Entre 1961 y 1965 la Virgen María se apareció varias veces ante un grupo de cuatro niñas en la localidad española de San Sebastián de Garabandal. Estos hechos tomaron trascendencia histórica dentro del catolicismo, ya que permitieron tener registro sonoro, aunque efímero, de la Santa Madre.

La grabación que capturó las palabras de la Virgen data de agosto de 1961. En una tarde de verano, la Santa Madre llamó a Mari Loli y Jacinta –dos de las cuatro niñas–, quienes subieron corriendo hacia un pinar ubicado en las afueras del pueblo, seguidas por 60 o 70 personas.

Uno de los individuos que siguió a las niñas fue el psiquiatra Ángel Domínguez Borreguero, quien llevaba un grabador a pilas y lo usó con la esperanza de registrar las palabras de la Virgen.

Cuando llegaron al pinar, todos se pusieron de rodillas, se persignaron y empezaron a rezar el rosario. Al poco tiempo, las niñas empezaron a hablar con la Virgen.

Al terminar la charla, contestaron varias preguntas de quienes las rodeaban. Entonces se dieron cuenta de que a sus pies había un grabador, algo que nunca habían visto.

Ante el descubrimiento, el doctor Domínguez Borreguero les hizo oír varias cosas grabadas en la cinta. Les explicó de manera muy elemental que era una cajita que había traído para recoger su charla con la Virgen y les dijo: “Si ven otra vez a la Virgen, díganle que hable por aquí”.

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Y mientras Mari Loli tenía el micrófono en la mano, las dos volvieron a caer instantáneamente en éxtasis.
La niña le contó a la Virgen que un hombre asistió con una “cosa que captura todo lo que se habla” y, alargando el micrófono hacia arriba, le decía a la Virgen: “¿Por qué no dices algo, para que todos te oigan, para que la gente crea? Anda, di algo”.

Las niñas le insistieron como tres o cuatro minutos, pero finalmente dijeron que la Virgen había sonreído y dicho que no diría nada a través de la grabadora.

Pero la sorpresa llegó cuando los presentes se disponían a marcharse del pinar. Alguien sugirió que el médico active el grabador para ver cómo se había tomado la voz de las niñas.

Al poner en funcionamiento el aparato, escucharon a las niñas hablando con una voz muy suave y, cuando llegaron al momento en que las pequeñas insistían para que la Virgen diga algunas palabras, salió una voz alta, fuerte, de mujer, muy dulce, que contrastó con las de sus interlocutoras y dijo: “No, yo no hablo”.

Mari Loli y Jacinta exclamaron a la vez: “¡Es la voz de la Virgen!”.

Y todos quedaron emocionados y empezaron a gritar: “¡Milagro, milagro, esto hay que llevárselo al Papa!”.

Una vez que pasó el bullicio, alguien pidió que se repita la escucha, pero cuando la grabación llegó al mismo pasaje donde la niña insiste en que la Virgen hable, ya no se oyó ninguna voz que dijera “no hablo”. La gente quedó consternada.

Seguidamente, Mari Loli, Jacinta y algunas otras personas concurrieron a la casa de Conchita –otra de las niñas que a había presenciado apariciones– y, cuando le mostraron la grabación, nuevamente se escuchó la voz de la Virgen.

Al escucharla, Conchita sonrió y dijo que era la Virgen la que hablaba. Pero cuando repitieron el audio por segunda vez, ya no se volvió a oír la voz de la Virgen.