El Dicasterio para la Doctrina de la Fe, hizo pública este lunes 8 de abril, la Declaración Dignitas Infinita, (dignidad infinita), un documento que conmemora el 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y reafirma «lo imprescindible del concepto de dignidad de la persona humana en el seno de la antropología cristiana».

«Dignitas infinita» incluye desde la guerra a la pobreza, la violencia contra migrantes y mujeres, el aborto, la maternidad subrogada y la eutanasia, la teoría de género y la violencia digital. El título del Documento está tomado de un saludo de San Juan Pablo II, en un ángelus para personas con discapacidad en la catedral de Osnabrück, Alemania, el 16 de noviembre de 1980. Respecto a esta última cuestión, el Vaticano alerta sobre cuestiones específicas como el “ciberbullying”, la “difusión de la pornografía” y la “explotación de personas con fines sexuales o mediante el juego”.

Tres capítulos ofrecen los fundamentos de las afirmaciones contenidas en el cuarto, dedicado a “algunas graves violaciones de la dignidad humana”, y que incluye una serie de temas clave del magisterio pontificio reciente que flanquean a los bioéticos.

En la lista «no exhaustiva» que se ofrece, -se lee en la nota del Vaticano- entre las violaciones de la dignidad humana, junto al aborto, la eutanasia y la maternidad subrogada, aparecen la guerra, el drama de la pobreza y de los emigrantes, y la trata de seres humanos. El nuevo texto contribuye así a superar la dicotomía que existe entre quienes se centran exclusivamente en la defensa de la vida naciente o moribunda olvidando tantos otros atentados contra la dignidad humana y, a la inversa, quienes se centran sólo en la defensa de los pobres y los emigrantes olvidando que la vida debe ser defendida desde la concepción hasta su fin natural.

En ‘Dignitas infinita’ se recoge que la dignidad humana se adquiere al ser creados a imagen y semejanza de Dios, frente a quienes sostienen que esta dignidad solo es propiedad de aquellos que son capaces de razonar. Una idea que, apunta el texto, excluiría a niños o personas dependientes: “El niño no tendría dignidad personal, tampoco el anciano dependiente, ni siquiera aquellos con discapacidad mental. La Iglesia, insiste en que la dignidad de toda persona humana permanece más allá de toda circunstancia”, subraya.