Ascienden a 224 las víctimas mortales que causó el terremoto de 7,1 grados de magnitud en la escala abierta de Richter que sacudió el martes el centro de México, mientras que los servicios de emergencia continúan con los trabajos de rescate en las zonas afectadas.

La nueva cifra de muertos fue confirmada esta madrugada por el secretario de Gobernación de México, Miguel Ángel Osorio, quien en una entrevista a Televisa citada por EFE precisó que hay 117 víctimas mortales en Ciudad de México, 39 en el estado de Puebla, 55 en Morelos, 12 en el Estado de México y uno en Guerrero. Sin embargo, otros reportes hablan de tres muertos en Guerrero.

El funcionario también indicó que se tienen registrados 45 edificios que colapsaron total o parcialmente, en seis de los cuales se considera que hay personas atrapadas.

Poco antes, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, estableció como prioridad el rescate de personas atrapadas en los derrumbes y la atención a los heridos por el terremoto.

«La prioridad en este momento es continuar el rescate de quienes aún se encuentran atrapados y dar atención médica a los heridos», declaró Peña Nieto en un mensaje en cadena nacional tras un recorrido por algunos puntos de Ciudad de México.

Uno de los edificios colapsados es el Colegio Enrique Rebsamen, en donde al menos 20 niños y dos adultos murieron y otras 38 personas están desaparecidas por el derrumbe del establecimiento escolar, ubicado en el sur de Ciudad de México.

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto se hizo presente en el lugar junto al jefe del Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, antes de hablar en cadena nacional, y aclaró que son 30 menores y ocho adultos los que están desaparecidos, según despacho de EFE.

Peña Nieto informó también que más de 500 miembros del Ejército y de la Secretaría de Marina, así como 200 de Protección Civil, tratan de encontrar sobrevivientes entre las ruinas donde 14 niños ya fueron sacados con vida de los escombros.

Ante la magnitud de la catástrofe, el Gobierno mexicano ordenó tanto a hospitales públicos como privados recibir a los heridos, así como la gratuidad de los servicios de transporte públicos, en tanto, la Secretaría de la Defensa Nacional informó del despliegue, de forma preliminar, de 3.677 efectivos, 15 binomios caninos (perros entrenados para rescate), ocho helicópteros y seis equipos de maquinaria pesada, consignó el diario mexicano La Jornada.

El movimiento telúrico también causó numerosos cortes en el servicio eléctrico, afectando a 3,8 millones de personas, fugas de gas e interrumpió el servicio de telefonía.

Las actividades escolares fueron suspendidas hasta nuevo aviso en la Ciudad de México y en los estados de México, Guerrero Hidalgo, Morelos, Puebla, Veracruz y Tlaxcala.

El sismo, que causó numerosas escenas de pánico, coincidió con el 32 aniversario del poderoso terremoto que provocó miles de muertos en 1985 y apenas dos horas después de un simulacro de un movimiento telúrico en todo el país.

También ocurrió solo unos días después de que el 7 de septiembre otro poderoso terremoto, de 8,2 grados de magnitud, el más fuerte desde 1932, dejó 98 muertos en el sur del país; 78 en Oaxaca, 16 en Chiapas y 4 en Tabasco.

Las tareas de rescate continuaban sin descanso este miércoles en la capital y estados centrales de México en busca de sobrevivientes entre los escombros de edificios colapsados tras un devastador sismo que dejaba más de 200 muertos, entre ellos 21 niños en una escuela derrumbada.

Gran parte de los capitalinos no durmieron, temerosos de una fuerte réplica y pendientes de los rescates en la cuarentena de edificios colapsados en Ciudad de México, que el 19 de septiembre de 1985 quedó parcialmente destruida por un sismo de 8,1 grados que dejó más de 10.000 muertos.

Los rescates se centraban en la zona sur y en el corredor Roma- Condesa, exclusivo sector conocido por sus bares y restaurantes y donde viven numerosos extranjeros.

