Por Juliana Duclos, psicóloga

La Resiliencia es la capacidad de un individuo para sobreponerse a la adversidad que la vida le ha presentado, entendiéndose por adversidad ya sea una vida con carencias, catástrofes naturales, perdidas traumáticas, entre tantas otras a las que muchos seres humanos se enfrentan día a día.

Cuando hablamos de resiliencia hablamos de un estado y no de ser o no ser resiliente, podemos estar resilientes en determinado momento y frente a determinada situación de nuestras vidas y no en otras. Lo característico de la Resiliencia (concepto tomado de la física que significa la capacidad que tiene un cuerpo de volver a un estado anterior, después de haber sido sometido a una presión deformadora) es poder construir algo positivo a partir de esas situaciones que resultan traumáticas y dolorosas para el ser humano, implica poder superar dicha situación, salir fortalecido de ella. Muchos son los ejemplos en la historia de la humanidad de personas que a pesar de las fatalidades han podido salir adelante de una manera positiva y desarrollar a partir de ellas una nueva vida. Por dar un ejemplo, cuantos son los sujetos que a pesar de haber vivido un calvario en los campos de concentración bajo el dominio nazi, han llegado a ser grandes personas, mentes brillantes, con mucho para dar. Y no es necesario ir tan lejos, a menudo nos cruzamos en la vida con gente que ha padecido sufrimientos intensos durante sus niñez y que aún así han afrontado la experiencia de manera positiva y han logrado cambiar su destino para llegar a ser personas de bien. Citando a Jean Paul Sartre podemos decir que «lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.»

La pregunta es: ¿cómo una persona llega a ese estado de resiliencia? En este sentido siempre hay que tener en cuenta varios factores, tanto innatos , como experiencias previas, pero un factor esencial es el ambiente actual que rodea al sujeto y si ese ambiente le da al sujeto una nueva oportunidad; para que esto suceda se necesita un contexto en el que existan lazos afectivos fuertes, donde prime el amor, la comprensión, un clima favorable en donde el individuo se sienta cuidado, en el cual la vivencia de desamparado quede neutralizada y la persona adquiera  la confianza necesaria para volver  a ponerse en pie después de la caída. Si el ambiente en el cual el sujeto transita posee estas características, los pilares básicos de la resiliencia estarán asegurados tanto la autoestima como la creatividad, la capacidad de introspección, el sentido del humor, la capacidad de relacionarse sanamente con el otro. Por eso es muy importante que como sociedad seamos conscientes en lo que respecta a  nuestros semejantes, y en lo que ese otro necesita de uno y mucho más cuando ese otro es un sujeto que ha padecido una experiencia dolorosa.

Para sostener la capacidad de estar resilientes, es necesario poseer ciertas herramientas entre las cuales se encuentran por un lado la capacidad que posee el individuo para el juego, esto implica mirar las cosas desde otra perspectiva, relativizar los hechos y no tomarse las cosas tan a pecho. Eso es un pilar fundamental a la hora de la resiliencia, como también lo es la esperanza con la cual se encaran los hechos y el auto-sostén que posee el sujeto. Este último se ve traducido en el pensamiento: “por más que haya pasado por una  situación desfavorable en la vida, tengo la suficiente fuerza y autoestima como para poder salir adelante”.