Todas las semanas se emite por el canal de YouTube de Conclusión un ciclo que busca acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, aborda diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron con vecinos que padecen en carne propia la constante agresión que padece un arroyo que grita su agonía. Contaminación, abandono, negocios y promesas rotas, conforman un coctel tan explosivo como preocupante ¿Quiénes son los responsables? ¿Cuáles son las respuestas? ¿Cuál es la solución? ¿Cuál es el rol del estado?

Indisimulable, esa es la palabra que puede resumir el impacto ambiental que viene padeciendo el arroyo Ludueña junto a la biodiversidad que lo rodea. Una agresión constante, un desprecio sumamente explicito sobre la vida de un lecho de agua que supo cobijar a distintas generaciones que disfrutaban de sus bondades. La naturalización de su proceso contaminante, sigue encontrando una férrea resistencia por parte de aquellos que no se resignan.

Como suele suceder a lo largo y ancho del país, existen distintos espacios de resistencia y denuncia que no claudican a la hora de marcarle la cancha a un estado cómplice de tamaño aquelarre. La intersectorial por el Arroyo Ludueña es espacio lo integrado por organizaciones socioambientales y vecinos de distintos puntos de la ciudad preocupados y sensibilizados por la contaminación y maltrato que recibe el querido y vapuleado arroyo.

Siendo un curso de agua dulce y con humedales asociados, desde el mencionado espacio (individual y colectivamente) vienen generando permanente información realizando denuncias públicas para alertar a la comunidad y a distintos funcionarios, sobre el estado de deterioro del Ludueña. Cabe destacar que también insisten en ponerse a disposición para trabajar articuladamente con la Municipalidad y la Provincia en desarrollar un diagnóstico en profundidad sobre lo que sucede en la cuenca para buscar soluciones conjuntas y participativas a dichos problemas. Soluciones de fondo, no parches para la foto.


Desde hace años los vecinos del arroyo Ludueña denuncian el abandono sistemático que padece uno de los cursos de agua más importantes que atraviesa la ciudad. A fines de 2023, en una profunda y visceral charla con Conclusión,  Edgardo Orellano, pescador y vecino de Empalme Graneros sostuvo que “de darse una situación de lluvias importantes, muchos barrios podrían inundarse, y si eso pasa, los responsables tienen nombre y apellido”. Las tormentas llegaron, los barrios se inundaron y cientos de vecinos tuvieron que enfrentarse una vez más al olvido y la desidia.

A la lamentable y naturalizada contaminación, el Arroyo Ludueña padece la construcción de terraplenes y obras de intervención en la desembocadura por ciertas guarderías náuticas que han repercutido en el achicamiento de la desembocadura y en la formación de un «tapón hidráulico», esto es, amontonamiento de residuos que bajan por el arroyo y acumulación de camalotales y residuos que se meten del Río Paraná hacia el arroyo y luego no pueden volver a salir. Esto impide la navegabilidad y amarre de las embarcaciones de los pescadores en la desembocadura, perjudicando su trabajo y conexión con la ciudad.

Muchas preguntas, ninguna respuesta. La realidad sigue mutando ante la mirada impertérrita de quienes la padecen, y la opulencia de quiénes han consolidado un paradigma tan destructivo como incomprensible. Para recordar el disfrute familiar de las portentosas cataratas del Arroyo Saladillo, y las bondadosas aguas del Ludueña, deberíamos remontarnos décadas atrás, momento en que poco se pensaba de lo que era capaz el “progreso”.