En los estados de Puebla y Morelos, donde se registró el epicentro del sismo a las 13H14 locales (18H14 GMT) del martes, también continuaban las tareas de rescate en viviendas y construcciones destruidas.

«Fuerzas Armadas y Policía Federal seguirán trabajando sin descanso hasta agotar todas las posibilidades de encontrar más personas con vida», escribió en Twitter el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio.

Una nube de polvo

En la capital, el epicentro de la tragedia era el derrumbe de la escuela Enrique Rebsamen, localizada en el extremo sur.

«Tenemos 26 muertos, de los cuales 5 son adultos y 21 niños (…) el número de personas atrapadas oscila entre 30 y 40», dijo a la cadena Televisa José Luis Vergara oficial mayor de la Armada de Guerra, quien coordina las tareas.

Militares, apoyados por civiles y rescatistas, trabajaban bajo la luz de generadores, pero la búsqueda se complicaba debido a que la escuela, que de tres pisos se redujo a uno, amenazaba con colapsar por completo.

Vergara detalló que lograron establecer comunicación con una maestra y dos menores atrapados.

Una periodista de AFP constató la presencia de al menos cinco madres que en la madrugada esperaban noticias de sus hijos en medio de gritos y llanto.

Una de ellas tuvo que recibir atención médica por una crisis nerviosa.

También padres de los chicos ayudaban a remover los escombros, mientras se desplegaban perros entrenados para rescate y se utilizaban sofisticados instrumentos para detectar el más mínimo sonido entre el derrumbe.

«Se vino una nube de polvo cuando se colapsó una parte del edificio totalmente. Nos tuvimos que resguardar en nuestros salones hasta que pasara el temblor», dijo a Televisa María del Pilar Martí, profesora de la escuela.

Silencio y aplausos

Con un puño levantado o al grito de «¡Silencio!», los rescatistas -desde los llamados Topos que se especializaron en recate con el sismo de 1985, hasta civiles voluntarios- no pararon durante la madrugada con la esperanza de escuchar algún ruido que indicara que había un sobreviviente entre los escombros.

Mientras se excavaba y retiraban escombros en botes de plástico que son pasados de mano en mano, un Topo se internaba en un boquete en busca de sobrevivientes. Cuando lo conseguía, el silencio se rompía entre vivas y aplausos.

Gran parte de la ciudad no descansó. La AFP constató que en las calles circulaban numerosas camionetas de carga trasladando agua, alimentos, medicinas y otros artículos, mientras que en otras se observaban a rescatistas equipados con palas y picos.

En parques públicos de la zona Roma-Condesa se instalaron campamentos en donde se reunía ayuda para rescatistas y damnificados.

Numerosas personas durmieron en la calle sobre cobijas o dentro de tiendas de campaña.

Las clases en la capital y en los estados afectados fueron suspendidas por el gobierno hasta nuevo aviso mientras que empresas y oficinas públicas trabajarán con el personal esencial.

El presidente Enrique Peña Nieto mandó un mensaje en la madrugada exhortando a conservar la calma.

«En la medida de lo posible, la población deberá permanecer en sus hogares siempre que sean seguros y evitar congestionar las calles por donde deben transitar los vehículos de emergencia», dijo.

Distintos países han mandado mensajes de condolencias a México y anunciado el envío de socorristas.

México se ubica entre cinco placas tectónicas cuyos movimientos lo convierten entre los países con mayor actividad sísmica en el mundo.

El pasado 7 de septiembre, un terremoto de 8,1, el más fuerte en un siglo en México, causó 96 muertos y más de 200 heridos en el sur del país, especialmente en los estados de Oaxaca y de Chiapas.

Nota relacionada:

Un fuerte sismo de 7,1 grados volvió a sacudir a México: al menos 190 muertos

Un ex jugador de Central en medio del sismo en México: “Se movió todo”