Por Mario Luzuriaga

La separación de Alejandro Cacetta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) causó un gran revuelo dentro de la industria, luego que se presentara una denuncia de irregularidades dentro del organismo en el programa «Animales Sueltos», que se emite por el canal América.

Al enterarse de la noticia la industria cinematográfica nacional salió en defensa de Cacetta emitiendo un comunicado diciendo que el ex director fue seleccionado para ocupar el cargo con el consenso general de todos sus miembros, y también apoyaron al director de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), Pablo Rovito.

El secretario general de la Cámara de Empresas Productoras de la Industria Audiovisual de Rosario (Cepiar), Nicolás Font, dialogó con Conclusión acerca de la problemática que está viviendo por estas horas el Incaa.

—¿Cómo se enteraron de la separación de Cacetta?

—Nos enteramos por medio de otras cámaras de Buenos Aires y Córdoba y elaboramos un comunicado de manera ordenada y tratando de exponer básicamente dos puntos. El primero, el hecho de sacar de esa manera a un funcionario que está elegido por el sector es imprudente. Y segundo, plantear el hecho de hablar de corrupción o malos manejos del instituto por parte de Cacetta, no era atinado. El funcionario venía haciendo las cosas, al entender de las organizaciones que firmamos el comunicado, bastante bien. Siempre hay diferencias entre organizaciones privadas y el Estado, pero en este contexto, en donde echan a un funcionario de un plumazo que viene trabajando conjuntamente con el sector, en términos de ampliar las garantías federales del instituto, nos parece que tenemos que hacer una defensa a un ente autárquico en el que estamos teniendo más lugar y pertenencia.

—Durante la gestión de Cacetta, ¿han trabajado en conjunto con el instituto?

—Nos sentíamos escuchados e incluidos en relación institucional, venimos trabajando hace dos años y prácticamente nacimos junto a la gestión de Cacetta. Desde la cámara tenemos experiencias previas y en muchos casos el diálogo existe y tuvo concreción en muchos aspectos. Por ejemplo se armó el consejo federal y Cacetta nos expresó que las provincias tuvieran una comunicación constante con el Incaa.

—Esto se decidió en muy poco tiempo y produjo un gran impacto para el sector…

—Para nosotros fue un baldazo de agua fría, evidentemente esto se venía armando. Entendemos que hay una cierta intencionalidad en varios espacios del Gobierno que provienen del lado de medios públicos, con una búsqueda que va por dos lados. El primero hay una clara persecución política a integrantes de otras fuerzas, y queda evidenciado. En el caso de Pablo Rovito, director del Enerc, queda evidenciado que su gestión es alucinante frente de la escuela. Y no sólo eso, sino que se están abriendo escuelas de cine en todo el país. Esos son gestos concretos de que la gente está trabajando y no le está robando la plata a nadie.

«Reducir ese 10% es hacer un ajuste a la cultura, a la producción nacional y al trabajo. Es menos trabajo, menos contenidos locales, menos posibilidad de comunicación y de mostrar nuestro trabajo a nivel internacional»

—En febrero apareció el rumor de la cuestionada quita del 10% en las entradas de cine que iban directamente al Incaa, ¿cuál fue la opinión del sector?

—Todo el sector reaccionó como ahora, con comunicados, posicionamientos claros y antagónicos a la idea de dar de baja de ese 10%. Ahora lo que sucede es que eso se resucita ese miedo. Si dentro de la discusión interna que desconocemos estaba implementar esta baja, y uno de los motivos que lo bajan a Cacetta y no lo dicen, es porque querían que se tome esa medida; estamos en un problema muy grave.

—¿Ese 10% cuánto significa para la producción cinematográfica nacional?

—El Incaa es un ente autárquico, es autosustentable, todo lo que se consume de cine en el país, sean producciones locales o internacionales, sustenta la autoproducción. El 10% en la taquilla de todo el consumo de películas extranjeras se traslada para fomentar las producciones nacionales. Lo que buscamos todos es aumentar más público y generar un espectador de cine argentino, más ávido. Reducir ese 10% es hacer un ajuste a la cultura, a la producción nacional y al trabajo. Es menos trabajo, menos contenidos locales, menos posibilidad de comunicación y de mostrar nuestro trabajo a nivel internacional.