Por Fabrizio Turturici

El valor deportivo es un arma fundamental para la reinserción social; mucho más cuando se lleva adelante con una pasión desinteresada. Es el caso de Germán Dileo, un odontólogo de 46 años que dedica su vida a enseñar rugby en las cárceles, con el grupo de Tercer Tiempo.

Dileo, quien jugó al rugby en su pasado, ahora se dedica a la odontología pero no perdió su amor al deporte. Hasta hace poco tiempo entrenaba los planteles inferiores de Old Resian, hasta que una brillante idea se cruzó en su vida.

“El rugby para la reinserción surgió junto a Fernando Benítez, que es colaborador y mánager de la división. Durante un asado el año pasado nos preguntábamos qué podíamos hacer para aportar nuestro granito de arena contra la inseguridad. Y se nos ocurrió la idea del rugby social”, expresó.

En este sentido, dijo que “hablamos con funcionarios del Gobierno provincial y del servicio penitenciario y nos dieron el visto bueno. La verdad que le dimos para adelante y nos está yendo bien”.

A la consulta sobre si esta iniciativa ciudadana tiene como contracara la ausencia del Estado, Dileo respondió que “es un lugar que no estaba ocupado por nadie y nosotros lo venimos a llenar con mucha voluntad. Puede ser que el Estado, en este sentido, carecía de políticas de reinserción a través del deporte”.

“El deporte es lo más importante para la inclusión social: el rugby mismo es inclusivo, porque necesitamos del gordo, del flaco, del alto y del petiso. Aquí no discriminamos, le abrimos la puerta a todos y buscamos transmitir los valores del rugby para la sociedad”, continuó.

El rugby es un estilo de vida que se practica dentro y fuera de la cancha. Según Dileo, “tiene dos valores fundamentales que son la honestidad, el sacrificio y la templanza. También el valor del trabajo en equipo, porque acá no tenés un Messi que te salve”.

“Suele pensarse que el rugby es un deporte agresivo, pero al contrario: te enseña a manejar la agresividad. Avanzás un metro y retrocedes dos, pero siempre para adelante. Como en la vida, que agachás la cabeza porque al otro día tenés que levantarte e ir para adelante sin aflojar. Es la única manera de conseguir algo”, consideró.

Dileo relató que “nosotros empezamos hace seis meses en la Unidad 6 y hace casi dos meses nos incorporamos en Piñero. Los resultados que estamos consiguiendo son gratificantes, no sólo desde lo deportivo, sino en la confianza y la pertenencia de equipo”.

“De a poco van cambiando el carácter. Vemos muchos cambios, como la solidaridad entre ellos. Es el único deporte que incluye a todos los chicos de todos los pabellones. Hay algunos que ni se conocían y se hacen amigos adentro de la cancha”, sostuvo con orgullo.

Y agregó: “Ellos están acostumbrados a incumplir las reglas de la sociedad, pero ahora tienen alguien dentro de las cancha que los obliga a cumplirlas. Así, uno le va transmitiendo que la libertad de uno termina cuando empieza la del otro. Es importante poner límites porque las reglas del deporte se trasladan a las sociales”.

Sobre la ejecución de la tarea, aclaró que “me resultó más fácil de lo que pensaba. Es una experiencia gratificante, porque desde lo personal es una inyección anímica enorme. Cada vez que termina un entrenamiento, me voy lleno de ahí. Yo aprendo de ellos y ellos de nosotros”.

“Mi sueño es que ellos puedan formar un equipo y jugar adentro de una cancha de rugby. Lo mejor de que a ellos se le encienda la llama de lo que buscamos transmitir. Siempre le decimos que tratan de sanarse desde el corazón, porque esa es la única manera de crecer como personas. Así le pueden devolver a la sociedad parte del daño que hicieron”, concluyó.