Pasan los partidos y todo sigue igual, Central no tiene volumen de juego, es muy pobre la puesta en escena que presenta fecha tras fecha, el Patón Bauza. Siempre es poco, insuficiente, no alcanza, porque se apuesta todo a la pelota parada, a la excelente pegada de Gil, y no mucho más.

La zona de volantes no funciona, y los delanteros hacen lo que pueden, porque no cuentan con muchas jugadas de riesgo, y se las arreglan para anotar, como esta noche Zampedri.

Pero la preocupación del mundo Canalla, es que con los puntos que quedan en el camino, se empiezan a agitar los fantasmas de la zona del promedio, donde el equipo de Arroyito se va acercando a los puestos incómodos y en el torneo que viene, va a sufrir en serio.

Bauza se aferra a la Copa Argentina, porque sabe que es la única salida rápida para un presente futbolístico muy pobre, pero con pocos argumentos sólidos para ganarla. Aunque en esa clase de torneos, donde todo puede pasar en 90 minutos, se juega de otra manera.

Central no convence con su juego; lejos quedó ese arranque demoledor, de tres jugados tres ganados. Con el correr de los partidos, el Canalla no encuentra la salida, los titulares no rinden y los pibes tampoco, poco para rescatar.

Bauza no parece preocupado, nunca admitió su responsabilidad en el juego que le propone a sus dirigidos, y en sus declaraciones queda claro que siempre hay agentes externos que provocan los malos resultados, o los malos arbitrajes, o los errores que le costaron demasiado. Acaso la falta de autocrítica, sea lo más preocupante para este momento de incertidumbre.