Por Lucas Paulinovich

El gobernador Omar Perotti va en busca de una base política ahí donde la hay. Con el lanzamiento de Hacemos Santa Fe se nutre la idea de un peronismo por la ruta 8, pero en dirección oeste. ¿Por qué Perotti mira a Córdoba? (NdE: aunque lo nieguen) Porque lleva al maíz como estandarte. El motor para el diseño de una red agroindustrial público-privado. Carne, grano y energía, con mediación de alta tecnología. La tabla periódica de los elementos productivos para una alquimia necesaria.

El país sojero se termina, subsiste en cátedras y sets mediáticos. Las potencialidades que emergen en el país del interior encuentran en Santa Fe una referencia. Desde los efectos por los intentos frustrados de Vicentin y la Hidrovía, el proyecto provincial reclama una visión propia de los temas nacionales que tuvieron a Santa Fe como epicentro. La disputa por el sentido del fracaso para la definición del programa de salida. El 2008 leído desde el margen. La distribución social del asado sintetizó el conflicto. La orografía del Frente de Todos y la perplejidad ante la conformación del partido del AMBA.

Pero antes de la coalición en formato cordobés, está el territorio inconcluso del peronismo santafesino. Con un objeto difícil: el progresismo urbano, aglutinado en torno al principal partido rosarino, el Frente Amplio de la UNR. El centro urbano iluminista es un hueso complicado para roer con los modales de la cuenca lechera. El desmarque es de arriba hacia abajo. El primer intento de diferenciación a través del status sanitario rosarino, en coordinación con el intendente Pablo Javkin, salió mal. El impacto vertical del cierre de exportaciones, en la provincia dio una nueva oportunidad.

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El gran inconveniente es el fenómeno ambiental que hace que el progresismo nacional, al mirar a Santa Fe, se refleje en el socialismo. Una comunión política de inspiraciones ideológicas y proyectos compartidos. Para eso, Perotti necesita recomponer lazos con los intendentes del cordón, nuestro conurbano, tras la fallida avanzada del exministro de Seguridad, Marcelo Saín. Reconstruir el ariete periférico para la toma del bastión final. Pero Rosario es el objetivo último. Primero tiene que alcanzar una síntesis para la Provincia, partida en norte y sur.

El obstáculo es cuando se piensa Santa Fe como si fuera Buenos Aires. Con la intromisión de la Rosario autopercibida CABA. Y el riesgo es convertir al justicialismo en la Cooperativa II. Un buró de dirigentes que terminan vencidos por un fenómeno que les nace en la cara. La búsqueda es hacia adentro: el rechazo al cierre de las exportaciones de carne se prolonga en la incorporación del Partido Fe y el Foro de los Pueblos Libres, las 50 comunas. Ahí el contrincante es el radicalismo. La estructura territorial que contiene quizás el mejor superclásico de las últimas décadas: Pullaro vs. Javkin.

El perottismo se prueba sobre una superficie heterogénea, para dar con un peronismo de características provinciales. Perotti intenta ponerle al peronismo otro idioma en la boca. El obrismo es una cultura política hecha de silencio y moderación: ahorro de imágenes y palabras. Una tradición provincial. Que casi rompe el histrionismo de Miguel Del Sel. Pero, Santa Fe, como la mayoría de las provincias, volvió sobre lo conocido. Si la pandemia fue un golpe de realidad para una humanidad enloquecida, en Santa Fe fue un golpe de provincianía. Y con esas características se deberá forjar algún futuro.

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Sin infraestructura propia y con una convulsión interna en la dirigencia del partido, intenta hacer pie en los sectores sociales que le puedan aportar volumen y una mínima noción del largo plazo. Antes que pelearse con los productores, necesita definiciones estratégicas sobre flujos y stocks. Cuando Perotti habla de su gestión, hace un listado de obras públicas. El desbalance de las cuentas y la carga del endeudamiento. Defiende los 20 mil millones en plazo fijo como una reserva de identidad. El equivalente a un mes de los sueldos ajustados.

El régimen económico basado en la sustentabilidad, en un contexto nacional que llama a la búsqueda de equilibrios -pero afronta una pandemia mundial-, es una estrategia de identificación propia. El logrado superávit en medio de la emergencia pone por delante el desafío de ejecutar el desarrollismo de capitales abiertos aprendido en el BID. La interpretación del rigor fiscal lo acerca, pero no lo une, al ministro Guzmán. Si la meta es potenciar los sectores competitivos, eso implica ajustar dónde se demanden dólares no tan necesarios. Pensando en el ahorro interno, es decir, provincial.

La dicotomía en torno al kirchnerismo y el macrismo aparece como fenómeno capitalino. Ese pivoteo del distribucionismo y la meritocracia emprendedora calza mal en comunidades que se ven como regiones productoras. Carne, leche, trigo, soja y maíz. Y las diversas producciones regionales. El cuerpo agroindustrial de la provincia, base material y electoral para cualquier posibilidad de proyección. Con una plataforma para el desarrollo tecnológico. La economía pensada desde la función de producción.

En un país que sufre la falta de dólares, Hacemos Santa Fe asoma con la convicción de que es el momento para posicionar a Santa Fe en el mundo. Pero antes hay que inventar el producto. Los socios de la Argentina, son los socios de Santa Fe. Y los temas de la Argentina, son los temas de Santa Fe. Es el problema de la inserción nacional para la política de la zona núcleo. El conflicto geopolítico al interior del Frente de Todos.