Los nazis planeaban secuestrar al Papa Pío XII durante la ocupación alemana de Roma en la Segunda Guerra Mundial. Así lo desvela el diario de la Santa Sede ‘L’Osservatore Romano’ que publica una carta de Antonio Nogara, hijo del entonces director de los Museos Vaticanos, fallecido en 2014.

Nogara relata como una noche de finales de enero o principios de febrero de 1944 monseñor Giovanni Battista Montini -que más tarde se convertiría en el papa Pablo VI- visitó a su padre, Bartolomeo Nogara, que estuvo al frente de los Museos Vaticanos desde 1920 hasta su muerte en 1954. La familia Nogara vivía en un pequeño apartamento con dos grandes ventanales que se abrían sobre la tercera ‘loggia’ de los palacios apostólicos.

Montini vivía a pocos metros de allí, por lo que el joven Nogara, que por entonces tenía poco más de 25 años, no sospechó nada extraño cuando el monseñor se presentó a las once de la noche pidiendo hablar «urgentemente» con su padre. Montini le explicó como el embajador del Reino Unido, sir Francis d’Arcy Osborne, y el diplomático estadounidense, Harold Trittman, le habían entregado una información de los servicios secretos de sus respectivos países en el que se detallaba un «plan avanzado» de un comando alemán para secuestrar al Papa Pío XII.

Según el texto de Nogara, su padre y el sacerdote Montini buscaron esa misma noche un lugar donde ocultar al entonces pontífice de las SS, si el plan de los nazis seguía adelante. Se decidieron por la Torre de los Vientos, un torreón que se alza sobre un ala de la Biblioteca Vaticana. «La elegante torre, en estado de semiabandono, se reveló el contenedor de estancias, pasillos y escaleras», escribe Nogara en el texto. «Un minilaberinto perfecto» para esconder al papa del ejército alemán durante un «breve tiempo». Aunque más tarde los nazis suspendieron la operación y no fue necesario utilizar el escondite previsto.

«Recuerdo con gran alivio el día en el que mi padre, volviendo a casa después de una de sus visitas diarias a la Secretaria de Estado vaticana, nos confesó que el Vaticano sabía desde hacía tiempo del plan de Hitler», escribe Nogara. «La misma embajada de Alemania en Roma habría hecho notar a Berlín las inevitables consecuencias negativas en las poblaciones católicas, incluso de varios países neutrales», si se hubiera intentado secuestrar al Papa Pío XII.

«La aprensión por la incolumidad del Pontífice llegó a su fin sólo después de que el ejército alemán abandonara Roma», recuerda Nogara. La ciudad italiana sufrió la ocupación de las tropas nazis durante nueve meses, entre septiembre de 1943, cuando Italia se pasó al bando de los Aliados, y hasta principios de junio de 1944. El autor del texto defiende la actuación de su padre y de monseñor Montini, ya que las informaciones de los embajadores extranjeros de países aliados eran «de tal gravedad» que Montini no podía «no activarse inmediatamente para afrontar una imprevista emergencia».