Por Alejandro Maidana

Las consecuencias ambientales, sanitarias y sociales negativas derivadas de la agricultura industrial basada en transgénicos y agrotóxicos, pueden consultarse en numerosas investigaciones publicadas en revistas científicas internacionales. Al mismo tiempo, cuantiosos testimonios y denuncias han sido impulsadas de manera sostenida por comunidades, trabajadores de la salud y movimientos sociales de nuestra región.

Este modelo de agricultura concentra capital, reprimariza la economía, incrementa la dependencia, profundiza la desigualdad económica y social, destruye ecosistemas, amenaza la soberanía alimentaria y deja a su paso territorios devastados ambiental y socialmente. El avance de la frontera agrícola solo puede garantizar concentración, hambre y enfermedades, la realidad de los pueblos fumigados, expoliados y desintegrados desde su médula, nos muestra una realidad que se pasea desnuda.

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Este trigo diseñado en Argentina por la empresa Bioceres es tolerante al herbicida glufosinato de amonio, el cual se encuentra prohibido en la Unión Europea por ser 5 veces más tóxico para la salud de las comunidades y el ambiente que el mismo Glifosato. Una vez más, la salud de las comunidades y los territorios son signadas para el sacrificio, los intereses del agronegocio priman por sobre las necesidades reales de nuestros pueblos.

Días atrás y en diálogo con Conclusión, desde el Colectivo Trigo Limpio, conformado por más de 1.400 científicos, científicas e investigadores de nuestro país, fueron tajantes a la hora de definir su postura:Identificamos esta decisión del Estado Nacional como una nueva apuesta al agronegocio profundizando el modelo extractivista. Este es un modelo de agricultura que profundiza la inequidad y daña al ambiente. El costo ecológico, social y en la salud pública interpela una y otra vez el supuesto éxito de este sistema de agricultura industrial que apuesta al extractivismo para producir commodities y beneficiar a una minoría de la población argentina que acumula las ganancias”.

Múltiples organizaciones evidenciaron que no están dadas las condiciones en nuestro país para separar el trigo HB4 del trigo convencional como prometen, por lo cual toda la cadena triguera estará contaminada. Este nuevo OGM (Organismo Genéticamente Modificado) es rechazado en muchos mercados internacionales, pero principalmente es repudiado por quienes trabajan por una alimentación sana, segura y soberana.

La imperiosa necesidad de proteger el trigo como alimento para la vida, no como un recurso de especulación financiera y agente de daño para nuestra salud. Para esto se vienen planteando distintas alternativas de la mano de la producción agroecológica, un trigo que ayude a cuidar nuestros suelos, a la población campesina, y por, sobre todo, a la salud.

Alertados por la aprobación del trigo HB4, desde la Plataforma Socioambiental, que agrupa distintas organizaciones y colectivos, expresaron su repudio consolidando su resistencia. Con muchísima preocupación le exigimos al Gobierno Nacional que dé marcha atrás con la aprobación de este trigo tóxico, que sólo beneficia a las corporaciones poniendo en juego el alimento y la salud del pueblo argentino.

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Quien también expresó su posición en torno a la profundización del modelo transgénico, fue Jeremías Chauque, agricultor campesino de Desvío a la Raíz que definió al trigo HB4 como un “trigo de laboratorio, de campo de concentración, de guerra química, con su gen antiguo pisoteado y adaptado a las exigencias de la dictadura del agronegocio y su cadena de cómplices dentro del estado”

Una ecuación perfecta: si a las corporaciones le sumamos un estado de rodillas, la misma nos da como resultado: desmonte + agrotóxicos + fertilizantes sintéticos + erosión cultural + suelo herido de muerte + cordón umbilical a la tierra encadenado

Jeremías Chauque, quién junto al campesinado, y a través de la agricultura ancestral y la producción sin venenos transformaron la vida en Desvío Arijón (Santa Fe), enfatizó que se trata de “una ecuación perfecta: si a las corporaciones le sumamos un estado de rodillas, la misma nos da como resultado: desmonte + agrotóxicos + fertilizantes sintéticos + erosión cultural + suelo herido de muerte + cordón umbilical a la tierra encadenado. Un camino asegurado para construir sociedades híbridas, con memoria de laboratorio, parias y sin semilla, sin sabores ni colores que da la soberanía, sin respuestas antiguas para tiempos nuevos”.

Por esto decimos, ni en Brasil ni en Argentina, ni en ninguna parte del mundo. Con nuestro pan no

Sobre la posibilidad de que exista una salida ante la ausencia de decisión política a la hora de cambiar el rumbo de un país en materia de producción, sostuvo: “Claro que existe una salida, hay una solución. Llegó el momento de volver a cosechar tu semilla, moler tu trigo y parir el pan, esa es la revolución que tenemos por delante. Por esto decimos, ni en Brasil ni en Argentina, ni en ninguna parte del mundo. Con nuestro pan no”.

Integran la Plataforma Socioambiental que le dice NO al Trigo HB4:

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