El Gobierno griego comenzó hoy con el desalojo del campamento improvisado de Idomeni, símbolo del fracaso de la política migratoria de Europa, que tras el cierre de las fronteras llegó a albergar a más de 12.000 refugiados.

A las seis de la mañana empezaron a salir los primeros micros, y al cabo de 10 horas de operación el gobierno completó la evacuación de 2.031 refugiados que fueron llevados a centros de acogida organizados en el norte del país en 43 colectivos.

«Nuestro objetivo es trasladar a todos los que consigan empaquetar sus pertenencias hoy», explicó, por su parte, el portavoz del Gobierno para asuntos de refugiados, Yorgos Kyritsis, según informó la agencia de noticias EFE.

Rodeados por unos 400 policías, fuerzas regulares y antidisturbios, los refugiados fueron recogiendo sus pertenencias y formando colas ante los micros, que iban llegando y saliendo a medida que se llenaban.

La policía había obligado ya por la noche a los medios y a los voluntarios que se encontraban en el lugar a abandonar el campamento, y tan solo permitieron a la cadena de televisión pública ERT y a la agencia de noticias griega AMNA a permanecer allí para informar sobre el curso del desalojo.

En los últimos días ya habían sido trasladadas a estructuras organizadas unas 2.500 personas y antes de subirse a los micros, los refugiados fueron separados por nacionalidades y por etnias.

Los traslados de hoy se hicieron a instalaciones en Sindos y Derveni, ambos en las cercanías de Salónica, en el norte de Grecia.

Se trata de dos de los siete nuevos centros de acogida que preparó o está ultimando el gobierno con vistas a dar cabida a todos los refugiados de Idomeni, que a primeras horas de la mañana todavía acogía a cerca de 8.500 personas.

En los centros nuevos hay una capacidad de acogida total para más de 8.000 personas.

Según informó Vicky Markolefa, portavoz de Médicos Sin Fronteras en Idomeni, hasta el momento la operación se está desarrollando con calma.

«Parece que la gente está aliviada con la evacuación», señaló Markolefa, quien explicó que las autoridades pidieron a la ONG reducir su presencia en el campamento, por lo que en estos momentos tan solo quedan ocho voluntarios en la clínica de campaña que tienen establecida allí.

Por su parte, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dijo hoy que confía en que el traslado se realice conforme a la ley y de forma voluntaria.

«En la medida en que los desplazamientos de personas desde Idomeni se lleven a cabo de acuerdo a las normas, que tengan naturaleza voluntaria y que no veamos uso de la fuerza, entonces no estaremos particularmente preocupados», dijo el portavoz del Acnur en Ginebra, Adrian Edwards.

Idomeni se había convertido en los últimos meses en el destino final de los miles de migrantes y refugiados que llegaron a Grecia de tránsito hacia el norte de Europa.

El 9 de marzo las fronteras quedaron cerradas, pero ya en noviembre la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) había empezado a diferenciar entre los que calificaba de antemano como “migrantes económicos” -por ejemplo paquistaníes, iraníes o magrebíes- de los que en ese momento eran considerados como “refugiados”, es decir sirios, iraquíes y afganos.

En los meses posteriores fue limitando cada vez más la entrada, excluyendo a afganos primero, y a todos los que no tuvieran los papeles en regla, incluidos sirios, en los días que precedieron al cierre definitivo.

Foto: Yannis Kolesidis