La Unidad Fiscal de Delitos contra la Integridad Sexual de la ciudad de Rosario investiga al menos una docena de denuncias por abusos sexuales con un mismo patrón:
las víctimas fueron chicas jóvenes, varias de ellas adolescentes y de condición social humilde, y el agresor, en todos los casos, invocaba ser policía.

Las denuncias en las que se encontraron esos puntos en común datan de marzo o abril del año pasado, pero también se detectaron casos en los que, con el mismo modus operandi, habrían actuado
más de una persona.

El último de los hechos que incorporó la investigación ocurrió este miércoles y tuvo como víctima a una adolescente que está internada en el Hospital Víctor J. Vilela.

En su testimonio, la chica contó que cuando salía de la escuela -ubicada en Avellaneda y Doctor Riva- fue interceptada por dos hombres vestidos como policías que la obligaron a subir a
un auto.

La investigación que lleva adelante la fiscal Carla Sarliani, con la participación de la Policía de Investigaciones (PDI), determinó que este último episodio tiene puntos en común con las
denuncias anteriores que se tramitan esa dependencia.

«Hay puntos en común en donde posiblemente podíamos obtener la identidad del agresor», dijo al diario La Capital la fiscal, quien cofirmó que las agresiones fueron cometidas por un hombre
que decía pertenecer a la división antinarcóticos de la policía.

En todos los hechos, el sujeto actuaba en una franja horaria que va desde las 17.30 hasta las 20 y la mayoría de los ataques se concretaron en la zona oeste y noroeste de Rosario.

Las violaciones se llevaron a cabo dentro de un vehículo o en un descampado.

Además, las víctimas tienen una misma condición social, la mayoría de extrema vulnerabilidad.

La excusa para lograr que las jóvenes accedieran a subir a su vehículo era convencerlas de que se estaba llevando a cabo una investigación por drogas en las que las jóvenes estaban
involucradas o que debían ser testigos en un operativo antidroga y estaban forzadas a cumplir con su obligación civil.

Los investigadores coincidieron en que en la gran mayoría de los casos, las víctimas ni siquiera podían identificar calles por las que eran conducidas ni los vehículos en los que fueron
trasladadas.

En una de las violaciones investigadas intervinieron dos hombres, en el resto actuó uno solo, pero a través de un handy o teléfono celular le hizo creer a sus víctimas que estaba en
comunicación con sus superiores.
La fiscal aclaró que a esta altura de la pesquisa no podía confirmar si todos los hechos fueron cometidos por un mismo autor.

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