Los rescates de cientos de animales en cautiverio o víctimas del tráfico ilegal permitieron este 2021 la rehabilitación y liberación de diferentes especies silvestres en un año en el que los incendios forestales y la bajante de algunos ríos afectaron los ecosistemas de distintas regiones, y en el que también se destacaron la reintroducción histórica de guacamayos rojos en los Esteros del Iberá, del yaguareté en Corrientes o la declaración de monumento natural a animales como el mono carayá.

Más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos autóctonos de Argentina se encuentran entre los principales objetivos del tráfico de fauna, el cuarto mayor comercio ilícito del planeta según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, ya que el comercio ilegal de vida silvestre genera a nivel mundial cerca de 20 mil millones de dólares anuales.

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Ante esta situación, el Ministerio creó en junio el Registro Público Único de Operadores de Fauna Silvestre para registrar a quienes realicen tránsito, comercio, importación o exportación de ejemplares vivos, productos y subproductos de la fauna silvestre, lo que marcó un gran avance en la preservación de la biodiversidad con un nuevo marco legal y metodologías de acción.

En enero, la liberación de tres ejemplares de yaguareté en Corrientes devolvió a la provincia a esa especie autóctona y en peligro de extinción después de 70 años, proceso que se pudo repetir en abril con otro trío de animales.

En cada una de estas dos oportunidades se liberó a una madre joven y dos cachorros en el Centro de Reintroducción del Yaguareté, en el Parque Nacional Iberá, donde se busca generar ejemplares que luego puedan ser liberados.

Por entonces, otros 300 animales que estaban en cautiverio -entre ellos dos tigres, diez pumas, ciervos colorados, antílopes, pavos reales y hasta un búfalo- fueron rescatados durante un allanamiento en un campo en la localidad de Balcarce, junto con armas de fuego y 25 trofeos, por lo cual la Policía Federal y la Brigada de Control Ambiental dieron intervención a la justicia.

Uno de los casos más destacados y esperanzadores ocurrió en marzo cuando una veintena de guacamayos rojos volvió a surcar los cielos de los Esteros del Iberá, en Corrientes, donde hacía más de 170 años que esas aves no aparecían.

La iniciativa congregó a la fundación Rewilding Argentina y al Gobierno de Corrientes a través del Centro de Conservación de Fauna Silvestre Aguará en el programa de reintroducción de animales y los especialistas Talía Zamboni y Jorge Gómez dijeron a Télam que «la experiencia de reintroducción de la especie logró que dos aves nazcan en vida silvestre».

La bióloga Zamboni, de Rewilding Argentina, y el veterinario Gómez, del Centro Aguará, señalaron que su labor consistió en cambios de dieta hasta entrenamientos de vuelo para las aves que llegaron a Corrientes desde distintos lugares, algunas incluso tras estar en cautiverio.

«Los registros sostienen que los guacamayos rojos fueron vistos por última vez, antes de extinguirse, allá por 1850», dijo Zamboni y explicó que «desaparecieron porque muchos tomaron a la especie como mascota, también sufrieron persecución por el tráfico de plumas y otro factor fue la tala de árboles, porque habitan zonas boscosas y fueron perdiendo territorio y desapareciendo».

Gómez resaltó que «es una serie extinta que se reintroduce, un proyecto sin antecedentes, en algunos aspectos se trabaja a prueba y error, por ejemplo, la primera suelta se hizo en 2015, sin entrenamiento y no fue muy exitosa» por lo que, dijo, «ahora los entrenamos para que desarrollen su capacidad de vuelo y resistencia y comenzamos con un cambio en la dieta, una adaptación, a lo que será su alimento que son los frutos nativos».

Durante abril, mes en el que se celebra el Día del Animal, la Brigada de Control Ambiental (BCA) del Ministerio de Ambiente liberó tortugas de agua, gatos montés y un coipo en Entre Ríos, y acompañó la reinserción en el hábitat de zorros y aves en La Rioja.

