Por Alejandro Maidana

Respirar libremente en Suardi se ha transformado en una verdadera quimera, algo que comparado al altísimo nivel de cáncer (el doble de lo normal), parecería un suceso menor, de no ser por la correlación de ambas.

Este pueblo devenido en ciudad, ha contemplado como el crecimiento exponencial del mismo, lo empujaba a experimentar las problemáticas que traía consigo el “progreso”. La actividad agrícola a base de transgénicos y agroquímicos, traería consigo un cambio de paradigma demoledor para todos aquellos que fueron empujados a ser prisioneros de un modelo de producción depredador de la salud en todo su esplendor.

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El predio del ferrocarril, alberga empresas cerealeras que debido a sus continuas cargas y descargas, esparcen por el aire un polvillo repleto de químicos nocivos para la salud, que caen en forma de lluvia apocalíptica sobre los cuerpos de aquellos que son considerados solo un número más, por los padres de la desidia.

La empresa Fresuar se ha convertido en una verdadera pesadilla las 24 hs del día. A escasos metros de los barrios linderos, los casos de urticaria en la piel y afecciones respiratorias, son una constante para los vecinos que abrazan la desesperanza y el cansancio por el silencio cómplice del Estado.

“Estamos cada día peor, la sensación de angustia e impotencia es muy grande”, de esta manera comenzaría el diálogo con Conclusión, Milagros Moreyra, una vecina convertida en estandarte que no piensa bajar los brazos.

La actividad sostenida en los silos de Suardi, ha empujado a un importante grupo de habitantes a tener que alzar la voz, para muchos, sería la primera vez. “No creo estar errada, pero recuerdo que no mucho tiempo atrás la actividad en los silos no superaban los 4 meses, hoy llevan más de 6 y parece ir en crecimiento. La constancia en el funcionamiento de las secadoras de cereal, debido al recalentamiento de las mismas, han producido al menos 4 focos de incendio en solo un mes”, sostuvo Moreyra.

Cuando el enemigo llega a través del aire, “el barrio en el que más impacta la contaminación, tiene solo dos cuadras. Aquellos que vivimos en el sector oeste, debemos soportar todo lo que trae consigo el viento que llega desde el este. Si bien esto no quiere decir que el polvillo en suspensión afecte a otros sectores, ya que los agrotóxicos son incontrolables en la deriva, nosotros somos los máximos damnificados”.

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Aquellos que deben  tolerar los designios de un inescrupuloso empresariado, y servil Estado, solo pueden disfrutar de los domingos sin ruidos molestos, y de un aire medianamente liberado de pestilencias. “El lunes a partir de las 6 de la mañana se renueva el calvario, los habitantes de Suardi llevamos una vida respirando muerte. Hoy no solo nos invaden los casos de cáncer, las enfermedades renales y pulmonares comienzan a masificarse de manera escabrosa. Tenemos a muchos trasplantados que intentan recuperarse en este ambiente, lo que resulta una verdadera utopía, ya que a estos tipos no les importa absolutamente nada, las empresas Fresuar y Balsuar son la misma mierda que incumplen con las ordenanzas estipuladas gracias a la falta de control estatal”.

El hartazgo ha llegado a su punto cumbre, “tanto el intendente Hugo Boscarol como la secretaria de medio ambiente, Carina Campana, nos han abandonado a nuestra suerte. Es más que evidente que no cumplen con lo que estipula la Constitución, ellos son los responsables máximos de todo lo que sucede en Suardi en torno a las violaciones de los derechos ambientales y por ende, humanos”, concluyó la vecina.

Un dato sumamente importante para poder comprender la realidad de Suardi

El proyecto de Ley para erradicar los silos cerealeros de las zonas pobladas de la provincia, presentado por la diputada provincial Silvia Simoncini, acompañado por la firma de Carlos del Frade, Patricia Chialvo y otros legisladores, tuvo prácticamente nula repercusión en las comisiones de ambiente y salud en donde debía ser tratado, perdiendo vigencia en la Cámara.

“Salvo quienes impulsaron la normativa, nadie en la Legislatura santafesina se anima siquiera a mencionar el problema, menos a buscarle una solución. Si bien es un tema que involucra la responsabilidad de los gobiernos locales, es imprescindible el respaldo y la fuerza del conjunto de instituciones del Estado para ponerle coto al agrocontaminante, y generar medidas de resguardo efectivas para la población expuesta”, sostuvieron desde la agrupación Vecinos Fumigados de la provincia de Santa Fe.