La victoria de Rolando Figueroa en la disputa electoral que definió al próximo gobernador de Neuquén impulsó distintos análisis políticos. La mayoría habla de un triunfo que podría significar el inicio de una ola amarilla que avanzaría sobre el resto del país cubriendo el mapa de conquistas de Juntos por el Cambio y sus partidos aliados. Una especie de tráiler de los resultados que -plantean- ofrecerán los comicios presidenciales de este año. Aun así, esta visión se topa con varios argumentos que desalientan la teoría.

Un primer punto a tener en cuenta es que Figueroa, si bien se presentó como oposición, no tiene un origen político distante al actual oficialismo. Salió del Movimiento Popular Neuquino (MN); es diputado nacional por ese partido y entre 2015 y 2019 fue vicegobernador de Omar Gutiérrez, mandatario al que ahora sucederá en el cargo.

El Movimiento Popular Neuquino fue fundado en 1961 y al año siguiente ya había ganado su primera elección. Hasta el retorno de la democracia en 1983, sus administraciones fueron interrumpidas por los golpes de Estado que usurparon el poder a nivel nacional. A partir de entonces, la totalidad de los gobernantes elegidos en las urnas surgieron del MPN.

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El hecho de que Figueroa tenga raigambre en el MPN y la notoria predominancia histórica en el plano electoral de este espacio le quita peso a la hipótesis de una fractura que marque un cambio de época política y el principio de un proceso de victorias cambiemitas en ciernes.

«Me siento orgulloso de ser parte del MPN, pero me incomoda no sentir orgullo en el presente cuando tenemos una provincia rica con mucha pobreza; es intolerable la desigualdad cuando lastima y daña», manifestó el futuro mandatario al momento de dar el portazo para postularse por afuera del Movimiento Popular Neuquino.

Otro punto a tener en cuenta es el caudal de respaldos que acumuló el ahora gobernador electo de Neuquén, destacable no solo por por su cantidad sino también por la diversidad de los actores involucrados. Hubo situaciones particulares, como la de Juntos por el Cambio, que llevó como candidato a la Gobernación neuquina al radical Pablo Cervi mientras el PRO provincial decidió respaldar a Figueroa.

Igual, como fue dicho antes, estos apoyos no surgieron únicamente desde la derecha. Bajo el nombre de Frente Comunidad, el legislador nacional logró aglutinar los respaldos del PRO; Desarrollo Ciudadano; Avanzar Neuquén; Arriba Neuquén; Nuevo Compromiso Neuquino; Frente Grande; el Partido Socialista; y el Frente Social por la Dignidad. Esto, a fin de cuentas, sostiene las dificultades para encuadrar los resultados del domingo en el inicio de una ola amarilla.

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Los resultados en sí también vuelcan dudas sobre dicha afirmación. Figueroa se hizo de la gobernación al obtener 35,63% de los votos contra el 33,15% de Marcos Koopmann, actual vicegobernador neuquino y postulante del oficialismo. Es decir, una diferencia escueta que extrae la contundencia de cualquier aseveración.

Al mismo tiempo, detrás de Figueroa y Koopmann se ubicaron el candidato del Frente de Todos, Ramón Rioseco (12,71% de los votos); Carlos Eguía, de Cumplir, que tiene como referente nacional a Javier Milei (7,98%); Pablo Cervi, de Juntos por el Cambio (3,75%), y en último lugar, Patricia Jure, del Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad (3,26%). Los números parecen hablar más de una división del voto entre dos postulantes del MPN que de una afirmación que pueda trasladarse al plano nacional.