Por Santiago A. Fraga – 70/30

Entre Rosario y Montevideo tenemos muchas cosas en común. Hay una conexión, algo en el aire, o algo en el agua, que hace aflorar en cada uno ese sentimiento de estar en casa en el otro lado del charco, tanto para la mayoría de los rosarinos que pisan la tierra del Protector de los Pueblos Libres, José Gervasio Artigas, como para los montevideanos que caminan las calles del sitio en donde Manuel Belgrano enarboló por primera vez la bandera argentina.

La explicación a ello, quizás, sea algo más complicada de encontrar. Mientras algunos predican que los puertos y los ríos, corazón y venas de cada ciudad, son los grandes causales históricos de esa familiaridad, otros se guían más por lo arquitectónico y urbano, por la población (entre un millón y un millón y medio cada una), o hasta algunos más osados señalan como origen la disputa entre unitarios y federales o anteriormente la lucha de puertos, con Buenos Aires como punto de discordia a la hora de pensar las vías comerciales de la época del Virreinato del Río de la Plata.

Sin embargo, sea cual sea el motivo real, muchas son las personas que han sabido dar fe de estas similitudes en lo cotidiano, y aquellos actores de la cultura, que cargan inherentemente con una sensibilidad especial, son de los que más logran apreciarlo en carne y piel.

En esta edición de Ida y Vuelta, nos enfocamos en encontrar lo que nos hermana y lo que nos diferencia (aunque no separa) a rosarinos y montevideanos a la hora de desarrollar la carrera de artista. Lo que enorgullece, lo que preocupa y lo que se podría imitar de aquel lugar. De la esquina de Durazno y Convención a la ciudad de locos corazones.

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Para este recorrido, 70/30 dialogó con dos grandes artistas como Diego Drexler y Mariana Lucía, que con distintos inicios en el mundo musical ya llevan sus buenos años de carrera y canciones sobre los hombros, habiéndose incluso encontrado con proyectos en varias partes del camino.

Diego Drexler // Foto: Lu Silva.

La distancia es solamente aire”, dice el oriental Sebastián Casafúa en su canción “El Coleccionista”. Para Mariana, la sensación de similitud cultural entre ciudades se da principalmente por “el paisaje y por la forma de vincularse los unos con los otros, teniendo en cuenta que en ambas está marcada fuertemente “la presencia del elemento agua”. Diego, por su parte, teje los hilos directamente por el lado portuario, recordando que ritmos como el tango y la milonga nacieron como tales precisamente en los puertos, y coincidió en que la forma de ser del rosarino tiene mucho que ver con la forma de ser del montevideano. Por esto mismo, ambos afirmaron que, a diferencia de lo que ocurre con otras ciudades, con Rosario sienten una potente cercanía.

Mariana Lucía // Foto: Conciertos en el Living.

Pese a que Internet y la globalización han hecho que los artistas de las nuevas generaciones dispongan de influencias cada vez más variadas, con alcance inmediato a prácticamente cualquier cultura del mundo (algo sensacional, aunque recordando siempre con cuidado quesi globalizan nuestro pensamiento, sólo habrá un libro con el mismo cuento), en general quizás se pueda notar que cada ciudad cuenta con una corriente artística identitaria de su territorio. Compartiendo raíces en el tango, mientras en Montevideo sobresalen con elocuencia y grandiosidad en los más diversos géneros-fusión inyecciones de candombe y murga, en Rosario hubo un antes y un después con la famosa Trova Rosarina, interpelada principalmente por el rock y la canción de protesta.

Ahora bien, sabemos que desde los primeros discos escuchados, las primeras notas aprendidas, las primeras zapadas y los primeros ensayos, hasta la grabación e interpretación en vivo de cada una de esas canciones, hay un trecho extremadamente largo. Muchos son los factores que inciden y los obstáculos que se presentan en el camino de cada artista para expresarse y hacer llegar su mensaje al mundo. Pensando en ese mismo recorrido, urge preguntarse: ¿cómo está la situación para los músicos hoy en día en ambas ciudades? ¿Compartimos problemáticas? ¿Se ayuda al artista o se le pone palos en la rueda? ¿Se los considera trabajadores?

