El Papa Francisco lamentó este domingo que los vientos de la guerra «soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo» y llamó a que «no se ceda a la lógica de las armas y del rearme». También pidió que se abra la «posibilidad del acceso de ayuda humanitaria a Gaza».

«La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón», manifestó el Sumo Pontífice asomado al balcón de la logia central de la basílica de San Pedro ante unos 100.000 fieles para la bendición del Urbi en Orbi.

Del mismo modo, reclamó «un intercambio de prisioneros» entre Rusia y Ucrania en la Pascua de Resurrección al tiempo que solicitó que se abra la «posibilidad del acceso de ayuda humanitaria a Gaza». Exhortó «a la rápida liberación de los rehenes» israelíes secuestrados el pasado 7 de octubre por Hamas.

«Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones. A la vez que invito a respetar los principios del derecho internacional, hago votos por un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania: ¡todos por todos!», declaró el Pontífice».

El Pontífice se refirió así a las «rocas pesadas» que hoy «cierran las esperanzas de la humanidad», como «la roca de la guerra, la de las crisis humanitarias, la de las violaciones de los derechos humanos o la del tráfico de personas».

Por ello, pidió a Dios que a través del «sepulcro vacío» abra «el camino de la vida en medio de la muerte», «el de la paz en medio de la guerra», «el de la reconciliación en medio del odio» y «el de la fraternidad en medio de la enemistad».

«Sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo y acusan a los demás», agregó.

 

El Papa aprovechó -como es habitual- la bendición apostólica para enumerar los conflictos abiertos en el mundo, comenzando por los de Israel con Palestina y Ucrania.

«No permitamos que las hostilidades en curso continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños», remarcó y reiteró que la guerra es siempre «un absurdo y una derrota».

Por otro lado, instó a no olvidarse de Siria, «que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de una guerra larga y devastadora» y al Líbano, «afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel».

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El Papa también se refirió a la Región de los Balcanes Occidentales, donde se están dando «pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo» y ha pedido que «las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero».

Asimismo, alentó «las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo».