La Facultad de Medicina de Rosario fue blanco de varios cuestionamientos luego de aprobar por unanimidad, el pasado 4 de mayo, la incorporación de una cátedra electiva que aborda la problemática del aborto como un tema de salud integral. Sin embargo, la casa de altos estudios es una de las más prestigiosas del país en cuanto a la calidad en la formación de los profesionales de la salud y el acceso irrestricto que rige desde el año 2007. Por otra parte, el cambio en la currícula marcó un precedente en la forma de abordar los problemas de la salud en el país. Este cambio produjo un flujo importante de alumnos de toda la Argentina y de otras latitudes que se inscriben en la Escuela de Medicina de Rosario. También habló de la incidencia de los alumnos extranjeros que estudian en la universidad pública y la intención del gobierno nacional de arancelar la educación superior.

Para conocer su opinión sobre cuestiones que atraviesan el saber y la adquisición de conocimiento en la facultad de Medicina, Conclusión dialogó con el decano de la casa de altos estudios, Ricardo Nidd quien expuso su opinión respecto de todos estos temas y cómo los aborda desde el inicio de su gestión en abril de 2015.

Las facultades de la ciudad alojan miles de estudiantes del país y de otras latitudes que buscan la mejor calidad en la formación y eso se produjo a partir de cambios significativos que se dieron en la carrera. «El cambio curricular se produce en la Escuela de Medicina en el 2001 con una transformación profunda del plan de estudios, que estaba construido sobre un modelo fuertemente biológico dictado por Abraham Flexner que fue quien diseñó los modelos de la enseñanza médica en occidente», refirió Nidd.

En aquellos tiempos «la medicina se enseñaba de una manera disciplinar, en el sentido de que cada especialidad se convertía en una asignatura, cada asignatura en una cátedra y cada cátedra dictaba su saber específico», y agregó: «Los médicos en ese entonces nos enterábamos de la existencia de un sujeto enfermo en sexto año cuando estudiábamos psiquiatría o paidopsiquiatría. Hasta entonces estábamos formándonos en el pensamiento biologista casi como un veterinario de humanos», sentenció.

Los cambios generan tensiones, por eso “es más difícil transformar una currícula que mudar un cementerio”, ironizó el decano, pero a pesar de los cuestionamientos «esa transformación se produce, por supuesto con resistencia, con precauciones, con comentarios muy temerosos y peyorativos para quienes son los más conservadores del pensamiento respecto de la formación médica».

El cambio de currícula generó que «se pasara de una carera que tenía aproximadamente 36 materias, a una carrera con once cuerpos, definidos como áreas del conocimiento, que se desarrollan en un área básica hasta 3º año y en un área clínica en 4º y 5º, con un año de práctica final intensiva», detalló el médico.

Así se diseñó el nuevo modelo «donde se habla de crecimiento y desarrollo, y todas las disciplinas aportan. Desde la anatomía, la histología, la fisiología, la clínica, la pediatría. Luego viene nutrición y sexualidad, género y reproducción que se cursa en 2º año, a diferencia de la formación anterior donde lo único que veíamos era lo relacionado a los genitales internos y externos y su fisiología».

En los tiempos que corren, explicó el decano: «Hablar se sexualidad es hablar de otra cosa completamente diferente y hablar de sexualidad y género es tomarlo desde otra perspectiva, lo cual nos lleva a incluir lo cultural, lo social, lo económico, lo político. Eso está contemplado en una materia donde por supuesto hay que incorporar otros saberes no biológicos que tienen mucho para decir».

En el mismo sentido agregó que «esa transformación de la carrera hace que nosotros podamos hablar de que nuestro egresado es un profesional de la salud capacitado en la atención primaria para resolver los problemas médicos de la población en función de la demanda emergente. Que no es lo mismo que el médico que nosotros veníamos formando».

Por otra parte agregó que «esta transformación sigue vigente en la actualidad y es la madre epistemológica de las diez nuevas carreras de medicina que se han creado desde esa época a la fecha, lo que representa la mitad de las carreras públicas de medicina que se dictan en todo el país».

De todos modos aclaró que «la formación flexneriana se sigue dictando en las escuelas de medina de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Tucumán y en Mendoza».

En la facultad de Medicina el ingreso es irrestricto y «desde el 2007 no hay examen de ingreso», aseguró Nidd y funadmentó: «Nuestra facultad adhiere al concepto de la educación superior como derecho universal, enmarcado en nuestros estatutos que también comprenden a la educación desde esta perspectiva. El único requisito para estudiar Medicina es haber aprobado el ciclo secundario. No hay examen de ningún tipo porque la adquisición de conocimientos y la acreditación de esos conocimientos se dan en el contexto del desarrollo de la carrera, previamente no hacemos ninguna selección», enfatizó.

En ese sentido, añadió que «en nuestro país todas las selecciones son económicas, aunque hagan alusión a cuestiones de capacidad, etcétera, tienen que ver con sus capacidades económicas de acceder a ciertos conocimientos que le permiten ingresar o no a la universidad».

«Por otra parte la universidad no debe formar sólo a los más capaces, sino que debe formar a la población en general. La educación es un derecho, y es una fortaleza para el pueblo que las masas accedan a la educación superior», aseguró.
Por otra parte, indicó que «en la carrera de medicina hay un promedio de 3500 ingresantes anuales, de los cuales egresan aproximadamente 700 de la facultad pública. A esa cifra hay que sumarle los que ingresan de las universidades privadas que serán alrededor de cien más».

En relación a la a los ingresantes extranjeros refirió que «no hay matrícula de extranjeros en la facultad sino que los que cumplen con los requisitos establecidos en los reglamentos, ingresan como cualquier otro joven que desea estudiar. Nosotros entendemos que se ha producido un fenómeno de un alto número de no argentinos en nuestra facultad y los identifico como exiliados educativos. Son jóvenes que en su lugar de origen no encuentran las condiciones para poder canalizar su vocación de estudiar medicina; encuentran en Rosario esa posibilidad y vienen probablemente por nuestro modelo de ingreso, pero fundamentalmente por nuestro prestigio como escuela pública de medicina. Nadie entra a un lugar sólo porque la puerta está abierta», explicó.

En cuanto a la discusión por la incidencia en el presupuesto de los ingresantes extranjeros y que se toma como una excusa para arancelar la educación universitaria, el decano de la Facultad de Medicina refirió que «convengamos que vienen acá porque hay muchas facilidades en cuanto a su posibilidad de ingreso y permanencia, pero si nuestra universidad no tuviera el prestigio de su calidad de enseñanza tampoco vendrían acá. Porque para ellos significa de todas maneras una fuerte erogación, porque tienen que viajar, tienen que instalarse, tienen que permanecer aquí y todo eso implica un costo que no tiene el rosarino por ejemplo».

A la vez reflexionó: «Que alguien me explique cómo puede ser que un extranjero que viene hacer turismo es una inversión para el país y si viene a estudiar es una erogación. No lo entiendo», se preguntó.

«En el modelo impositivo que tenemos organizados los argentinos, en que los aportes son fundamentalmente impuesto al consumo, vienen acá y consumen como si fueran turistas. Así que es ganancia también. En ese sentido, me parece que es fuertemente xenofobo el pensamiento de que de que vienen acá a usufructuar los recursos de los argentinos», disparó.

Respecto de las cuotas que se abonan en otras universidades de otros lugares opinó que «el arancel que se aplica en algunas universidades del mundo tiene experiencia de fuerte selección económica y entonces acceden las élites y el resto no. Un ejemplo es Brasil. Allí se dan el lujo de expulsar a los jóvenes que quieren estudiar medicina porque de hecho vienen a la Argentina, pero en Brasil hay una desesperante situación de falta de médicos. De hecho están importando médicos cubanos para resolver los problemas de demanda de atención médica que tiene su propio país. Entonces ellos con sus modelos de admisión y de permanencia elitista, la matrícula después es también elitista y cuando se reciben no quieren ir a trabajar al mato grosso porque tienen determinadas ambiciones económicas, sociales y culturales que lo van a hacer permanecer en las grandes urbes».

Para resolver esta situación, propuso que «no pongan sistema selectivo de ingreso, garanticen con gratuidad que estudian en el mato grosso, instalen univeridades allí y los jóvenes se van a quedar y van a atender la demanda médica de allí».

«Nosotros estamos completamente en desacuerdo con cualquier forma de arancelar. La universidad pública tiene que ser gratuita, la historia así lo determina. Es una fortaleza para la sociedad tener una universidad pública gratuita de excelencia, con grandes masas de jóvenes estudiando», sentenció Nidd.

Y en el mismo sentido, se preguntó: «Si no ¿qué hace un joven de 20 años si no estudia, si no progresa, si no se desarrolla, si no apuesta al conocimiento? y a la vez se respondió: «La sociedad de consumo tiene una oferta para esos jóvenes y determinados modelos políticos son bastante excluyentes en ese sentido».

«La facultad es un lugar donde se puede desarrollar un proceso de formación que cambia la expectativa de la sociedad y del mundo. Por otra parte, para la propia nación es una fortaleza, porque es un lugar donde se construye soberanía. El saber determina las posibilidades de crecimiento y desarrollo; y de inserción en el mundo» aseveró.

Por ese motivo sostiene que la existencia de «una fuerte matrícula universitaria es una fortaleza como nación», concluyó.