Por Alejandro Maidana
Los Rosarinos, que tenían primeramente su sede en Crespo y Masón, y Estudiantil, que aún sigue enclavado en Iriondo entre Tucumán y Catamarca, escribieron una historia muy particular, de esas que vale la pena desempolvar.
Enfrentados por encontrase situados a muy pocas cuadras el uno del otro, estas dos longevas instituciones tuvieron que unir fuerzas para no desaparecer.
En el club de calle Crespo sólo se practicaba fútbol de 11 pero para despuntar ese vicio había que trasladarse hasta barrio Belgrano, ya que ahí se encontraba la cancha. Quedaba en evidencia que no contaba con las dimensiones necesarias para albergar otras disciplinas y todo se reducía a los juegos de mesas y las extensas charlas afloraban por esos arrabales.
En Estudiantil la realidad era otra, existía una variada oferta deportiva y espacios físicos más amplios. Lo anterior mencionado y la pileta de natación, que tentó a las mayorías que debatían sobre la necesaria fusión, inclinó la balanza para que la sede fuera Iriondo 375. Y así fue, pese a la resistencia de algunos socios de peso, el 25 de enero de 1959 se firmó el acta que le daría nombre y personería jurídica a los Rosarinos Estudiantil.
Hoy las muchas actividades que van desde lo deportivo a lo cultural, hacen que la vida barrial encuentre un maravilloso refugio.
Básquet y vóley en todas sus categorías sumados al maxi, que le brinda la oportunidad a los veteranos y a los no tanto, de jugar de manera recreativa. Un natatorio interesante que se utiliza para entrenar, y que sirve de acción terapéutica para rehabilitaciones de lesiones musculares y para aquellos que poseen capacidades diferentes.
Tres escuelas primarias de la zona utilizan están instalaciones para que sus pequeños alumnos lleven adelante su educación física.
Sorteando los escollos económicos, dándoles lugar a los más jóvenes para que intervengan junto a las direcciones, este club con raíces fuertes desde lo barrial se consolida como un verdadero oasis ante tanta sequía de valores y esparcimiento.
