Este martes comenzó a transitarse la recta final en el juicio oral y público que se sigue en los Tribunales Provinciales de Rosario por el asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero. En la jornada de hoy, la última antes de que el Tribunal pluripersonal, integrado por los jueces Julio Kesuani, Ismael Manfrin y María Isabel Mas Varela de a conocer su veredicto, se preveían los alegatos finales de defensores y fiscales. En la primera etapa de la audiencia, la fiscal Cristina Herrera solicitó prisión perpetua para Milton Damario y Facundo “Macaco” Muñoz, bajo los cargos de coautores de homicidio calificado por el uso de arma de fuego agravado por alevosía y lesiones graves, por las causadas a Lisandro Mena, quien acompañaba a Cantero la trágica madrugada del 26 de mayo.

Asimismo, Herrera pidió 22 años de prisión para Luis “Pollo” Bassi, bajo la figura de instigador del crimen y 6 años para Osvaldo Zalazar por tenencia de arma de fuego de uso civil y de guerra sin la debida autorización.

La fiscal argumentó que en las extensas jornadas de debate quedó debidamente probado que los acusados fueron los autores del homicidio, en los distintos roles que se le asignados.

Herrera remarcó que “se probó la muerte, el modus operandi, la materialidad del hecho, el móvil y la responsabilidad penal de sus autores”.

La fiscalía se basó en testimonios clave que aportaron datos precisos y concordantes sobre los movimientos que realizó Cantero las horas previas a su asesinato. De esta forma citó las declaraciones de los testigos Eric Perea, Jesús Gorosito, Mariana Cantero, Martín Medina, Mariano Salomón, Edgardo Fernández y Horacio S., un cuidacoches que trabajaba en la puerta del boliche, afirmaron, en principio quienes estaban en el Pájaro, y de forma coincidente con el resto en los momentos posteriores, el recorrido que había hecho Cantero desde que comenzó la noche en la estación de servicios de Arijón y Moreno hasta que llegaron a Infinity Night donde lo sorprendió la muerte.  A esta prueba le agregó la de las cámaras de seguridad que acreditan parte de esos dichos.

Herrera se basó en los testimonios de Yamila, hermana de Lisandro Mena, herido en el mismo momento que Cantero fue asesinado y único testigo que vio la cara de los tiradores (fue asesinado en diciembre de 2013) y en el testimonio de Lorena Verdún, ex pareja de Cantero. Ambas escucharon el relato de Lisandro Mena, que les confió que estaba aterrado porque era el único que había visto a “Milton Damario y Macaco Muñoz”, ejecutar a balazos a Pájaro Cantero.

Las pericias determinaron que se realizaron al menos entre 10 y 15 disparos, aunque algunas vainas “pudieron quedar dentro del vehículo”, según indicó un perito experto en el tema.

Para demostrar la conexión que existía entre los acusados la fiscal se basó en un entrecruzamiento de llamadas que en total superan varios centenares. Así expresó que Damario llamó 26 veces a Bassi, y éste recibió 26 de Damario; y agregó las llamadas que realizó Muñoz a Bassi, Damario y Zalazar. De esta manera expresó que Muñoz llamó a Bassi 273 veces, mientras que este se comunicó 217; a Damario lo llamó 49 veces y este se comunicó 106; a Zalazar lo llamó 50 veces y éste le devolvió 62 llamadas.

También se apoyó en escuchas telefónicas y mensajes de texto que señalaron a “Muñoz y Damario” como los autores de los disparos. Entre toda la información de las llamadas y las pericias a los celulares, “una antena ubica a Damario cerca de Infinity” y las comunicaciones entre los cuatro acusado “se corta horas antes del ataque a Cantero hasta las 11 de la mañana del día posterior, “lo cual indica que estaban juntos y no necesitaban hablar por teléfono”.

También habló de la comunión espiritual entre los acusados ya que “días antes habían participado de un viaje al Santuario de “El Gauchito Gil” y mostró fotos en las que se encontraban los acusados.

Los pedidos de los defensores

Por su parte los abogados defensores, al momento de los alegatos, coincidieron en pedir la absolución de sus defendidos, por el beneficio de la duda y por no encontrarse probada “con certeza” la participación de los mismos en los hechos.

El letrado que representa a Luis Orlando “Pollo” Bassi, Enrique Sirio, invocó el principio de “in dubio pro reo”, o sea el principio del “beneficio de la duda”. Cuestionó la prueba de las escuchas por considerar que no fueron pedidas en el marco de este juicio sino que pertenecen a otro proceso.

Por su parte, Jorge Funes, defensor de Facundo “Macaco” Muñoz solicitó la absolución por el principio de inocencia y su alegato se centró en derribar todas y cada una de las pruebas presentadas por la fiscalía, dejando así fuera de la escena a su defendido. Pidió la nulidad de las escuchas telefónicas utilizadas durante el juicio y cuestionó la cadena de custodia del material balístico secuestrado. También señaló que no pudo comprobarse cuál fue el arma homicida porque nunca fue encontrado.

La defensora de Milton Damario, Hilda Knaeblein, pidió la absolución de su asistido ya que, según su teoría del caso, no existen pruebas ni siquiera indicios que lo sitúen a Damario en el lugar de los hechos. Aseguró que no es un hombre de la noche y que “la madrugada del 26 de mayo estaba junto a su esposa e hijos en la casa de sus suegros porque su esposa se sentía mal ya que cursaba un embarazo de cinco meses en ese momento”. Coincidió con sus predecesores en pedir la “nulidad de las escuchas” y remarcó que no existe nexo de causalidad con los delitos que se le imputan a su defendido y sostuvo su inocencia, por lo tanto pidió la “absolución porque el principio de inocencia no fue desbaratado por la Fiscalía”.

En cuanto a Osvaldo “Popito” Zalazar, la defensora Sanmiguel también proclamó la inocencia de su asistido, “ya que uno de los departamentos allanados y donde se secuestraron las armas pertenecía al hermano del imputado y tampoco se pudo probar durante el proceso que las armas secuestradas en ese lugar fueran utilizadas” para ultimar a Cantero.

Claudio Ariel Cantero, quien fuera considerado el máximo líder de la banda narco conocida como Los Monos, fue ultimado de seis balazos en la madrugada del 26 de mayo del 2013 antes de entrar al boliche, disparados desde una camioneta con una pistola calibre nueve milímetros. Los proyectiles le perforaron la nariz, la oreja y el pómulo, el hombro derecho y la región inguinal.