Durante la madrugada de este miércoles volvieron a registrarse episodios violentos contra choferes y pasajeros de colectivo en distintos puntos del territorio bonaerense. La seguidilla no solo enciende alarmas, también motoriza especulaciones. Dados los últimos acontecimientos, algunos sectores del entramado político se plantean si los mismos no estarán destinados a socavar al Gobierno de la provincia de Buenos Aires o al Ejecutivo de Capital Federal.

En esta oportunidad, los ataques fueron al menos cuatro y generaron un paro en distintas empresas que abarcan el Área Metropolitana de Buenos Aires a partir de una decisión tomada por los delegados de las diferentes líneas. La especulación en este punto analiza el -al menos- triple impacto del escenario generado por los hechos violentos. Por un lado, difunde la idea de una inseguridad en alza; por otro, altera a los colectiveros, que se sienten altamente expuestos a repetir situaciones semejantes; y, en tercer lugar, enfurece a los usuarios del transporte, que se quedan sin servicio y apuntan directamente a los gobiernos.

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La primera de las agresiones relatadas en las últimas horas ocurrió cerca de la medianoche, cuando un conductor de la línea 23 de la empresa La Perlita de Moreno iba a realizar un recorrido a la localidad de Cuartel V, donde limitan los municipios de Moreno y José C. Paz.

En ese lugar, dos personas pararon el colectivo; subieron, y tras estar unas cuadras arriba le robaron al chofer y le pegaron un culatazo en la cara, a pesar de que les entregó todo lo que llevaba encima, incluso las zapatillas. Uno de los compañeros del agredido contó que la víctima tuvo que ser asistido con un corte en su rostro.

Algunas horas más tarde, un coche de la línea de 57 de Camino del Buen Ayre terminó atacado a piedrazos por tercera vez en los últimos días. Esta vez el hecho ocurrió en la localidad de General Rodríguez, pero todos los colectiveros de la empresa aseguraron que son situaciones que se reiteran constantemente. Según cuentan, suelen tirarles piedras para que lograr que paren y ahí asaltarlos.

El tercer episodio violento ocurrió en el barrio Ejército de Los Andes de la localidad de Ciudadela, donde un conjunto de personas asaltó a un colectivo de la línea 161 y el chofer ligó un culatazo.

Por último, dos choferes de la empresa de colectivos La Cabaña fueron agredidos esta madrugada en el marco de un asalto y, ante la situación de inseguridad que viven a diario, los trabajadores iniciaron un paro por tiempo indeterminado.

El hecho ocurrió en las inmediaciones del barrio Puerta de Hierro en la localidad bonaerense de Ciudad Evita y la medida de fuerza la llevan a cabo colectiveros de las líneas 172,174, 242, 298, 317, 624 y 635.

El violento hecho de inseguridad ocurrió a diez días del crimen del colectivero de la línea 620, Daniel Barrientos, y el paro realizado por los choferes de las citadas líneas se suma al que llevan a cabo los trabajadores de Metropol en todos sus ramales.

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La medida de la mencionada empresa ya lleva varios días y afecta a las líneas 65, 90, 151, 176, 194, 195, 228, 237, 276, 310, 322, 326, 327, 336, 365, 386, 392, 448, 503, 504, 507, 510 y 670.

El nombrado asesinato de Daniel Barrientos -ocurrido a inicios de mes- también había quedado envuelto en varias especulaciones por varias de sus características particulares. Fue el propio ministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, quien instaló en principio algunas sospechas. «Es muy llamativo, nadie roba con dos vehículos de apoyo un colectivo con un armamento que no es el habitual para este tipo de delito, lo mismo con la munición, que solo la utilizan los profesionales porque la caja de esas municiones sale carísima. Además Daniel fue ejecutado. Los testigos dicen que no fue un robo. Subieron y desde ahí mismo lo fusilaron», manifestó en una entrevista con C5N.

«Esto no fue un simple robo. Estas situaciones pasan cuando la persona se defiende», acentuó, antes de pasar a relatar la golpiza que recibió cuando quiso dialogar con un grupo de compañeros de Barrientos en la bajada de General Paz y la Avenida Juan Manuel de Rosa. Los golpes lo dejaron con heridas visibles en su rostro y distintas partes de la cabeza, una situación que tampoco considera simplemente asociable a un ataque de cólera de los colectiveros.

«Cuando llegué al lugar me dijeron ‘esto es una emboscada, se pudre todo’, pero siempre voy al frente. Para mí huir no es una opción. Estaban ahí reunidos (los compañeros del chofer asesinado) y querían hablar conmigo. (Pero) cuando vi las caras me di cuenta que era gente que venía a provocar y, mientras los enfrento, siento que me pegan desde arriba. Entonces lo primero que busco es la pared para tener por lo menos un flanco protegido y mientras tanto era piña y patada, piña y patada», repasó.

La seguidilla de estos eventos, que en algunos casos tienen consecuencias trágicas como en el caso de Barrientos, son entendidos por algunos analistas políticos como una posible estrategia para socavar a las distintas administraciones ejecutivas la provincia de Buenos Aires y la Ciudad. La escalada de violencia carcome los cimientos de la paz social y genera un malestar ciudadano de múltiple impacto que señala directamente a quienes tienen responsabilidades de gobierno.