Por Alejandra Ojeda Garnero

La violencia de género es un flagelo que afecta a las mujeres en distintas partes del mundo y a todos los estratos sociales que deja huellas imborrables en quienes la padecen y en ocasiones hasta puede provocar la muerte.

Existen diversos tipos de violencia machista entre las cuales podemos enumerar la violencia física, económica, verbal, psicológica y sexual.

Mucho se habla  de la prevención pero lo cierto es que, hasta el momento, las medidas implementadas no sirven para disminuir la violencia machista porque cada día se registran más casos y a pesar de haberse promulgado la ley de femicidio, la problemática se acrecienta.

La violencia de género no la padecen todas las mujeres, y esto tiene estricta relación con los vínculos familiares y con la educación que las niñas reciben desde el seno familiar a muy temprana edad.

La mujer que padece este flagelo, en muchos casos no puede advertir por sus propios medios que se encuentra inmersa en esta situación. Para despejar dudas y brindar herramientas para detectar los signos que despierten sospecha, cómo prevenir y evitar quedar atrapada en un círculo de agresión y sumisión.

Los principales ejes a observar son la educación y la historia familiar. Escarbar en la forma de vinculación con los hombres de la familia puede ayudar a desentrañar la personalidad de la mujer y cómo influye eso en el vínculo con su pareja.

Para entender con más precisión el tema, Conclusión consultó a la psicóloga Marcela Paulozza (*), quien detalló los puntos más importantes a tener en cuenta para detectar a tiempo al hombre violento.

La primera observación que surge del análisis de la problemática es el perfil de la mujer que padece violencia machista y según la especialista, esto está vinculado con “matrices aprendidas que tienen que ver con la subjetividad de cada persona dentro del espacio donde crece, de la crianza y de lo que se le inculca culturalmente a esa mujer para que en algún momento, en el pasaje de niña a adolescente y luego a mujer pueda ser vulnerada en sus derechos”.

Para que esta situación pueda producirse “tiene que haber una relación asimétrica, entre el hombre y la mujer, que de alguna manera reproduce lo que se da en la sociedad, culturalmente aceptada y naturalizada de que se pondera el poder del hombre por sobre la mujer”,   manifestó la profesional, aunque aclaró que esto “no es algo consciente, son conductas aprendidas donde se repite la relación patriarcal que promueve la sociedad, dentro de la familia y dentro de las relaciones de género en el ámbito privado y público”.

Generalmente la mujer golpeada o que padece violencia machista tiene algunas características en su personalidad que la hacen más vulnerable ante esta situación, la psicóloga explicó que “son personas con una conducta de dependencia, inseguras, con una sumisión extrema a la autoridad, con la autoestima deficiente o debilitada, vergüenza y fragilidad”.

Si bien desde la psicología se trabaja en reforzar la autoestima de la mujer y en todo lo relacionado con su personalidad para poder sustraerla de la situación de violencia, el abordaje de la problemática es interdisciplinario. Tal es así que “la Organización Mundial de la Salud destacó en su informe del año 2013 que la violencia contra la mujer es un problema de salud global de proporciones endémicas”, destacó la profesional.

Con respecto al hombre golpeador Paulozza hizo una distinción porque “se dice que el hombre golpeador es un enfermo, pero en realidad es un hijo sano del patriarcado porque es una persona que se cree con poder por sobre las mujeres”, es decir que trata a la mujer como si fuese su objeto o de su propiedad.

Para evitar que ocurra la violencia de género “tenemos que hablar de la igualdad de género, donde debemos incluir la educación desde pequeños”, tanto de la mujer como del hombre, porque “los derechos de la mujer son derechos humanos”.

Cuando se conoce un caso de violencia de género, sale a la luz que no es la primera vez que la padece, sino que en reiteradas oportunidades intentó abandonar a la pareja golpeadora pero luego volvió ante el pedido de perdón del maltratador. Esta situación muchas veces es cuestionada por la sociedad que juzga a la mujer como “le gusta que la golpeen”.

Según la especialista en el tema, “esto tiene que ver con el círculo de violencia, hay indicios en una pareja durante el noviazgo, que tienden a ser naturalizados por la mujer”. En general se culpa a la mujer pero “la violencia no ocurriría si el hombre no se viera con un sentimiento de posesión por sobre la mujer, se cree su dueño y por ende siente que tiene derecho a maltratarla verbalmente, psicológicamente y demás”.

