El papa Francisco denunció el «crimen» del daño a la Amazonía y a los pueblos originarios, condenó el extractivismo mineral y forestal como «instrumentos que matan» y, en una nueva exhortación dedicada al pulmón verde sudamericano, reclamó que «el interés de unas pocas empresas poderosas» no esté sobre «el bien de la humanidad entera».

En el documento «Querida Amazonía», publicado hoy por el Vaticano, el pontífice repasa con un fuerte contenido social, en 111 puntos, sus impresiones sobre la reunión de obispos dedicada a la región que se hizo en octubre pasado.

«Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida», planteó Jorge Bergoglio en su nueva exhortación, su cuarta como Papa, en un texto en el que proliferan las citas de poetas amazónicos junto a artistas como el chileno Pablo Neruda y el peruano Mario Vargas Llosa.

Si bien la nueva exhortación no presenta referencias explícitas a temas polémicos como la posible ordenación de hombres casados, el Papa sí convoca a la Iglesia a dejarse «enriquecer e interpelar» por la lectura del documento conclusivo del Sínodo sobre la Amazonía que el año pasado incluyó ese pedido de los participantes para algunas zonas puntuales.

En un texto en el que conviven el análisis pastoral con el social, Bergoglio denunció hoy que «los intereses colonizadores que expandieron y expanden, legal e ilegalmente, la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas».

«A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen», propuso en uno de los pasajes más enfáticos de la exhortación.

«Cuando algunas empresas sedientas de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras, a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata», denunció en esa dirección.

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En un guiño a su antecesor Benedicto XVI, Francisco recuerda que el papa emérito ya había denunciado «la devastación ambiental de la Amazonia».

En ese marco, aseveró que «se suele acudir a recursos alejados de toda ética, como penalizar las protestas e incluso quitar la vida a los indígenas que se oponen a los proyectos, provocar intencionalmente incendios forestales, o sobornar a políticos y a los mismos indígenas», al tiempo que denunció que estas prácticas se acompañan «de graves violaciones de los derechos humanos y de nuevas esclavitudes que afectan especialmente a las mujeres».

«No podemos permitir que la globalización se convierta en un nuevo tipo de colonialismo», propuso Bergoglio.

Además, en un llamado a la relevancia global del área, sostuvo que «el equilibrio planetario depende también de la salud de la Amazonia».

«El interés de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima del bien de la Amazonia y de la humanidad entera», reclamó.