Por Federico Morel

En una noche de bajas temperaturas, el cuerpo necesita calor y, la mayoría de las veces, nos invita a reposar en donde lo único importante es la cantidad de frazadas que van acompañar esta posición horizontal.

Pero sucede todo lo contrario, cuando llega el viernes y en la grilla de eventos, el Cumbión del Paraná se encuentra liderando el podio de opciones en la nocturnidad de la ciudad, nada más y nada menos con Los Palmeras como orquesta principal.

Literalmente, en el ingreso a la Sala de las Artes, se podía sentir el cambio de un clima frío y oscuro, a un calor tropical que emanaban los parlantes desde el interior del espacio cultural de Suipacha y Guemes. Quienes fueron encargados de invitar a sentir un fogoneo de hormonas que se tradujeron en los primeros movimientos cumbieros reflejados en el cuerpo, fueron Los Peñaloza, orquesta de cumbia “colombiana-santafesina” con una impronta rosarina bien definida.

Esos primeros golpes en el tambor que iniciaron el ritual, hicieron comprender a un público ansioso de calor tropical, que la carrera se iniciaba y no había marcha atrás. Las leñas comenzaban a arder y nadie lo iba a parar.

La banda rosarina sonó ajustada, emergente y, por sobre todo, muy cálida y receptiva de un público que cada vez les exige más atención e interacción desde el escenario. Donde claramente el objetivo se cumplió.

Sonaron bien arriba y lograron subir el termómetro de las expectativas de un “Cumbión” prometedor, que jugaba al Acertijo. Nadie sabía cuál era el próximo nivel. De hecho, se esperaba que el encargado de seguir calentando la pista fuera el Maestro de la cumbia santafesina, Mario Pereyra. Pero hubo un remanso, se dio vuelta la grilla y Los Palmeras salieron al escenario mayor, cual dorado buscando su presa en el río.

Entre gritos, empujones y corridas desde la barra, los espectadores buscaron acomodarse en una mejor posición en algún recoveco del lugar que les permitiera ver el show, pero que fuera tan amable de permitir la expresión al bailar. Es que cuando Cacho Deicas abre su garganta, condicionado por las notas del acordeón de Marcos Camino, uno entiende que el fuego es una realidad.

La Chola, Olvídala, La chica de rojo, fueron algunos de los hits que, durante el jolgorio, se pudieron disfrutar en el marco de una fiesta maravillosa, acompañada por una calidad de sonido que estuvo, más que a la altura, a la temperatura de un infierno tropical desatado por músicos profesionales que saben lo que pretenden de su público.

Un escenario nostálgico acompañó a Los Palmeras. Es que hace poco tuvieron una perdida importante en sus filas pero, para goce de su público, supieron ocultar ese dolor y recordar a su compañero guitarrista, Jorge Grenón, con buena música y una guitarra que expresaba un corazón lleno de cumbia.

Luego de que tocaran su repertorio, al concluir el show, Los Palmeras agradecieron y saludaron a un público que dejó de importarle el frío elevado y que, en su mayoría, gozaba del sudor típico de un baile exigente y en pareja.

El Cumbión del Paraná, sorprende. Y tal es así, que cuando la gente comenzaba a pensar en la retirada, la música bien selectiva de Dj Waira, comenzó a bajar su volumen, para que todas las miradas volvieran a posicionarse en esa hoguera que llamamos comúnmente escenario principal.

Allí apareció el “docente de la cumbia santafesina”, el maestro Mario Pereyra, exclamando su ya conocido saludo de bienvenida: “Que tal a todo el aguante, encantadísimo de estar acá”, y comenzó esa orquesta, sonando como un motor en plena explosión, donde sus pistones movedizos, encienden la combustión de un “agite” que no va a paró.

Durante los 35 minutos de show, Mario Pereyra no paró de cantar sus históricos hits, ya reconocidos por cientos de miles de personas a través de todo el Litoral argentino, y donde, puntualmente en el centro de baile, evocó los sentimientos de cada “corista” que se encontraba en el público. Un público encendido y vivaz.

El Cumbión del Paraná no solo invitó a una experiencia natural donde la música tropical invade todos los sentidos, sino que mostró que , si el frío no es “psicológico”, hay que bailar una cumbia para mantenerse cálido.