Por Fabrizio Turturici

Que el Central del Kily González es un equipo competitivo, que puede ganar o perder contra cualquiera, es indudable. Lo que también es indudable es que jugando así y según lo demuestran los números, perdió más de lo que ganó. El propio entrenador destaca siempre el hecho de «ir al frente», pero hay una palabra que nunca se menciona: equilibrio.

El equilibrio es el factor clave que hará que la balanza de los resultados se incline para el otro lado. Y no es necesario resignar la vertiginosidad en ataque, sino que a la misma habría que sumarle -siempre según esta columna de opinión- dos cuestiones: mayor resistencia desde lo físico y mejor disposición táctica en las transiciones defensivas.

Esta dinámica de juego no tiene que ver con la última derrota ante Boca sino que se viene dando desde hace tiempo, inclusive en las dos goleadas sobre Arsenal y Central Córdoba. La diferencia entre estas dos victorias y, por tomar dos casos, el empate con Newell’s y la derrota ante el Xeneize, fue haber contado con Vecchio.

El capitán y ’10’ auriazul, tal como lo demostró desde que llegó, es el mejor jugador de este equipo y una pieza infaltable pero solo cuando está al cien por ciento de su nivel físico, cosa que no ocurrió en los dos partidos mencionados. Es que jugando «en una pierna», la velocidad de salida fue otra y el retroceso descubrió más agujeros.

Una vez que Vecchio vuelva a su plenitud, el desafío del Kily González será encontrar un sistema alrededor de él para que esto no ocurra. En primer lugar necesita del mejor Ojeda en un punto estratégico de la cancha, preferentemente metido entre los centrales para formar un triángulo corto que suele ser la base de todo equilibrio.

Consiguiendo estabilidad en la zona media y recibiendo las jugadas rivales siempre de frente, no corriendo de atrás como está ocurriendo, aún puede darse el lujo de prestarle menos atención a las bandas, donde -sobre todo Ferreyra- no colabora en la protección de los laterales, que fueron las llaves de Boca con Weigandt y Sández.

Por otro lado, es cierto que el plantel canalla es corto y las opciones de recambio no están dando soluciones, pero no es una cuestión de nombres lo que Central tiene que ajustar. De hecho es probable que el once titular no se modifique en absoluto: lo que sí tiene que cambiar es la forma del retroceso frente a los ataques rivales.

Al repasar el verticalismo que hoy por hoy domina los libros del fútbol mundial, nos encontramos con ejemplos claros: el Liverpool de Klopp, la Francia campeona del mundo y cualquier otro buen caso que quiera tomarse, tienen una idea clara: parten desde la solidez defensiva para lanzarse de forma directa al arco contrario.

En definitiva no jugar durante los noventa minutos como si fueran los últimos de una final, aunque así lo inculque González a sus dirigidos, porque en un contexto donde el descalabro defensivo probablemente haga que te conviertan dos goles por partido, es una locura necesitar de tres a favor para poder festejar. Al fútbol se juega defendiendo y atacando, en el orden que más le guste a cada DT, pero ninguno de estos dos aspectos básicos puede brillar por su ausencia, siempre y cuando se pretenda ser un equipo serio.