En Chaco, el Gobierno anunció en mayo el redescubrimiento de un ejemplar de nutria gigante del río Bermejo, en la zona de El Impenetrable, lo que fue destacado por las autoridades como «una gran noticia que refuerza el compromiso por la conservación» de ese sitio y sus especies.

En la zona ya había otros tres ejemplares de ese tipo de nutria pero eran animales que se habían traído desde Dinamarca, Hungría y Suecia y que previamente realizaron su respectiva adaptación en un corral de presuelta en el Parque Iberá (Corrientes).

El animal redescubierto es el único que actualmente vive en completa libertad y es una especie amenazada de extinción que puede llegar a medir 1,8 metros y pesar 33 kilos, que había sido vista por última vez en la zona del río Bermejo hace al menos 100 años.

Durante el invierno, mientras en Buenos Aires las noticias sobre la aparición de decenas de carpinchos en las mansiones del barrio privado Nordelta invadían las redes sociales a la par de los reclamos por la conservación de los humedales como hábitat natural de estos roedores, en Santa Fe, la Dirección de Zoología del Museo provincial Ángel Gallardo identificó una nueva especie de murciélago que se distingue por su color anaranjado a la cual denominaron «Molossus melini», que habita en la zona de la laguna Melincué.

Y en Santiago del Estero, dos vecinos de la localidad sureña de Ramírez de Velazco lograron rescatar a un flamenco rosa, llamado científicamente Parina Grande o Andina, que está en peligro de extinción y al que hallaron cuando caminaba solo por el costado de la ruta provincial que une las ciudades de Sumampa y Los Telares.

Fabio Fazzio (35) y Sebastián Madrid (13) advirtieron que el animal estaba herido, lo curaron en su casa y luego recorrieron unos 52 kilómetros para soltarlo en los bañados del río Utis, tras lo cual señalaron que «era algo insólito ver un flamenco en nuestro pueblo».

«Fue toda una revolución, venían los vecinos y sacaban fotos», comentó Fazzio a Télam y destacó que «todos pensaban como nosotros, que debíamos curarlo y luego liberarlo».

El biólogo Javier Lima, director de la Licenciatura en Ecología y Conservación del Ambiente de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), dijo a Télam que esa especie que rescataron los vecinos «está prácticamente amenazada» y advirtió que «estas aves requieren la protección humana, por lo tanto es recomendable que no se la moleste, ni se las cace».

Su conservación «es muy importante porque las dos especies que tenemos en la provincia tienen algún grado de vulnerabilidad en cuanto a su estado de conservación, una de ellas es el Flamenco Austral, considerado en condición de vulnerable y la Parina Grande, que está prácticamente amenazada», acotó.

Lima, junto a otros investigadores de Tucumán y Córdoba, publicó una investigación de la diversidad de aves en Santiago del Estero para actualizar la lista que, dijo, «consiste de 387 especies de aves (26 órdenes y 61 familias), con 51 especies nuevas» respecto de las que había en 1991 y apuntó que «fueron determinadas 188 especies residentes, 64 migrantes estivales, 18 migrantes invernales, 2 migrantes de paso y 57 ocasionales».

En la Patagonia, una pichona de cóndor fue rescatada en la localidad chubutense de Epuyén, fue evaluada y acondicionada en San Carlos de Bariloche para ser trasladada a la fundación Temaikén, en Buenos Aires, donde completa por estos días su proceso de rehabilitación.

En este caso, el presidente de fundación Bioandina y dirigente del programa de conservación Cóndor Andino de Argentina, Luis Jacome, contó a Télam que «cuando es un animal chiquito la reintroducción es distinta, porque ellos no saben volar, dónde están sus dormideros, dónde acceder a la carroña».

«Los cóndores son muy vivos e inteligentes y rápidamente se condicionan a la presencia humana, después no los podés liberar, por eso la pichona Inés necesita ir a Temaikén, que es uno de los cuatro centros de rescate que funciona en Argentina», señaló Jacome, y explicó que «cuando un cóndor cae y alguien lo levanta, una situación de rescate, hay que hacerle estudios al pájaro para saber qué tiene, descartar cosas que puedan ser complicadas, más que nada más allá de saber cuál es el estado general del pichón, es ver que no tenga plomo».

