La página 24 del diario Clarín, en su edición de este lunes, contiene una nota de opinión firmada por Fernando González y que lleva por título “Nadie sufrió más que Michetti el papelón de las pensiones para discapacitados”.

En el final de esa nota, señala que “hay argentinos y hay necesidades detrás de las planillas de Excel, que requieren una mirada mucho más atenta e inclusiva de los funcionarios.Es hora –dice- de que en el Gobierno lo entiendan. Antes que muchos decidan que las elecciones de agosto y de octubre son un buen momento para hacérselos entender”.

González refiere en primer término al suceso que dejó inválida a la vicepresidente. “Los accidentes se recuerdan siempre en cámara lenta pero suceden a toda velocidad”, dice en su primer párrafo la nota de referencia. “Eso es –agrega -lo que le pasó a Gabriela Michetti el 18 de noviembre de 1994. Volvía algo apresurada a Buenos Aires desde su Laprida natal por un camino de ripio. Manejaba un Fiat Duna que se salió de control cuando intentó pasar a otro auto”.

Recuerda el periodista que en aquel momento, Michetti tenía 29 años y todavía no soñaba con ser vicepresidenta de la Nación. ”No llevaba puesto el cinturón de seguridad y por eso salió volando a través del parabrisas. Lo supo enseguida, apenas volvió en sí. Estaba tirada a un costado de la ruta, sin un rasguño. Pero no sentía la espalda ni las piernas. ‘Estoy paralítica… se me cagó la médula’.

Después de pronunciar aquella frase, Gabriela Michetti –escribe González- supo que su vida había cambiado para siempre.

Cuenta también que esa misma tarde la atendió su padre en el hospital bonaerense de Laprida. Era el médico y el cirujano del pueblo. Y fue quien debió enfrentar el caso que jamás hubiera querido recibir.

Desde la camilla, su hija trató de consolarlo: ‘Mirá, papá, no te hagas ningún problema. Yo sé que es complicado pero no te preocupes porque yo en mi vida voy a ser feliz igual aunque sea en una silla de ruedas”.

Dos décadas más tarde

Veintiún años después, la chica de la promesa compartió la fórmula ganadora con Mauricio Macri y se dio el gusto de observar al país sentada en su silla de ruedas en el balcón de la Casa Rosada.

Nunca un argentino con una discapacidad había ocupado un cargo de tanta jerarquía en el poder. El Gobierno, además, le dio la conducción del Ministerio de Trabajo a Jorge Triaca, un abogado hijo de sindicalistas que también perdió la movilidad de sus piernas en un accidente automovilístico cerca de Bariloche.

“Nadie le dio más lugar en la administración a las personas con capacidades diferentes que Macri”, asegura González. “Hace un mes –agrega-,Michetti lanzó un ambicioso plan nacional para asistir las necesidades de los discapacitados.Por eso, la vicepresidenta fue una de las personas a la que más afectó la noticia de que el Gobierno (su gobierno) se disponía a dar de baja 70.000 pensiones no contributivas para quienes sufren la pérdida de alguna función de su cuerpo”.

Se enteró por los medios

Fernando González asegura luego que, “como muchos otros argentinos, Michetti se enteró de la novedad cuando leyó el artículo que la periodista Marcela Pagano escribió en Clarín el domingo 11 de junio.Nadie le había avisado. Si alguien le hubiera consultado el tema, quizás el Gobierno se habría evitado el papelón más sonoro del mes”, advierte.

La nota le poner luego nombre y apellido a lo que denomina “el  responsable del desquicio que llenó de preocupación al comité de campaña del macrismo: fue Guillermo Badino, un ex ejecutivo del Banco Galicia que dirige la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales y que responde a las directivas de Mario Quintana, ministro coordinador de la Jefatura de Gabinete.

Otra vuelta atrás

Con respecto a las tantas idas y venidas del Gobierno nacional, dice que “quien más sufrió el costo político del más reciente error no forzado (ya un clásico del Gobierno) fue la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Ella fue quien debió anunciar en público la enésima marcha atrás el último jueves. Lo habían decidido esa mañana, tras una charla extensa con el Presidente”.

La nota revela que antes hubo un encuentro de “evaluación de daños” en la Casa Rosada. El Presidente, Marcos Peña y Quintana debieron contener la furia y hasta disculparse con Michetti, quien debió salir a dar explicaciones públicas mientras arreciaban las críticas de la oposición.

“Sergio Massa y el kirchnerismo –apunta el escrito en Clarín- se hacían un picnic con los casos de discapacitados a los que le habían frenado los ingresos y que exhibían su desamparo ante la opinión pública”.