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Tanta vida en cuatro versos

En Montevideo, apellidos como Rada, Ibarburu, Fattoruso, Cardozo, Buscaglia o Drexler se han vuelto sinónimos de música, y de la de más alta calidad. Familias en donde dos o más integrantes han sabido marcar una época o demostrar un presente con canciones notables en los distintos géneros de la música uruguaya. En el caso de Diego Drexler, esa sangre fue la que lo hizo mamar desde chiquito el arte.

La familia sea unida: Diego, Paula, Günther, Daniel y Jorge Drexler. // Foto: El Deber

Hijo de un inmigrante alemán llamado Günther y de la uruguaya Lucero Prada, ambos doctores especializados en la medicina, sería a través de sus hermanos que conviviría tan de cerca y desde tan temprana edad con la música. Si bien siempre le fascinó la pintura (hoy es diseñador gráfico y arquitecto), comenzaría a incursionar en lo musical con la flauta, a los 9 años. Asímismo, viendo ensayar a Jorge y Daniel con la guitarra y a Paula con el piano iría aprendiendo y adentrándose también en aquellos instrumentos. A los 12 fue uno de los primeros alumnos de guitarra de Daniel (bajo el método del maestro Esteban Klísich) y a los 17, por recomendación de Jorge, aprendería a tocar el bajo.

Un año más tarde comenzaría a integrar sus primeras bandas de barrio y en 1997 formaría Cursi, su primer proyecto musical serio, que se destacaría renovando el pop rock uruguayo y perduraría 15 años, con siete discos editados, un DVD y shows por Sudamérica.

En el caso de Mariana Lucía, el hecho de que sea montevideana es, en realidad, por herencia y adopción. Ella, hija de uruguayos, nació en Brasil, en el barrio paulista de Santa Cecília (la Santa Protectora de los músicos), a los 5 se mudó con su familia a Río de Janeiro y a los 11 llegaría a la capital del Uruguay.

Martín Buscaglia y Mariana Lucía // Foto: Pardelion Music TV.

Su vínculo con la música se daría a través de amigos como Martín Buscaglia, Gonzalo Brown, Gustavo Montemurro o Nicolás Ibarburu, entre otros, con los que tocaría en diversas y reiteradas oportunidades, principalmente durante las veces de veraneo en el Cabo Polonio. Cerca de 2004, habiendo participado también varios años de la llamada Murga Joven, comenzaría a brindarle más seriedad y formó un trío con dos músicos de Lagomar y Solimar (barrios de la Costa de Oro, en el departamento de Canelones) que derivaría a la larga en Proyecto Serafín, su primer disco.

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Un colectivo lleno para una ciudad vacía

A la hora de pensar en los pros y contras de encarar una carrera musical en Montevideo, una de las grandes virtudes que tiene la capital de la República Oriental es la cercanía entre artistas y lo fácil que es acceder a aquellos músicos que admirás o de los que querés aprender. Para Diego Drexler, una forma de llamar a esta característica de la identidad montevideana la de ser una gran orgía musical, resaltando que “hay una escala humana muy buena” y que “de alguna manera u otra vas a terminar compartiendo en una sala de ensayo con músicos que te interesan, que querés conocer, que son referentes, o vas a terminar tocando en algún momento porque hay más proyectos musicales que músicos”.

Lo que yo destaco de la movida artística en Montevideo es la cercanía, la horizontalidad, la posibilidad de poder hablar con casi todos los que están haciendo música en la ciudad. Si querés conocer a Rubén Rada, lo vas a conocer en la vuelta y vas a poder charlar con él; si le buscas la forma, terminás tomándote un café. Y así con todos los músicos. Hay fraternidad musical, hay transferencia de conocimientos, solidaridad, se comparten contactos. Es un colectivo bastante unido y con una noción de que somos un colectivo y que nos podemos ayudar entre nosotros”, señaló Drexler, aclarando que esta faceta es algo que creció especialmente en los últimos 10 años.

Diego Drexler y Mariana Lucía. // Foto: La Paloma Diario Digital.

No obstante, el hecho de que haya tantos artistas y proyectos musicales, y tantos de gran calidad, irónicamente se convierte en sí mismo en un problema, ya que lo que no crece es, precisamente, el público. “Hay como una cosa medio salvaje -no sabría cómo adjetivarlo- que tiene que ver con que el mercado sea tan chico”, sostuvo Mariana Lucía, aunque agregó que ello también “es terreno fértil para la creatividad, ya que no importa tanto a quién vas a llegar porque es muy difícil vivir de la música en el país, y no por razones económicas, sino que son muchos artistas para poco público”.