Este círculo de violencia tiene sus inicios generalmente en el noviazgo, con algunos maltratos “que se van naturalizando, se cree que debe ser así y de alguna manera la mujer también lo cree. Esta acumulación de tensión deriva en la explosión violenta con el golpe, cuando ya no se soporta más”.

Pero hay un ciclo que lo justifica porque “después viene el agresor arrepentido y la mujer, por sus características le cree al agresor y luego viene el ‘perdón’, el ‘no lo voy a hacer más’, ‘voy a cambiar’, lo que se llama la luna de miel, el momento de reconciliación y este ciclo vuelve al punto de inicio”, además de muchos otros factores que influyen en que la relación continúe, que mayormente están relacionados con la dependencia económica, porque otro punto a tener en cuenta es que el golpeador siempre consigue aislar a la mujer de todo tipo de relación con otras personas y sumergirla en un estado de total dependencia para que la única alternativa posible sea él.

El cuestionamiento social que afirma que “la mujer vuelve porque le gusta que le peguen”, está fuera de todo contexto y es muy grave que se plantee de esta manera porque “a la mujer no le gusta que le peguen, la mujer cree que eso que le ocurre es natural por una serie de determinantes anteriores que la llevan a quedar atrapada en esta situación”.

Este ciclo de violencia “se termina cuando la mujer se puede empoderar de lo que a ella le corresponde y de sus derechos y no siempre con hacer una denuncia”, que generalmente termina en una orden de restricción para el agresor, que nunca cumple y además no existen mecanismos de control para evitar el acercamiento.

Y por otra parte “para que esto pase tiene que haber una red de contención de familiares o de alguna amiga o vecina a quien pueda confiarle lo que le pasa y que además pueda empezar a creer que eso que le paso no debe ser así”, aseguró Paulozza.

Lo más importante  en esta problemática es que “la mujer debe tomar conciencia de que esto que le paso no es normal, no es natural”.

Existen comportamientos en el hombre por los cuales se puede identificar la violencia de género: celos y control excesivo, descalificación, humillación y crítica destructiva, manipulación y presión a través de diversos medios (económicos, emocionales, vinculares), vacío e indiferencia afectiva intencional, violencia y agresividad, generar clima de amenaza e intimidación, un vínculo acotado y escaso con sensación de cansancio, debilidad y falta de ganas de vivir.

En el mundo el 35 por ciento de las mujeres son víctimas de violencia de género. En Rosario las denuncias que recibe la Unidad Fiscal de Violencia de Género ascienden a 300 por semana, en tanto los recursos que destina el Estado no son suficientes para resolver la gran demanda.

Esto se ve reflejado en el informe de la Fiscalía Regional Rosario sobre la cantidad de casos resueltos desde enero a marzo del 2016:

A partir de las 300 denuncias semanales que recibe la Unidad que se especializa en el tema, entre enero y marzo de este año se realizaron en total 10 condenas y detenciones en materia de violencia contra la mujer. Del ese total, 4 condenas se resolvieron en juicio abreviado, de las cuales la misma cantidad de condenas son de cumplimiento efectivo.

Del total de condenas de cumplimiento efectivo, suma un total de seis años de prisión para el condenado, mientras que 2 son de ejecución condicional.

Entre las 10 condenas aplicadas por la justicia 2 de los autores son reincidentes y un total de 27 autores de violencia de género fueron imputados y sometidos al régimen de prisión preventiva con investigaciones penales en curso.

El 27 de abril pasado se realizó el primer juicio oral y público por violencia de género en el cual el autor fue condenado a 3 años de prisión efectiva por amenazas, desobediencia, violación de domicilio y daño hacia su ex esposa y sus hijos.

Para realizar denuncias o recibir asesoramiento sobre Violencia de género, dirigirse o llamar al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación al teléfono 144 que opera las 24 horas, Dirección provincial de políticas de género de Santa Fe, en Zeballos 1799 de 7 a 13, tel. 472 1861; Instituto Municipal de la Mujer Rosario, Moreno 960, tel. 480 2046; lunes a viernes de 8 a 16; Área Mujer y Diversidad Sexual de Santa Fe, tel. 0342-450 8034; los Centros territoriales de Denuncias distribuidos en los distintos barrios de la ciudad; la Fiscalía de Género, en Montevideo 1683.

(*) Marcela Paulozza, psicóloga, ex integrante del Área de Estudios de Género del colegio de Psicólogos de Rosario.