El apacible transcurrir de los días en la turística ciudad de La Serena se quebró abruptamente en esta cálida mañana de sábado con la irrupción de unos quince mil argentinos provenientes de distintos sectores del país, que se volcaron sobre la zona de playa ataviados con camisetas argentinas o arrastrando enormes banderas, mientras eran saludados a su paso con sonoros bocinazos por aquellos que habían cruzado la cordillera en autos y camionetas.

Una jornada primaveral que, a poco de permanecer bajo el sol invitaba a bañarse con los rayos de Febo como si fuera verano, invitaba al regocijo y hacía crecer las endorfinas del buen humor, palpitando un anochecer a pura Argentina, a puro (Lionel) Messi, a pleno fútbol.

Es que cuando de argentinos se trata, «no imparta en que cancha se juegue», ni la edad, ni las dificultades de traslado. No hay cordillera que detenga la pasión que despierta la celeste y blanca y acicatea ese patriotismo de exportación que se vuelve más acentuado todavía.

Las frías aguas del Pacífico que bañan las costas de La Serena son tan celestes como los colores con que se mimetizan los hinchas, que no pierden la oportunidad de jugar un «fulbito» en la arena y mojarse los pies cuando la pelota cae al mar.

De pronto, desde los edificios de departamentos ubicados sobre la costanera empezaron a descolgarse banderas que identificaban regiones del país que iban desde la cercana Mendoza hasta la ciudad bonaerense de Ramos Mejía, mientras tres artistas chilenos se ponían sobre sus camisetas de Alexis Sánchez otras de Argentina y exhibían «trapos» albicelestes fileteados con las imágenes de Diego Maradona, Lionel Messi y Javier Mascherano.

Los cánticos de tablón, habituales y lógicos para los argentinos, sorprenden a los mansos habitantes de esta pequeña ciudad de la Cuarta Región que tiene como cabecera a Coquimbo, y por lo bajo dejan escapar algunas quejas: «esto se llenó de argentinos y también hay muchos paraguayos, pero ninguno gasta nada. Puro taco nomás», cuestionó un taxista que veía pasar resignado a cientos de hinchas, sin que ninguna le demandara bajar la bandera.

Los argentinos brotaron literalmente hoy de debajo de las piedras, formateados como familias enteras, grupos de amigos, muchos padres solo con sus hijos pequeños, y los obvios tours que masifican la pasión y la transforman en diminutas hinchadas ambulantes.

Argentina no está sola en La Serena, a pesar de que la reducida capacidad del estadio La Portada (18.500 espectadores) no deja espacio para la demanda del doble de esa cifra que se cruzó hasta Chile por estas horas con la intención de ver a Messi y compañía en, al menos, uno de los tres partidos de la primera fase.