Esto, por ende, genera que los artistas que aspiren a un futuro en la música tengan la necesidad de, una vez alcanzado ese corto techo, probar suerte en otros países, siendo el principal destino Argentina (y en especial, Buenos Aires).

Lo que le está fallando a Uruguay y Montevideo es la cantidad de gente. A la cantidad de proyectos artísticos que hay, que yo considero que son muy buenos, no hay espacios para tocar. No hay mercado. Rápidamente saturás. Entonces, una banda como No Te Va Gustar no puede tocar todos los meses en Uruguay. Toca un par de veces por año o una vez por año, porque no le da para más, y después hay que salir afuera. Obviamente, Argentina es el primer destino, y ampliar a mercados que tienen más gente y más posibilidad de darle continuidad a un proyecto musical serio”, ratificó el ex líder de Cursi.

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Que no quede en el tintero lo que falta por hacer

Este mismo factor genera inconvenientes y contradicciones también a la hora de hablar de los espacios a los que el músico puede acceder. Por un lado, existe dentro de todo una cierta accesibilidad para los artistas a los lugares que Montevideo ofrece. Para Drexler, la ciudad “mantiene algo muy honesto” en el sentido de que las puertas están abiertas.

Uno puede llegar a tocar en los lugares que se plantee. Obviamente no en el Solís, pero si querés tocar, conseguís espacios para tocar. Por ahí el problema viene después, porque el techo está muy cerca. Entonces, podés sentir que podés tocar en lugares, podés programar dos o tres fechas, pero después cuando querés empezar a crecer y a convocar te das cuenta ya llegaste al tope. Y ahí hay que empezar a salir a buscar afuera, cruzar el charco en el caso nuestro, porque sino rápidamente empezás a cansar a la gente que te sigue. No podés estar tocando todos los meses para la misma gente. Ahí es donde uno se da cuenta de que Uruguay es un país de tres millones y medio de habitantes”, agregó Diego.

Diego Drexler. // Foto: Alelí Alegría Cuba.

A raíz de ello, es en esa misma situación en la que empiezan a darse algunos inconvenientes con los lugares y se empiezan a replantear los derechos del músico como trabajador. Si bien es cada vez más común el ver a artistas que pueden vivir de lo que hacen, es todavía una batalla. “Es una pelea constante que se da en el día a día y que se da a nivel legislativo para tratar de hacer entender a todos los legisladores que valoren lo que hacemos, que nos valoren como trabajadores culturales y nos protejan en nuestros derechos como cualquier otro trabajador”, continuó Drexler, que si bien sostuvo que “es algo que va mejorando, gradualmente” todavía “hay mucho por hacer”.

Asimismo, también los sellos discográficos suelen tener acuerdos cada vez más injustos para con los músicos. “Se quedan con regalías, con derechos de autor… acá en Uruguay ya prácticamente no hay ningún sello que invierta en el artista, sino que más bien lo que te dan es como una plataforma para la prensa, cierta llegada a algunas radios. Invierten en la fabricación, pero no en la grabación. Entonces son cosas que uno ya tiene que tener pronto, y la verdad es que la ecuación termina siendo negativa”, detalló Lucía, razones por las que siempre decidió sacar sus producciones a través de un sello independiente argentino. “Creo que en Uruguay hay espacios accesibles para los que recién arrancan, pero con condiciones varias, que no son las mejores”, recalcó.

Mariana Lucía, además, forma parte de una cooperativa de músicos a través de la cual puede aportar al Estado y generar así una jubilación mínima, aunque resta mucho debate en la definición de asuntos como, por ejemplo, cuáles son las horas de trabajo de un músico (¿es sólo tocar?, ¿qué pasa cuando se ensaya?, ¿y todos los demás gastos?). “Siento que estamos re verdes en todo eso”, sostuvo la cancionista, asegurando, al igual que Diego, que lo más rescatable de la escena montevideana es el compañerismo entre artistas y cómo se generan movidas en donde los propios actores culturales son los que organizan, imponen las condiciones y reparten ganancias.

Un punto positivo para Montevideo: los artistas callejeros y los vendedores ambulantes tienen acceso a una tarjeta STM (lo que sería nuestra Movi o Sube) que les permite trabajar formalmente en los colectivos de la ciudad, siendo reconocidos así como trabajadores y pudiendo, de esa forma, acceder a una jubilación y a cobertura médica.

