los más pobres, pero también en los pobres está nuestra salvación, está Jesucristo. La caridad cubre la multitud de nuestros pecados y todos necesitamos que nos abran las puertas del cielo».

El párroco concluyó: «Es muy hermoso cuando puede estar sentado en su casa compartiendo con la familia, con los padres y no tiene que estar comiéndolo sentado contra una pared en la calle. Lo mas hermoso que nos puede pasar, es reconocerse humano y ser muy humano. Después viene lo demás. Lo mejor es ser buena gente y sentarse a la mesa y compartir con tus hermanos y tus padres, eso forma buena gente».