Por: Marcelo Chibotta 

Pedro ‘Pitu’ Salinas es concejal de Ciudad Futura, la fuerza política que sorprendió en las últimas elecciones cuando conquistó tres bancas del Palacio Vasallo.

En una entrevista exclusiva concedida a Conclusión, Salinas se refirió a la relación que desde su bloque buscarán establecer entre los proyectos originados en la comunidad y el aporte que podrá hacer el Estado.

En otro sentido, explicó que los 3 ediles de su bloque destinarán el 70 % del sueldo a los proyectos que se proponen sostener y desarrollar, y que crearán una página de ingreso libre para quien quiera ver el destino que les darán a los fondos que administrarán desde sus correspondientes cargos.

También expuso su pensamiento al respecto de lo que es para los integrantes de Ciudad Futura el ‘Socialismo del siglo XXI’ y que el 11 de diciembre de 2019 espera estar abrazando a Juan Monteverde como intendente de Rosario.

— ¿Cuáles son las primeras diferencias que ves entre hacer política desde una banca del Concejo, frente a la habitual forma en la que la hacías fuera de ella?

— Las diferencias son abismales. El ámbito al cual nosotros estamos más habituados tiene que ver con la militancia territorial autónoma ya que tiene una dinámica muy precisa y tiempos muy vertiginosos en los cuales vamos generando correlaciones de fuerza para que los proyectos que nos proponemos en el territorio puedan cristalizarse. Cuando hablo de proyectos, hablo desde el tambo hasta las escuelas de gestión social que tenemos, como así también al club Oroño en Villa Moreno. Ahí no median burocracias sino la voluntad del espacio político de Ciudad Futura que está llevando adelante esos proyectos. Muy por el contrario en la instancia estatal a la cual hace muy poquito arribamos hay una cierta autonomía, pero la política de representación implica que tengamos que interactuar con otros bloques políticos, y está bien que así lo sea, pero ahí hay una lógica corporativa y un lenguaje de comunicación que es muy distinto al que estamos habituados. Así y todo, el desafío es ver cómo se lleva cada vez más ese lenguaje de construcción más militante y de la autonomía que nosotros emplazamos en los territorios, hacia la institución estatal.

— ¿La elección de la presidencia del Concejo fue una muestra de esa diferencia?

— Había un escenario que estaba por demás de claro. Eran dos candidaturas, una expresaba la actual presidenta del Concejo, Daniela León, que sin ningún tipo de medias tintas tenía que ver con una lógica corporativa donde de alguna manera un sector del Frente Progresista decidió un acuerdo de gobernabilidad recostándose en el PRO. Esto quería decir que el PRO iba a acompañar, siempre y cuando se apruebe el presupuesto, que terminó siendo así de una manera vergonzosa, entre gallos y medianoche y con modificaciones sin ningún tipo de debate.

—¿Qué les quedó de esa experiencia?

—Desde nuestro lado y con un sector disidente de ese acuerdo de gobernabilidad, pretendimos crear a partir de la candidatura de María Eugenia Schmuck, que es una concejala crítica del espacio oficialista aunque pertenece a él, un Concejo mucho más amplio, más dialoguista y hasta con otras dinámicas que no tienen que ver con las lógicas corporativas que están instituidas en el Concejo. A partir de esa candidatura pudimos sostener un acuerdo disidente hasta llegar al recinto. Eso mostró que se podía construir política en el Concejo de otra manera, que se podía hacer algo distinto para romper con esta lógica corporativa. No se pudo dar, pero desde Ciudad Futura y desde la plataforma que se dio, pudimos generar otra impronta. Denunciamos un pacto de gobernabilidad que quedó demostrado por la aprobación del presupuesto y propusimos que el Concejo sea más abierto y dialogista, cosa que igualmente se dará por la característica variopinta que tiene.

— Volviendo a las características de las dos formas de armado político que citaste, ¿en el Concejo hay más o menos tensiones que en un barrio?

