Por Victoria Mántaras (1)

La alianza política de grupos evangélicos pentecostales con el presidente brasileño Jair Messias Bolsonaro puso en evidencia la relevancia de este actor emergente que otorgó capilaridad y presencia popular en las elecciones de Brasil. ¿Quiénes son?, ¿en qué creen?, y lo más importante, ¿por qué se asocian a gobiernos conservadores con políticas de derecha en América Latina?

Ubico tres grandes causas por las que el evangelismo y en especial, la iglesia pentecostal como corriente dentro de la misma, continúa creciendo como institución religiosa y como actor influyente en la coyuntura política latinoamericana.

Historia

En primer lugar y a diferencia de ciertas creencias instaladas, el evangelismo tiene una extensa historia. Las iglesias evangélicas contemporáneas son hijas del movimiento religioso protestante del siglo XVI conocido como “Reforma Luterana”. Hito histórico perpetrado por el monje alemán Martin Lutero quien postuló una nueva forma de profesar la fe cristiana.

Lutero desconoció la autoridad del Papa Católico, Apostólico, fiel de la iglesia romana y aseveró el vínculo personal con Dios, Jesús y el Espíritu Santo basándose exclusivamente en los postulados de la Biblia, es decir, del Evangelio. Ésta conexión individual y sin intermediarios con la Santísima Trinidad – recordemos que los evangélicos no rinden culto a los apóstoles ni a la Virgen- será
central para comprender cómo piensan al individuo como sujeto político; y cómo ésta postura habilita el surgimiento de líderes carismático-religiosos. La máxima sobre la que se sustenta se resume en que: si profeso mi fe con Dios de manera personal soy entonces, mi propio sacerdote.

Dos grandes vertientes tuvieron presencia en América Latina: la primera es la que podríamos denominar evangelistas clásicos; aquellas corrientes dentro del protestantismo que llegaron con la comunidad de inmigrantes europeos en el siglo XIX. Allí ubicamos a luteranos, calvinistas y metodistas que tuvieron muy poca influencia en una América Latina atravesada por el catolicismo.

La segunda se ubica en el siglo XX y es proveniente de los Estados Unidos. Ésta vertiente trajo consigo a los denominados evangelicales: presbiterianos, bautistas, testigos de Jehová que
llegaron con un gran sentido misional y con una práctica religiosa casi literal de los preceptos del Evangelio. Ellos se dedicaron específicamente a llevar adelante conversiones y comunidades de
nuevos cristianos.

Dentro de ésta gran vertiente evangelista-norteamericana, una pequeña ramificación llamada pentecostal son quienes llaman la atención en la política de América Latina.

Los Pentecostales nacen en la Iglesia Metodista Episcopal de California en 1906 luego de que sucedieran hechos similares a la escena bíblica del Nuevo Testamento denominado Pentecostés. El
relato se centra en que personas presentes en la Iglesia de Los Ángeles comenzaron a hablar diferentes lenguas a raíz de la presencia del Espíritu Santo.

Aquí yace el elemento aglutinador de los pentecostales: la búsqueda de las manifestaciones del Espíritu Santo que se presenta en los cuerpos generando profesías, sanando enfermedades, mejorando las relaciones interpersonales y permitiendo el éxito en la vida de cada uno. Ésta corriente comienza a incidir en América Latina entre las décadas de los 60 y 70 durante la Guerra Fría.

Algunas investigaciones en la materia consideran que fue, incluso, una de las tantas formas en la que los Estados Unidos ejerció influencia en su “patio trasero” para contrarrestar
presencias adversas y críticas del capitalismo liberal como lo fue el movimiento de sacerdotes tercermundistas.

Dimensión sacrificial

Hacia los 70, los evangelistas ya comienzan a divulgar el concepto teológico clave a la hora de comprender la segunda gran causa por la que su presencia tiene tanta repercusión: la “Teología de la Prosperidad”.

¿Cómo se interpreta este concepto? Si Dios sana y cura no hay motivos para pensar que no pueda generar abundancia y prosperidad. Pero la bendición, la creencia de la vida eterna en el reino de los cielos exige una contraprestación. Este factor sacrificial que en culturas centenarias eran animales, cosechas u otras mercancías, en época de capitalismo no puede ser otra cosa que dinero. Aquí se introduce la causa por la que estas iglesias se han convertido en grandes empresas con enormes recursos: el diezmo.

Y con esto no refiero a que las iglesias pentecostales sean sólo estas enormes megaiglesias que encontramos en las grandes urbes. Los recursos económicos provenientes del diezmo les permite
tener presencia y capilaridad en un sinfín de barrios periféricos, alejados de los centros, como también, levantar iglesias en pequeñas poblaciones rurales.

