En el marco de una misión para llevar insumos a la Estación Espacial Internacional (ISS), el propulsor Falcon 9, de la compañía espacial privada SpaceX, explotó minutos después de su despegue desde Cabo Cañaveral en Estados Unidos, este domingo.

El cohete había iniciado su despegue a las 10.21, en la séptima misión de la empresa privada para la Nasa. La cápsula Dragon llevaba 1.800 kilos de comida, suministros y material de experimentación científica a la ISS, donde viven dos cosmonautas rusos y uno estadounidense.

Desde la Nasa, informaron que «el equipo todavía desconoce las razones de la explosión», y relataron que se hizo un silencio en la sala de control en el momento en que, dos minutos y 19 segundos después de iniciado el despegue, las imágenes mostraban la explosión del propulsor y la caída de sus partes hacia la Tierra. La cuenta regresiva se desarrolló normalmente,  las condiciones climáticas eran apropiadas, y no se registraba ningún tipo de preocupación sobre las condiciones del lanzamiento.

Minutos después de ocurrida la explosión, un comentarista de SpaceX reveló que se había perdido el contacto con el propulsor. «Hubo una anomalía en la primera fase del vuelo», dijo. El cohete había encendido los nueve reactores Merlin y alcanzado una velocidad supersónica, pero, según sus palabras «algo salió mal durante la primera parte de las operaciones».

Es la primera vez que la empresa liderada por Elon Musk sufre un revés de este tipo. Nunca hasta el momento habían tenido que lamentar fallas, algo que sí les había ocurrido a sus principales competidores de Orbital Sciences, que en octubre tuvo una situación similar, y perdió una cápsula rusa con insumos en abril.

Los destinatarios de los insumos viven que habitan en la ISS son el ruso Mijail Kornienko y el estadounidense Scott Kelly, que se encuentran allí desde al año pasado, y el comandante Gennady Padalka, quien ya lleva 804 días en el espacio, tiempo en el cual recorrió el equivalente a cuatro viajes a Marte.