— Hay un dato objetivo. Nuestras construcciones territoriales se dan desde un colectivo autónomo. Construimos cuestiones para que el Estado apoye y subsidie en determinado sentido eso, como a las escuelas de gestión social, al tambo o a los clubes de barrio. Ahí hay una visión no externa del Estado porque lo que se procura es que tenga necesariamente que apoyar esos proyectos. Ahora, al otro ámbito de construcción es el Estado, nosotros lo buscamos, fuimos a elecciones, nos sometimos a las reglas democráticas, pensando que desde esa institución se pueden transformar muchas cosas, pero siempre a sabiendas de que las transformaciones estructurales que requiere la sociedad rosarina se van a dar en tanto y en cuanto podamos mantener esa virtuosa relación entre el adentro y el afuera, entre la institución pública no estatal, con avances legislativos en el Estado.

— En definitiva terminan siendo relaciones de poder…

— Todas lo son y en ese sentido decimos que ni un cambio superestructural en la lógica del Concejo va a generar los cambios estructurales que necesitamos, ni solo las escuelas de gestión social y el tambo en los barrios. Tiene que haber una imbricación entre ambas para lograr lo que siempre decimos que es generar una nueva mayoría social.

— ¿Qué factibilidad ves para que este Concejo, dada su alta integración de jóvenes y su diversidad de miradas, pueda comprometer su tarea con aquellas instancias de construcción social a las que aludís?

— Me parece que uno de los datos más interesantes de la composición del Concejo, no es tanto esta cuestión tan meneada del recambio generacional, sino que lo más interesante es la procedencia de sus integrantes. Hablo por el bloque de Ciudad Futura, de Edu Toniolli, de Marina Magnani o de Celeste Lepratti. Son compañeros que venimos de una experiencia militante y tenemos formas y lenguajes compartidos que tienen que ver con eludir determinadas rispideces que tienen que ver más con la corporación, para predisponernos a que cuando discutamos transporte, viviendas, seguridad  o lo que fuera, lo vamos a hacer desde un miramiento integral. Si uno mira de seis años a esta parte lo que sucedió por ejemplo con la explosión de la crisis de seguridad, en el Concejo no hubo ningún debate a ese respecto. Sabemos de concejales que lo han intentado, pero no se ha podido dar. Esta nueva composición no solo trae consigo la posibilidad de dar debates más integrales, sino que también de discutir diseños legislativos muchos más interesantes para la ciudadanía.

— ¿Considerás que la lógica de los que tienen experiencia militante tiene un aporte más significativo que la que pueden ofrecer aquellos que no vienen de la misma extracción?

— No sé si lo podría en términos de aportes más significativos, es un aporte nuevo y que está ausente. Consideramos que va a ser sumamente interesante porque no lo hubo nunca  y ello permitirá que encausemos de otra manera algunas discusiones de índole estructural. Eso solo de por sí no va a resolver nada, pero lo que sí nos iguala es la predisposición a volcar esos debates en el recinto. Más que significativo, el aporte que podemos hacer es el de un lenguaje nuevo que está mucho más cercano a la ciudadanía. Esta composición del Concejo se parece mucho más a la gente común. Esto siempre lo decimos en Ciudad Futura por el hecho de que estemos Juan (Monteverde), Caren (Tepp) o yo, que somos pibes laburantes, estudiantes, militantes, que tomamos el colectivo, nos cuesta llegar a fin de mes y sufrimos los mismos problemas que sufre cualquier ciudadano común. Entonces por eso decimos que lo interesante es que la democracia es gente común haciendo cosas fuera de lo común. Eso es lo que más nos interesa y apasiona.

— Muchos  dicen ‘bueno, estos entraron a una instancia de poder, se enriquecerán y les va a pasar lo mismo que a todos’. ¿Cómo te llevás con esta afirmación?

— Ya tomamos la primera medida al respecto y estamos preparando la segunda. Los tres concejales de Ciudad Futura vamos a donar el 70 % de nuestro sueldo al instrumento político y los integrantes del equipo técnico donarán también un porcentaje, de manera tal que tanto los concejales como quienes integran el equipo técnico, vamos a cobrar lo mismo. Y la segunda medida es la preparación de un soporte digital que se llamará Portal Transparencia, en donde van a estar publicados todos y cada uno de los números, desde los sueldos hasta en qué se hicieron las erogaciones presupuestarias. Cualquier ciudadano que tenga ganas de verlo podrá acceder.

— ¿Qué es el socialismo del siglo XXI al que ustedes aluden?

