Por Federico Vega

El debate sobre la naturaleza y la dimensión del “descubrimiento de América” ha generado cientos de investigaciones, análisis,  y opiniones.

La sola mención del hecho divide las aguas entre quienes sostienen que hablar de “encuentro de dos mundos” resulta inadecuado y peca de inocencia o mala fe. Según afirman lo que ocurrió fue el saqueo, el sometimiento  y el genocidio a los pueblos originarios de estas tierras.

Por otro lado, hay quienes eligen poner sobre la balanza los elementos “civilizatorios” aportados por España y por los europeos a pueblos “atrasados” o salvajes.

Estas dos visiones encierran gran parte de las verdades sobre los hechos sucedidos en la “conquista-descubrimiento” de América.

La imagen tantas veces representada de españoles bajando de los barcos con una espada y un crucifijo es elocuente. Por un lado los movía el afán de acumulación de riquezas, la ambición monárquica de nuevos territorios para la corona española impulsaba a la aventura. Por otro lado la Iglesia invitaba a la evangelización de las almas en cada rincón del planeta.

Durante los siglos en los que se desarrolló la conquista y el establecimiento del poder real de España en América se cruzaron santos y pecadores, hombres de una ambición descontrolada y personas de fe que cuidaron y buscaron la salvación de los indígenas de diferentes modos.

Conclusión dialogó con el Doctor en Historia, Lautaro Bruera, con la intensión de aportar elementos para pensar este acontecimiento que sigue interpelando a los pueblos del mundo.

“En la historia de este encuentro estuvo presente la lógica de la conquista, del genocidio, del exterminio y al mismo tiempo el concepto de utopía mismo tiene relación con esta posibilidad de “mundo nuevo” que hasta ese entonces no encontraba lugar en una Europa devastada por las Cruzadas, las hambrunas y las pestes. La novelística de Tomas Moro, Robinson Crusoe, incluso el mismo Shakespeare en “La Tempestad” toman a la “nueva tierra” como escenario o punto de partida para sus obras” comienza explicando Lautaro Bruera.

Debemos tener en cuenta que “a diferencia de otros casos de colonialismo, como el norteamericano por los ingleses, acá se dio un mestizaje, una mixtura de la que somos herederos. Se fueron incorporando en estas latitudes los elementos más ricos de la cultura occidental, el cristianismo fue de suma importancia en esto, por su visión en términos de igualación, del ser iguales ante Dios. La espiritualidad, que presente en los pueblos originarios, se combinó con la religión de los colonizadores, en esto las misiones jesuitas con los guaraníes nos dan un ejemplo muy interesante que suma complejidad al proceso” refiere Bruera.

“La propia lógica del proceso de este encuentro, este choque si se prefiere llamarlo así , hizo que en  algún punto se fueran combinando y a la vez entrando en disputa dos cosmovisiones que dieron como resultado esto que hoy llamamos América”.

La dimensión del proceso analizado es tal que “algunos autores afirman que el sistema de economía-mundo tiene su origen en la ruta atlántica inaugurada por España. Es decir, que el inicio del sistema de acumulación capitalista, con sus lógicas de transferencias desde las periferias al centro de poder mundial no hubiese sido posible sin los recursos aportados por el territorio americano” puntualiza el profesor.

Del Día de la Raza al Día de la Diversidad Cultural Americana

A lo largo de nuestra historia nacional la relación con España, “Madre patria” o “León invasor” según corresponda, no fue lineal. El relato histórico fue variando de acuerdo al contexto y a la intención de los diferentes gobiernos o élites en el poder.

El Día de la Raza, fue una celebración instituida por el presidente Hipólito Yrigoyen. La medida se fundamentaba en que “el descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia que haya realizado la humanidad a través de los tiempos”; “se debió al genio hispano efemérides tan portentosa cuya obra no quedó circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa ésta tan ardua y ciclópea que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos”; “la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios”.

Al respecto el profesor Bruera expresa que “debemos tener presente que la cuestión de la hispanidad en América y en nuestro país pasa por diferentes momentos. En tiempos de ruptura del  orden colonial, nos encuentra siendo enemigos. Pero pasado ese momento, nos encontramos con la experiencia del periodo de Rosas donde el juego de alianzas a nivel mundial es otro y donde desde el punto de vista religioso se produce un acercamiento importante con lo que representa España al respecto, allí el enemigo son las potencias liberales, representadas por Inglaterra y Francia”.

“Otro de los momentos en los cuales podemos detener la mirada para observar cómo esta tradición se encuentra en movimiento y en discusión  es durante el final de la llamada Generación de 80. Cuando frente a la consigna “América para los americanos” sostenida por los Estados Unidos, Saenz Peña plantea “América para la humanidad”. Dentro de este periodo frente a la intervención a Cuba, también se privilegia la relación con lo hispánico, allí lo tenemos a José Enrique Rodó, escribiendo el Ariel, un libro importante para la Hispanoamérica. Allí el autor uruguayo se encuentra planteando la diferencia entre la América anglosajona y la latina, una protestante y utilitarista frente a otra espiritualista, idealista y cristiana”.

“Ya en comienzos del siglo XX,  se comienzan a recuperar los elementos comunes, el principal de ellos es el idioma, la cuestión religiosa y la idiosincrasia fundamentalmente, la perspectiva de relacionarnos con la tierra, con nuestros paisanos, el tener coraje, todo eso se destaca como puntos de unión y hermandad. Luego con Yrigoyen y Perón este movimiento hacia lo hispánico se vuelve explicito, frente a lo que nos encontramos en este periodo es con la necesidad de un proyecto de integración regional. Sobre la base de esos valores que tiene una historicidad, se construyen la miradas propias, los conceptos resultantes son permeables y suelen reconfigurarse con un resultado particular en cada caso, en cada comunidad en busca de una proyección de respuestas de carácter universal” concluye Bruera .

Desde hace años se ha puesto en cuestión lo que sucedió en nuestro continente con la llegada de los conquistadores en 1492. Al cumplirse los 500 años, el entonces Papa Juan Pablo II pidió perdón a las poblaciones americanas por la injusticias cometidas contra sus antepasados.

El concepto de raza duramente cuestionado y negado científicamente argumentando el origen común de toda la humanidad, quedó anacrónico y vacío de su contenido anterior, por lo que en el año 2010 el Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso un proyecto de ley para modificar el nombre de «Día de la Raza» por «Día de la Diversidad Cultural Americana».

Foto: Fragmento del mural Conquista y Sometimiento de Diego Rivera, Palacio Nacional, Ciudad de México.