Los sueños han sido siempre medios a través de los cuales el Cielo comunicó mensajes. Son famosos los sueños de Jacob y de San José, por ejemplo. Y Don Bosco profetizó el futuro de la Iglesia Católica a través de un sueño, al que calificó como una parábola. Y lo hizo pensando especialmente en nuestro tiempo.

Se trata del famoso sueño de las Dos Columnas, que por un lado es un presagio de lo que está pasando y pasará en la Iglesia a partir de los sucesos del siglo XX. Y por otro lado, muestra vívidamente cuáles son las estrategias que producirán el triunfo de la Iglesia de Cristo.

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A continuación, se detalla sobre cuál es la guía invalorable que da el sueño de las Dos Columnas de Don Bosco para el momento actual de la Iglesia.

En mayo de 1862, Don Bosco vio una gran batalla en el mar. La barca de Pedro, pilotada por el Papa y escoltada por barcos de menor tamaño, debía contrarrestar el asalto de muchos otros barcos armados con armas físicas y espirituales.

Los vientos contrarios y el mar agitado parecían favorecer a los enemigos. Pero en medio del mar, había dos columnas muy altas. En la primera había una gran Hostia, la Eucaristía estaba en la cima. Y en la otra había en la cúpula una estatua de la Virgen María Inmaculada, con el letrero Auxilio de los Cristianos.

De ambas columnas pendían numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas para que la nave quedara amarrada sin riesgos. Era una clara invitación a la seguridad.

Ante el terrible ataque de los enemigos, el Papa, quien dirige la Barca de Pedro, convocó a todos los pilotos de las naves menores, los obispos y cardenales, a un consejo en la nave capitana, para decidir qué hacer ante el ataque.

Pero como las condiciones del clima se volvían peligrosas, los comandantes de las naves menores fueron enviados de nuevo a sus naves sin ningún resultado visible.

Luego vino una brisa marina, proveniente de las dos columnas, que reparó parcialmente el daño. Y de inmediato el Papa llama a un nuevo consejo.

Pero los enemigos atacaron de nuevo furiosamente. El Papa cae gravemente herido, pero luego se levanta. Y luego es herido una segunda vez, y esta vez muere, mientras los enemigos se regocijan.

Inmediatamente es elegido un nuevo Papa, que aferra fuertemente entre sus manos el timón de la nave capitana, poniendo rumbo decidido hacia las dos columnas. Mientras los enemigos comienzan a desanimarse.

Entonces la nave capitana del Papa logra amarrar el barco a la columna donde estaba la Santa Hostia y a la que tenía a la Virgen María Auxilio de los Cristianos.

Y cuando sucede esto, se produjo una gran confusión entre los barcos enemigos dispersándose y chocando entre sí, hundiéndose y destruyéndose en cadena.

Y por otro lado, otras naves que por miedo al combate se habían retirado y se encontraban distantes observando los acontecimientos, al ver la derrota de las naves enemigas, navegaron aceleradamente hacia las dos columnas y allí permanecieron tranquilas y serenas en compañía de la nave capitana dirigida por el Papa.

Y entonces reinó la calma absoluta en el mar.

¿Qué dice esta profecía de Don Bosco?

Como todas las profecías católicas se trata de verdades que no se agotan en un tiempo histórico, sino que suceden más de una vez.

Cuando San Juan Bosco explicó su sueño comentó: “Preveo que algunas de las pruebas más grandes en la historia de la Iglesia Católica serán en el próximo siglo”. Estaba hablando del siglo XX.

Dijo además que, “Dios está dando solo dos medios para defender a Su Iglesia. La primera es la devoción a Jesús en el Santísimo Sacramento. Y el segundo es la devoción a Nuestra Santísima Señora”.

Y agregó, “Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación de lo que tiene que suceder. La Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento”.

El Sueño de las Dos Columnas muestra que los enemigos tenían todo tipo de instrumentos para el ataque, armas físicas y espirituales como libros.

Y atacan furibundamente a la barca de Pedro, quien tiene por delante, y en forma visible, las dos columnas, las dos referencias que el Cielo le muestra para anclarse en forma segura.-

Una es la eucaristía, o sea la presencia de Jesucristo invisible entre nosotros.

Y la otra es la devoción a la Santísima Virgen, que como sabemos tiene la conducción del Pueblo de Dios, como Corredentora, en los Tiempos Finales.

Esto fue explicitado en las Apariciones de Fátima, y en muchas otras más.

El Sueño muestra también que en medio del furibundo ataque de los enemigos, de tiempo en tiempo viene una brisa fresca desde las columnas que ayudan a los cristianos. O sea que en medio de la batalla Dios está presente actuando, consolando a sus hijos y preservándolos.

Pero en medio de la lucha, y en lugar de aferrar fuertemente el timón para dirigirse hacia el lugar seguro de las columnas de la Eucaristía y la Virgen María, el Papa llama a un consejo de obispos y cardenales, que tienen que interrumpir por un ataque redoblado del enemigo.

Y luego, cuando sucede un oasis de cierta tranquilidad llama a un segundo consejo.

Y este es interrumpido nuevamente porque el Papa es herido, se recupera, y luego es herido una segunda vez y muere.

Esta es una alusión clara al Sínodo de la Sinodalidad que pareciera que intenta inventar la rueda, desviando enorme cantidad de esfuerzos y recursos, y generando confusión e incertidumbre entre los cristianos

Entonces en el sueño de las Dos Columnas es nombrado un nuevo Papa, que toma férreamente entre sus manos el timón de la nave capitana.

Y entonces la profecía dice que los enemigos comenzaron a desanimarse.

Y logra amarrar la nave entre las dos columnas, la Santa Hostia y la Santísima Virgen.

O sea que cuando el Papa pierde tiempo en consultas e indecisiones sobre cómo defenderse, en vez de mirar lo que ha hecho la Iglesia en los últimos 20 siglos, es herido y muere, o sea que se vuelve inefectivo y pierde.

En cambio, cuando no pierde tiempo y esfuerzos en consultas sobre lo que hay que hacer para combatir a los enemigos, toma férreamente el timón y se enfoca solamente en las dos columnas históricas de nuestra fe, es que viene el triunfo.

Y el triunfo se produce de una manera misteriosa, como ha pasado tantas veces en la historia, por ejemplo, más recientemente con el comunismo soviético a través de la caída del muro de Berlín.

Misteriosamente el enemigo pierde fuerza y se dispersa. Y por otro lado, este hecho fortalece de otra forma adicional a la Iglesia.

Porque aquellos que no sabían qué posición tomar, que estaban consumidos por la duda, que tenían miedo, ahora se acercan nuevamente a la Iglesia y el triunfo se consolida aún más.