Por Guido Brunet

En la ciudad de Rosario un grupo de mujeres ayuda en pequeñas cosas, en lo que pueden, a quienes lo necesitan. Para el Taller de Solidaridad Urbana los gestos chiquitos, como repartir empanadas entre las personas sin hogar, entregar juguetes a los niños en su día o decorar un asilo de ancianos, pueden representar mucho más de lo parece y alegrarle el día a una persona. Porque con poco se puede hacer mucho.

“A nosotros nos sirve todo, desde un paquete de arroz a una donación de una empresa, todo suma”, explica Inés Risso, referente de la organización, expresando el espíritu del Taller. “Trabajamos con chicos con pocos recursos, de sectores vulnerables e intentamos potenciar los talentos de la gente que tiene menos oportunidades”, completa Risso sobre los talleres de cocina y manualidades que organiza la entidad.

Taller Solidaridad Urbana trabaja desde 2010 y se encuentra integrado por profesionales de hotelería y gastronomía y estudiantes secundarias que desean poner al servicio de los demás sus aptitudes hacia las personas necesitadas de nuestro entorno, como niños, ancianos, personas sin techo. “Teníamos ganas de hacer algo, pero nos faltaba darle forma entonces nos focalizamos en hacer acciones concretas en nuestro entorno”, menciona Risso.

Acciones pequeñas, concretas, pero que transforman

La agrupación cuenta con seis años de vida y realiza acciones de colaboración constantemente, pero hay fechas en las que no se puede faltar. Por eso en el Día del Niño, Día de la Madre, Pascua y Navidad, el Taller de Solidaridad Urbana dice presente en diversas instituciones, como el comedor “Los Conejitos”, el jardín “Surcos” en Cabin 9, el refugio “Sol de Noche”, entre otros lugares.

Desde la creación del Taller, los miembros del grupo pintaron la biblioteca del Centro de formación Rural El Ceibo y ordenaron sus libros; elaboraron de huevos de Pascua, los cuales luego fueron entregados a los niños del jardín “Surcos” de Cabin 9 y al hogar de madres jóvenes Homema; entregaron de juguetes para el comedor “Los Conejitos” para el Día del Niño; elaboraron y entregaron de llaveros y repostería en la Maternidad Martin con ocasión del Día de la Madre, entre otras acciones.

“No tenemos demasiado presupuesto, entonces lo que hicimos fue buscar acciones concretas para brindar un poquito de alegría en situaciones puntuales”, comenta Inés Risso, referente de Taller de Solidaridad Urbana. Por eso, el grupo intenta aliarse a campañas de otras instituciones, para sumar su granito de arena.  Y viceversa. Cualquier entidad que quiera sumarse a su trabajo está invitada. “Si alguien necesita nuestra ayuda nos sumamos”, resume Inés Risso.

Desde hace seis años el Taller lleva empanadas al refugio Sol de Noche para cada 25 de Mayo. “Hay gente que nos dice que no solucionamos nada. Es verdad, pero a las instituciones que ayudamos les aporta muchísimo, además ese día quienes trabajan allí se olvidan de cocinar, como en el refugio Sol de Noche”.

En una oportunidad el conjunto realizó la decoración navideña en el hogar de ancianos “La Casona de María”. Inés cuenta que las personas mayores al principio miraban con recelo, pero luego “se integraron a la actividad y nos ayudaban y daban su opinión. Y después contaban a sus familiares lo que habían vivido”, comparte Inés sobre la experiencia.

“Durante un festejo del Día del Niño en barrio Ludueña, una mamá nos contó que nunca había festejado de chica. Y nos dijo que venía para que su hijo participe de algo que ella nunca había tenido. Para comienzo del año lectivo, la organización juntó útiles escolares y los donó a una escuela de Tablada y una de Barrio Rucci. Los chicos estaban escribiendo con hojas que sacaban de la calle”, relata Inés.

«Buscamos acciones concretas para brindar un poquito de alegría en situaciones puntuales”

Con motivo del Día del Pequeño Gran Gesto -que se celebra el 19 de julio- , hace tres años que salen a la calle a repartir café, galletitas y tortas, a personas en situación de calle, y a aquellos que se encuentren en el lugar en ese momento. “A la gente les sorprende que les ofrezcas algo gratis”, expresó Julia Consigli, una de las impulsoras de esta iniciativa.

“Se me ocurrió invitar a amigas e hicimos café, budines y tortas. Y se lo ofrecíamos a las personas que encontrábamos. La gente se sorprendía. También les alegraba que los miren a los ojos y que no les pidan nada a cambio. Fuimos a dar, pero recibimos más alegría”, narra Julia.

“No vamos a cambiar su situación, pero es compartir un momento nada más… darles un abrazo”, relata Consigli mientras recuerda su visita al refugio Sol de Noche.

 

En cuanto a la respuesta que obtienen de las personas al presentarse en un lugar y brindar su colaboración, la referente de Taller de Solidaridad Urbana comenta: “Fue impresionante. Es una satisfacción. Al no pedir nada a cambio, la respuesta es excelente”. Porque cuando el amor es genuino y desinteresado la devolución no puede ser diferente.

Más allá de la alegría que representa para quien recibe la colaboración, en la mirada de Inés se vislumbra la satisfacción que le genera el poder ayudar. “La idea es generar actitudes que ayudan y que cada uno lo replique en su entorno. Es una cadena solidaria que se da de modo natural. El bien es expansivo, y el que es ayudado también aprende a ayudar”, expresa Inés, sobre la capacidad de contagio innata de la solidaridad.