En ese sentido, indicó que «uno de los principales problemas que tenemos es que los cóndores bajan a comer, encuentran animales muertos, ellos son carroñeros, son los que se encargan de limpiar los campos de focos de infección, entonces cuando hay un animal muerto y lo van a comer muchas veces ocurre que un cazador lo mató, le dejo trazas de plomo o de hecho incluso la bala de plomo entonces cuando los come los envenena».

«Eso es gravísimo y ni hablar de que alguien lo pueda balear, así que el tema del plomo es clave para saber que el pájaro no tenga problemas por ese lado», remarcó.

Jacome resaltó que «años atrás alguien veía un cóndor, lo mataba y lo colgaba a la alambrada y hoy lo que ocurrió con este condorito es que la comunidad de Epuyén tomó el tema, los vecinos, los bomberos, la policía, la Gendarmería, el veterinario local Juan Pritila, que hizo la asistencia y primeros auxilios, es fantástico».

En Jujuy, más de 160 ejemplares de fauna silvestre fueron rescatados en decomisos por tráfico, accidentes y venta ilegal este año como parte del Centro de Atención de la Fauna Autóctona de Jujuy (Cafaju), dependiente del Ministerio de Ambiente local y ubicado a cinco kilómetros de la localidad de El Carmen.

Roque Yapura, coordinador del Cafaju, contó a Télam que solo este año «se produjeron 161 ingresos de ejemplares de distintas especies» en el marco de decomisos tras denuncias por tráfico, accidentes y la venta ilegal.

Yapura destacó que ello se logró con el trabajo articulado entre las fuerzas de seguridad, en rutas y caminos rurales, lo que «ha desalentado mucho las distintas prácticas ilegales».

«En los últimos tiempos han ingresado especies con distintos tipos de lesiones producidas por elementos contundentes», lo cual marca la importancia de «reforzar la difusión de que tanto la tenencia, como el tráfico, maltrato y su venta está prohibido por ley», remarcó el funcionario.

En Corrientes, en tanto, el Senado provincial de Corrientes aprobó el 25 de noviembre la ley que declara monumento natural al mono aullador, o carayá, a partir de una iniciativa popular para protegerlo y que genera expectativas en la comunidad científica de la región nordeste.

El primatólogo Martín Kowalewski, investigador del Conicet y jefe de la Estación Biológica Corrientes, dijo a Télam que «con la situación actual estimamos que en 25 años la población de carayá se verá reducida en un 30%, porque sin bosques no habrá monos y esta región ya es la segunda con la mayor tasa de deforestación detrás de Brasil».

A principios de diciembre un ejemplar de carayá también fue noticia al ser rescatado durante un allanamiento realizado en el barrio porteño de Belgrano R., donde encontraron, además de drogas, al mono encerrado en un armario sin luz, agua, ni ventilación.

Y, casi al finalizar el año, una matanza de pingüinos en campos linderos al Área Natural Protegida de Punta Tombo generó conmoción y el inicio de una causa judicial impulsada por el Gobierno de Chubut, el Ministerio de Ambiente de la Nación y organizaciones ambientalistas tras constatar el deceso de casi 300 pichones y la destrucción de 146 nidos por el trazado de una zanja con bordes electrificados.

Si bien hay cuatro especies de pingüinos que habitan en Argentina «en el caso del de Magallanes, nuestro país tiene una responsabilidad grande en cuanto a la conservación de esta especie, ya que alberga aproximadamente el 80% de la población mundial», explicó a Télam Annick Morgenthaler, bióloga de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.

La experta advirtió que «la Reserva Provincial de Punta Tombo alberga una de las colonias de pingüinos de Magallanes más grande para la especie y en las últimas décadas su tendencia poblacional esta bajando».