Capilaridad

El fenómeno evangélico pentecostal comienza en la periferia urbana y en la ruralidad y luego se traslada a los centros de las grandes ciudades. Es más bien una fé profesada en el boca a boca, a partir del vínculo interpersonal la que permite que en cualquier asentamiento popular sea éste rural o urbano, tenga construida una iglesia pentecostal.

¿Qué sucede con los líderes religiosos? La facilidad con la que éste emerge a raíz de la máxima evangélica de que todo creyente es a su vez sacerdote, también se ubica entre los motivos de éxito del pentecostalismo entre los sectores más populares.

Mientras que el sacerdocio en la iglesia católica es el devenir de determinada rigurosidad, estudio, sacrificio y compromiso social; en el campo evangélico pentecostal el líder religioso, el pastor, puede ser cualquier vecino que congregue a las masas y que sepa cómo dirigirse hacia ellas. Allí donde hay exclusión y estigma, el evangelismo pentecostal encuentra sacerdotes. Existen tantas versiones de iglesias pentecostales como líderes religiosos haya.

Y la razón de ello es muy importante: como la iglesia pentecostal va en búsqueda de manifestaciones del Espíritu Santo, las categorías de “Milagro” y “Demonio” aparecen en todo momento y en todo lugar como representaciones de la misma. Y el pastor debe estar allí para contener esa expectativa milagrosa.

Vinculación con gobiernos conservadores de derecha en América latina

El sociólogo alemán Max Weber en su escrito la “Ética Protestante y el espíritu del capitalismo” nos acerca herramientas para analizar lo que hoy en día es el fenómeno del evangelismo y su vinculación con gobiernos conservadores de derecha en América Latina.

En primer lugar, Weber analiza la sociedad norteamericana de comienzos del siglo XX y pone en evidencia la funcionalidad que tenía la ética protestante a la generación de un espíritu de acumulación propia del capitalismo que emergía a pasos agigantados en aquella época.

La riqueza, el ahorro, la acumulación de bienes y la vida austera eran la garantía para poder ingresar al reino de los cielos. El tiempo era entendido como dinero y éste debía cuidarse. Producir la mayor cantidad en el menor tiempo era el objetivo al que todo cristiano debía llegar.

El evangelismo pentecostal también proveniente de los Estados Unidos, se corre de la relevancia otorgada a la vida austera que el protestantismo clásico sí profesaba, pero pone en el mismo lugar de centralidad al individualismo del creyente. No sólo porque lo habilita a profesar su fe de manera personal, sino porque esa fe siempre se verá privilegiada en tanto y en cuento se dé en abundancia. La “Teología de la Prosperidad” concepto central ya descrito es precisamente eso.

El evangelismo se sustenta en preceptos económicos liberales; hay una valoración de la riqueza como merecimiento por el trabajo y la productividad al punto tal que de ella se depende incluso, la bendición divina. La valoración hacia la propiedad privada va en esa misma dirección. Ahora, si bien las máximas del evangelismo se sustentan en preceptos económicos liberales, la lectura de cómo debería ser la sociedad y la cultura es, sin lugar a dudas, conservadora.

Una vuelta a valorar la familia como núcleo compuesto por parejas heterosexuales que no habilitan espacio para debatir igualdad de género, ni diversidad sexual. La intolerancia ante la diferencia ha llegado a que por ejemplo, Marcelo Crivella, obispo del Reino Universal de la Iglesia de Dios, elegido alcalde de Rio de Janeiro en 2016 redujera el presupuesto dedicado al Carnaval por oponerse a lo que su confesión profesa. (2)

La incompatibilidad que el catolicismo ha encontrado en que los líderes religiosos ocupen cargos públicos no resuena de la misma manera en el evangelismo pentecostal. En Brasil cuentan con representación en el Parlamento brasileño hace años y varios obispos y pastores ya ocupan cargos ejecutivos.

El evangelismo pentecostal es un actor político incipiente, pero no deja de ser un movimiento religioso poderoso que continúa sumando adeptos, principalmente en los sectores populares de nuestra América Latina.ç

¿A dónde desean llegar? está a la vista de Templo de Salomón en San Pablo, la Iglesia más monumental jamás construida. Alto.


(1) Licenciada en Relaciones Internacionales de la UNR, investigadora del CEIEP.

(2) Para mayor información chequear el artículo publicado por Nueva Sociedad de Jean-Jacques Kourliandsky
“Democracia, evangelismo y reacción conservadora” Abril- Mayo 2019. Disponible en:
https://nuso.org/articulo/democracia-evangelismo-y-reaccion-conservadora/