Uno de cada cinco templos cristianos en Holanda ya no se usa como un centro de culto, sino que tiene otros usos, bien culturales, bien empresariales.

Según recogía recientemente el periódico Trouw, de los 6.900 edificios catalogados arquitectónicamente como iglesia (la mayoría de ellos protestantes o católicos), alrededor de 1.400 se utilizan para fines que no son el culto a Cristo.

De esos otros fines, el 30% se utiliza para viviendas (apartamentos, etc.), el 20% para fines culturales y sociales y el 15% se ha transformado en oficinas y empresas.

Los templos históricos, anteriores a 1800, se han mantenido en manos eclesiales (católicas o protestantes) y los templos que se dedican ahora a otros fines fueron construidos entre 1800 y 1970.

Las comunidades católicas intentan mantener el culto en el edificio con más esfuerzo que las protestantes, ya que le dan un valor sacramental y sacro especial, mientras que los protestantes no dan tanta importancia al edificio.

De los 3.000 edificios de iglesias protestantes construidos desde 1800, 850 ahora se dedican a otros usos.
Por contraste, de los 1.500 edificios construidos como iglesias católicas, sólo 280 se dedican hoy a otros usos.

Un proceso de radical descristianización

Estos datos son solo otro indicador de la radical descristianización de Holanda, un país materialmente rico, de casi 20 millones de habitantes.
En 1971, un 40% de los holandeses se declaraban católicos; hoy solo un 23% se declararían así, y sólo lo serían con cierta significación (algo de oración, alguna participación en el culto, etc…) un 12% sobre el total del país.

Es una cifra muy baja, pero el siglo XX y XXI ha sido letal también para el protestantismo en el país. A principios del siglo XX, el 60% de la población del país se declaraba protestante: hoy, los protestantes de distintos tipos apenas sumarían un 12% de la población. El catolicismo es muy débil en Holanda… pero ha pasado a ser la Iglesia más firme y estable del país.