— Es la redefinición de lo que fue el fracaso del socialismo real del Siglo XX, cuya experiencia más a mano es la de la Unión Soviética. El socialismo del siglo XXI tiene la intención de no repetir esos viejos patrones de la izquierda tradicional, rígida, vertical, por lo general eurocéntrica y sin miramientos de procesos que se dan en suelo latinoamericano. Muchos de los aprendizajes los recogemos de la revolución bolivariana de Venezuela. Y después se va nutriendo de muchas otras cosas, como por ejemplo la experiencia de Podemos en España. Por eso, nosotros decimos que somos un espacio político de izquierda.

— En estos tiempos en los que muchos conceptos están puestos en cuestión ¿Qué es ser de izquierda para ustedes?

— Es tener tres o cuatro ideas fuerza que motiven una construcción política como la igualdad o la solidaridad, es anteponer determinados valores a la competencia desenfrenada y feroz del capitalismo. Para nosotros, el socialismo del siglo XXI y ser de izquierda hoy, es más hacer que decir. Hay una izquierda más tradicional, de esquema teórico que ya tiene todas las recetas formuladas y tienen que asaltar el Estado para llevarlas adelante y para nosotros la izquierda es todo lo contrario.

— ¿A qué te referís cuando decís que es todo lo contrario?

— A que es poder hacer lo que decimos y mostrarlo porque cuando en los barrios periféricos hay un tema central que también tiene que ver con la seguridad y los pibes no tienen contención, hicimos dos escuelas secundarias en Tablada y Nuevo Alberdi. Eso nos permitió decir que gestionamos mejor la educación que el socialismo, porque en nuestras escuelas prácticamente no hay tasa de deserción y en las provinciales hay entre un 60 y 70 %. Cuando decimos que pensamos la producción de manera distinta al socialismo es porque tenemos el único tambo que le queda a la ciudad y una fábrica láctea. Es decir que ya lo estamos haciendo. Entonces, ser de izquierda para nosotros es mostrar valores como la solidaridad, la cooperación, la igualdad, la justicia, como en el caso del triple crimen de Villa Moreno, más que un debate abstracto e ideológico, tiene que ver con la realidad concreta de la ciudadanía. Es poder llevar esos valores a una mayoría porque si no, la izquierda será siempre una secta minoritaria que en términos electorales ha sido siempre el 5 % del electorado. Para nosotros eso es un fracaso, es automarginarse de toda disputa política que pueda pensar una transformación radical de la sociedad. En definitiva, es hacer proyectos que sean capaces de enamorar a un conjunto mayoritario de la ciudadanía para ser gobierno en algún momento, lo decimos sin ningún tipo de tapujos. Nuestro objetivo para 2019 es presentar una alternativa de gobierno para la ciudad de Rosario.

— ¿Qué consideración hacés del gobierno de Mauricio Macri? ¿Hay que esperarlo como muchos dicen?

— Para nosotros no hay que esperar un segundo más, ya lo decíamos en la campaña, nosotros sin ser kirchneristas y sin que Scioli sea el más allegado a nuestros candidatos ni por asomo, salimos a hacer una campaña que era el ‘No Macri No’, precisamente con la intención de evitar un retroceso que es lo que vivimos durante estos 25 días de gestión. No nos sorprende porque es lo que dijimos que iba a pasar, pese a que muchos la llamaron la campaña del miedo o del terror. Es lo que escondían, pero que ahora lo dijeron con esto de la ‘ceocracia’, o sea, con el hecho de tener el país ‘atendido por sus propios dueños’. Sabíamos que se iba a tomar endeudamiento externo, que la liberación del cepo al dólar iba a trasladarse automáticamente a los precios y por ende a una devaluación del 40 % del peso que afecta a los salarios. Esto se va a profundizar lamentablemente y no va a ser auspicioso para la mayoría del pueblo de la Nación. El problema es como construimos una sensibilidad mayoritaria para que esto que está haciendo Macri tenga algún tipo de reproche público. Esa también es una apuesta que hay que pensar. Es el retorno al neoliberalismo, de la forma más recrudecida posible y lo que hizo hasta acá no innova lo que esperábamos, aunque sí lo que nos sorprendió es que lo haya hecho con un grado de velocidad tan intenso.

— ¿Qué te ves haciendo el 11 de diciembre de 2019?

— Abrazando a Juan Monteverde y felicitándolo por ser el primer intendente del socialismo del siglo XXI en la Argentina.

Foto: Salvador Hamoui