Buscaglia: «Rosario es parecido en la música y tiene una similitud con Montevideo»

Romper con la naturalización de la desigualdad (la rebelión de la flor)

Una de las grandes fallas que todavía tiene por mejorar Uruguay, tal como pasa en Argentina, radica en la inequidad de oportunidades para mujeres y disidencias respecto de los hombres. Pese a que la República Oriental adhirió a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la ONU, que tiene como uno de ellos la Igualdad de Género, los grandes eventos musicales del país siguen haciendo caso omiso y ejerciendo su conservador y retrógrado machismo.

Para esta lucha, de aquel lado del charco existe, entre otras organizaciones, el MydMus (Colectivo de Mujeres y Disidencias en la Música uruguaya), que reclama la paridad de género en todos los festivales que se organicen con fondos públicos. Sin ir más lejos, en este 2019, festivales convocantes como la 54ª Semana de la Cerveza, en Paysandú; el Minas y Abril, en Lavalleja; o el Durazno Rock, en aquella localidad, no contaron con una sola mujer en toda la grilla.

Mariana Lucía. // Foto: Gato Peludo / Fede Ruiz Santesteban

Principalmente en el Interior hay una ideosincracia muy conservadora respecto de eso y con una visión más machista, en el sentido de que el argumento que usan es que no hay artistas mujeres que convoquen tanto como artistas hombres, y eso no es tan así. Además, para que eso suceda tiene que haber espacios. En esas fiestas el 80% son hombres y un 20% son mujeres”, denunció Mariana Lucía. A raíz de los anteriores casos, como colectivo redactaron una carta firmada por numerosas artistas, a través de la cual consiguieron que se contrataran a artistas femeninas para varios de los eventos que restaban del año en donde no estaban contempladas.

Haciendo memoria, Lucía también mantiene el recuerdo de que en sus primeros años como espectadora en el país no recordaba ver mucha presencia femenina, rememorando especialmente a Mariana Ingold (“a quien admiraba mucho”) y Estela Magnone. “Lo que falta y está fallando en Uruguay es que tienen que haber estrategias y una mayor representatividad”, cerró. Dato: en la página web del MydMus (MasMusicas.uy), se puede acceder a un registro de cientos de perfiles de artistas, gestoras y proyectos musicales de mujeres y disidencias de todo el país, como así también a leyes y material bibliográfico.

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Ida… y vuelta

Mariana Lucía y Diego Drexler, ¿a qué músicos montevideanos podrían recomendarnos? En el caso de la cancionista, sus elecciones fueron Martín Buscaglia, Hugo Fattoruso (con énfasis en su disco “Homework”) y la rapera Eli Almic, agregando como excepciones fuera de la capital a la josefina Malena Muyala (en especial su último álbum) y a la rochense Florencia Núñez (en su opinión, una suerte de Julieta Venegas uruguaya).

Por su parte, Drexler eligió al montevideano Franny Glass (Gonzalo Deniz), agregando además al sanjavierino Sebastián Casafúa y coincidiendo, también, con la rochense Núñez, quien actualmente vive en la capital y en 2018 ganó un Graffiti (el equivalente al Gardel en Argentina) a mejor compositor/a, siendo la primera mujer en ganar ese premio.

Ludique. // Foto: Facebook.

Y ellos, que han andado y tocado por las dos ciudades, ¿conocen músicos rosarinos? Así como ambos coincidieron en destacar con énfasis a la cantautora Sandra Corizzo, Diego, por su parte, resaltó a Coki & The Killer Burritos, Indios y Coti Sorokin, mientras que Mariana eligió a Mercedes Borrell y, como no podía faltar, a Fito Páez.

Además, ambos compartieron un hermoso proyecto musical llamado Ludique junto a Ariel Migliorelli (entre otros), quien en la ciudad actualmente destaca por su trabajo con distintos músicos, su estudio (Corcovado) y su proyecto solista Fargus.

De parte de 70/30 elaboramos la playlist “70/30 | Montevideo/Uruguay”, donde además de nuclear las recomendaciones mencionadas realizamos nuestra propia selección de artistas de la capital charrúa y ciudades del Interior, integrando más de 90 canciones (+6 horas) que recorren (casi) todos los géneros del país vecino, entre temas reconocidos y artistas por conocer. Para acceder, pueden buscar la lista por su nombre en Spotify o verla en esta nota.

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