Por Santiago Fraga

Los expertos Miguel Ángel Barrios, Norberto Emmerich y Yesenia Torres Curiel, junto con la editorial Biblios de Buenos Aires, lanzaron “Geopolítica de la seguridad en América Latina”, un texto fundacional en temas de seguridad en el que se plantea un nuevo paradigma conceptual y metodológico que supera ampliamente los esquemas de pensamiento conocidos hasta ahora y promete revolucionar el concepto de seguridad, incluyendo a la territorialidad del Estado como elemento definitorio de sus problemáticas.

Conclusión dialogó con el investigador Miguel Ángel Barrios, coordinador de la obra y encargado de otros libros en la materia como el Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica y el Manual de la Seguridad Ciudadana: de lo municipal a lo continental. En la charla planteó los conceptos que se profundizan en el libro, llevados adelante por el Doctor Norberto Emmerich, argentino residente en México, especialista de jerarquía internacional con respecto a la geopolítica del narcotráfico, y a la Doctora Yesenia Torres Curiel, consultora de seguridad en políticas de políticas públicas.

¿Cuál fue el disparador? ¿En qué momento encontraron la necesidad de plantear estos conceptos?

— Hemos dictado con Emmerich un curso en la Universidad de Buenos Aires el año pasado, y luego de varias conversaciones llegamos a la conclusión de que a los estudios de la seguridad en base a las nuevas complejidades del mundo de hoy le estaban faltando un enfoque más multidisciplinario dentro de lo académico, entendiendo siempre que lo académico se alimenta de la práctica y esta de la teoría. Desde la criminología crítica se hace hincapié en los factores sociales para que ocurran los delitos. Nosotros encontrábamos un déficit, y es que no hay delito si no es dentro de un territorio, y un territorio implica una estatalidad, un espacio estratégico. Todo territorio está dentro de un espacio, y por tanto a mayor estatalidad, menor criminalidad, y menor estatalidad, mayor criminalidad. Entonces para nosotros el tema fue que no se puede estudiar y planificar las políticas públicas si no es implementando el análisis de la territorialidad, entendiendo la misma no sólo como el espacio físico o la geografía del crimen, sino entendida como cuáles son los espacios estratégicos que el Estado ha dejado de ocupar y los ha ocupado el delito.

¿Cuando hablamos de narcotráfico es sinónimo de crimen organizado?

— El narcotráfico es la organización territorial que distribuye y comercializa drogas, y el crimen organizado ya es un actor político-económico que trata de maximizar ganancias, siendo empresas capitalistas y que compiten poder con el Estado con más de 23 tipos de delitos aproximadamente, no sólo narcotráfico. El narcotráfico sería el delito vertebrador y organizador, pero no es el crimen organizado en sí. Esto va de alguna manera a contramano con la definición que hace la Oficina del Delito de las Naciones Unidas, que dice que es un actor económico multinacional de modus operandi rotativo que trata de maximizar ganancias. Ahí estamos totalmente de acuerdo, pero es una verdad parcial porque hay un actor político económico.

El crimen organizado tiene los cuatro elementos que tiene el Estado, que es lo que hemos encontrado en nuestro estudio de campo:

  • Territorialidad; no hay crimen organizado sin territorialidad, y el Estado tiene.
  • El monopolio de la violencia; el crimen organizado la tiene en los espacios que ocupa, porque tiene fronteras interiores y exteriores y un sistema de inteligencia y logística con mucho mayor fortaleza que los estados.
  • Es monopólico, es decir, regula las reglas del territorio que ocupa; el crimen organizado también lo hace en donde tiene sus asentamientos. Ahí no entran las fuerzas del Estado, porque estas muchas veces forman parte simbióticamente del Estado criminal.
  • Es sustentable en el tiempo. El Estado no va a desaparecer mañana, y tampoco el crimen organizado.

Al succionar territorios al Estado, a veces en complicidad con él mismo, va generando un nuevo tipo de estado que es novedad para el siglo XXI pero que ya empezó en el siglo XX que es el estado criminal. Esto es impensable sin la complicidad de sectores de la política, de los sectores judiciales y los financieros. No hay crimen organizado sin blanqueo de dinero, y lo hacen en las guaridas fiscales que son protegidas por los países centrales.

¿Cuáles son los sectores más vulnerables, tanto política como territorialmente?

— Hay simultáneamente un delito de cuello blanco, que no se ve, sea la corrupción, la evasión y todo tipo de blanqueamiento de activos, que es un verdadero escándalo mundial como lo son el tema de las guaridas fiscales. Ese delito de cuello blanco perjudica a los estados y principalmente funcionarios corruptos que lavan dinero, como el caso de Mauricio Macri con los Panamá Papers, donde luego fue absuelto de la justicia pero nunca se supo bien por qué. Pero luego también, y que se estudia muy poco, está el narcomenudeo, que es el primer eslabón del narcotráfico y es el inicio de la territorialización. Afecta a los sectores más vulnerables, sin ninguna duda. Son los sectores pobres, humildes o populares los que van sufriendo no sólo la pérdida de la esperanza, sino también el deterioro físico, y para otro sector dentro de estos sectores una forma de vida, porque el crimen organizado pasa a ocupar el rol del Estado dentro de su territorio, y esa alta presencia de criminalidad a través de lo que se denominan ‘soldaditos’ o ‘búnkeres’ se da por una baja estatalidad. La baja estatalidad no pasa por la cantidad o no de destacamentos policiales, sino de políticas de prevención, de todo tipo. Y esas políticas son las que fallan, se va rompiendo esa cadena y al romperse el primer eslabón de la misma se produce la siguiente instancia, que es la instalación de la organización en los barrios.

¿Y la policía que rol juega?

— La policía está por un lado desactualizada, por el otro tiene el problema de los bajos salarios en general, y por otro es que no forman parte de la solución del problema, sino que en muchos casos es parte del problema. En Santa Fe lo saben bien con el caso de Tognoli. Todo esto de nada sirve sin una política integral que interactúe en lo local, lo provincial y lo nacional, y eso es lo que falta en Argentina. No existen políticas de seguridad porque cada fuerza tiene su misión, su doctrina y en la mayoría de los casos hay un divorcio y una desconfianza en forma tácita. Aunque la ministra de Seguridad diga que hay una doctrina común, en los hechos no está.

¿Y el gobierno?

— Hay un gran desconocimiento de los funcionarios políticos de la lógica del funcionamiento del sistema de seguridad, entonces se produce un autogobierno policial y un desgobierno político de la seguridad.

¿Qué variante se ha generado en la problemática del narcotráfico en la actualidad?

— Ya no existe la división tajante en lo que respecta al narcotráfico entre países consumidores y productores, sino que ya con las drogas sintéticas lo podemos hacer desde nuestro propio domicilio, así que cualquier país puede ser productor. Según informe de Naciones Unidas se inventan 200 drogas ‘electrónicas’ por semana. El escenario es muy complejo, y uno va a Rosario y dice ‘La problemática está en las villas’, pero el problema en realidad involucra a todo el Estado. Los que más ganan con el narcotráfico son los sectores altos y medios de la sociedad.