Para salir del rincón del ring en el que quedó después de la última corrida cambiaria, elgobierno nacional recurrió a una batería de eslóganes de tono positivo y esperanzador, dandopor sentado que ocurrirán éxitos incomprobables, como ya lo fueron los brotes verdes, la baja de la inflación, un boom de inversión privada, baja de la desocupación y pobreza cero.

La devaluación de su propia palabra por primera vez afectó la construcción discursiva defuturo, confianza y respaldo de Cambiemos, al menos entre quienes lo votaron en 2015 y 2017. Esa fortaleza en el decir, convencer y fidelizar, que en muchos momentos funcionó como rueda de auxilio cuando le faltó política ahora está en tela de juicio, justo cuando el libreto empieza a agotarse: Cambiemos insiste en la herencia recibida; en difuminar sus responsabilidades entre “los argentinos” y “la Argentina” a los que asigna la culpa de que “hace 70 años que vivimos en déficit” o a los que reta con consignas como “esta tiene que ser la última crisis”. Como si las políticas gubernamentales de casi 3 años no tuvieran relación con el crac de estos días.

¿Se le puede creer al gobierno que esta fenomenal crisis no es más que el reseat para una especie de “ahora sí va en serio”? La idea no concuerda, una vez más, con el magistral eslogan “Haciendo lo que hay que hacer”. Al final parece que no era lo que había que hacer, o no se
hizo bien, o no fue suficiente.

Para los que dudan si creer de nuevo o no, va un sobrevuelo a grandes rasgos de parte del archivo: apenas cinco grandes… digamos… “promesas” incumplidas de Cambiemos.

1-“Estamos bajando la inflación”

Fue el caballito de batalla durante todo 2017 y en especial en la campaña electoral. El argumento parecía irrebatible, aunque escondía una trampa: ese año la inflación fue 26,1% según el índice de Ciudad de Buenos Aires. Bajó en relación a la inflación del primer año de Cambiemos, que llegó a 41% según la misma medición (utilizada ante la ausencia de cifras confiables de Indec, pero quedó en términos similares a 2015, cuando fue de 26,9 (22,1 de enero a noviembre y 4,8 en el primer mes de Macri).

En 2018 las proyecciones públicas y privadas fijan entre 42 y 50% el IPC nacional. Con lo cual es muy probable que en la campaña 2019, haciendo gala de la capacidad para disociar discursooficial y realidad, se insista en que el gobierno está bajando la inflación, lo que será “verdad” si se parte de 42% de este año. Lo que no se cumplirá ni cerca es la promesa de reducirla en relación al gobierno anterior.

2-“Este es el gobierno más federal de la historia”

El gobierno sostiene que incrementó los recursos a las provincias. Los números lo corroboran, pero lejos está de ser mérito del gobierno. Santa Fe, San Luis y Córdoba cobran el 15% más de coparticipación desde los primeros días de diciembre de 2015 en cumplimiento de la orden de la Corte Suprema de Justicia. Lo que sí hizo el actual gobierno es negociar con las 21 provincias restantes la restitución progresiva de ese mismo porcentaje en un plazo de 4 años.

Sin embargo, la apropiación de los recursos del Fondo Sojero y la pretensión de eliminar latarifa social eléctrica y los subsidios al transporte (dinero que en todos los casos se los queda Nación) neutralizan los recursos recuperados tras una década en el histórico litigio en la Corte
nacional.

En los casos de Santa Fe, San Luis y Córdoba, a pesar del fallo firme, Nación no resolvió un plan de pago de la deuda histórica. 54 mil millones de pesos sólo en el caso de nuestra provincia. Lo que sí mejoró, aunque no al punto de poner en igualdad de condiciones, es la brecha entre los subsidios a Capital Federal y Gran Buenos Aires con los del resto del país en materia de servicios públicos. Por lo demás, no hubo modificaciones en el manejo discrecional de fondos no coparticipables.

Es decir recursos que no se giran automáticamente por ley a provincias y municipios. El caso más conocido es el de los Aportes del Tesoro Nacional. Este tipo de dineros siguen favoreciendo en altísima proporción a gobiernos afines.

3-“Las obras públicas se empiezan y se terminan en los plazos prometidos”

Fue eje central de la plataforma electoral de Cambiemos. Sin embargo ninguno de los grandes proyectos de desarrollo prometidos se hizo realidad, salvo los que venían con financiamiento externo gestionado por el gobierno anterior (por ejemplo la renovación del Belgrano Cargas o el Programa de Mejoramiento Barrial para urbanización de asentamientos). Con presupuesto propio se financiaron obras de mediana y baja escala, como canalizaciones de arroyos y repavimentación de algunas rutas.

Si bien la promesa de inversiones para reactivar la economía fue un fiasco, hubo sectores estratégicos que consiguieron buenas condiciones de negocio. Para esos casos puntuales se espera crecimiento de producción e infraestructura, como extracción hidrocarburífera en Vaca Muerta, ganadería y proyectos de energías renovables.

Para el caso Santa Fe el saldo es negativo. El latiguillo del ministro de Transporte, el presidente y sus referentes locales de que Santa Fe es la provincia más privilegiada en obra pública es inconstatable e invisible. Particularmente la reparación de rutas y la conversión de algunas de ellas en rutas seguras o autopista. Algunas promesas sólo tuvieron como novedad que fueron corregidas a la baja, como la ruta nacional 11; y otras, como las autopistas 33 y 34, se paralizaron apenas iniciadas. Se anunciaron jardines de infantes, pero algunos quedaron a medio hacer y otros ni se licitaron.

A diferencia de la etapa kirchnerista, hubo proyectos importantes de viviendas, aunque por debajo de la escala que el presupuesto nacional permitiría. No sólo no se terminan las obras, sino que las prometidas muy pocas empezaron.

4-“No se puede vivir de prestado”

Desde que llegó al gobierno, Macri vivió de prestado. Para atender el déficit aumentó en 90 mil millones de dólares la deuda soberana en dos años, dólares que se quemaron en gasto corriente y se esfumaron en corridas cambiarias y fuga de capitales. La praxis del gobierno no pudo ser peor: Argentina vuelve a estar comprometida con su deuda, perdió su condición de sujeto de crédito –salvo por el FMI, quien con reservas libera fondos en cuentagotas a cambio de la cesión de buena parte de la conducción económica y la política monetaria–, debe 90 mil millones más y la infraestructura para el desarrollo y la competitividad no se hicieron. Por el contrario, la consecuencia es un ajuste que frena más todavía la obra pública y desfinanció el sistema científico tecnológico (imprescindible para salir de la exportación de productos
primarios) prácticamente hasta su paralización y a las provincias. Ahora el déficit cero no es para crecer con “virtuosismo, sino para dar garantías de pago a los acreedores ante el riesgo concreto de default.

5-“Pobreza cero”

Sea como promesa lineal o como, después se dijo, objetivo a futuro, Cambiemos terminó gobernando en sentido contrario. Recesión en tres de los cuatro años de gestión y 41% de inflación en 2016 y entre 42 y 50% proyectado para este año. El propio presidente avisó que “habrá más pobreza”. Y si algo repitieron hasta el hartazgo funcionarios y ministros cuando eran oposición y luego como gobierno, es que la inflación es una fábrica de pobres; o “la inflación es el peor impuesto para los pobres” y otras descripciones del estilo. A confesión de parte, relevo de pruebas.