Por Gisela Gentile

“La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio”

-Friedrich Nietzsche

¿Podríamos imaginarnos una vida sin música? En mayor o menor medida, en algún momento de la vida, todas y todos la hemos podido disfrutar. Por herencia, amor, amistad, encuentro, desencuentro, curiosidad, pertenencia, o vaya uno a saber por qué, los acordes sonaron y suenan, ya que fueron y son parte de nuestra existencia.

La música acompaña nuestros días, es parte de nuestras actividades y en muchos momentos es lo que logra conectarnos con las fibras más profundas de nuestro ser. Desde que habitamos el vientre, son las vibraciones de las voces del entorno las primeras melodías que nuestro cerebro grabará por siempre. La música proporciona estímulos que aumentan el desarrollo cognitivo y emocional, también desde el útero mismo. Este estímulo quedará fijado en la memoria del niño, creando un vínculo de cuidado, tranquilidad o seguridad entre la madre y el bebé.

La música sin dudas modifica nuestro estado de ánimo, nos aparta de situaciones de profundo dolor o pensamientos repetitivos. Según como la apliquemos resultará terapéutica, y sin dudas debe estar y formar parte de todas las infancias. Por ello la importancia de habilitar, desde edad temprana, encuentros con la música ya sea mediante un instrumento, el canto o el baile.

La música como enredo amoroso

Fernando Gamba es Psicólogo, Psicoterapeuta, Coordinador de Grupos y además de todos los títulos académicos, también es músico. Por ello Conclusión accedió a una profunda charla en donde el arte musical fue el gran protagonista. “Cuando afirmo que la música tiene efectos terapéuticos, no me refiero a cualquier tipo de música, sino que hago referencia solo a aquellas con las cuales tenemos una relación significativa, una historia, en fin, un enredo amoroso. Esa que nos permite viajar hacia nosotros mismos, emocionarnos, liberarnos y encontramos. Es esa música que cuando la escuchamos sentimos que estamos volando, se nos eriza la piel, logrando un nivel de conexión con el momento presente muy intenso, que nos arranca de la monotonía vital y el sonambulismo cotidiano”.

A través de la música logramos experimentar una vida más rica y disfrutable

Teniendo en cuenta lo anterior, nuestro enredo amoroso con la música puede tener muchas caras que nos brindarán diferentes paisajes y variadas experiencias vitales, y por qué no, curativas. “En ese sentido podría referenciar a la música como condimento existencial. Entregando sabor y color al tránsito vital. A través de la música logramos experimentar una vida más rica y disfrutable. Escuchamos músicas para acompañar un momento, una buena comida, una charla con algún amigo, un momento de intimidad, etc. Alguna vez escuche de alguien decir que podría considerarse a «la música como la banda sonora de la vida»”.

La música podría sentirse metafóricamente como un hogar, quizás esa casa universal que todos habitamos. “Puede ser ese espacio que te aloje, tanto en momentos de tranquilidad como aquellos de turbulencia afectiva. Ayudando a poner pausa y ofrecernos un momento con nosotros mismos. La música que muchos músicos dicen que los salvó, podría ubicarse en este ítem. Es una música que lograron habitar, y una música que también los alojó”.

La música dice algo de vos, de tu historia, tu genealogía, tus experiencias. Quizás sea por esto que cuando la escuchas se te eriza la piel

Otro enfoque que realizó Fernando Gamba, tiene que ver con «la música» como revolución e integración. “Este es un aspecto muy profundo y revelador de la música. El poder de despertar nuestro mundo interior como el de grupos y colectivos. A través de ella logramos conmovernos de tal manera que podemos conectar puntos olvidados de nuestra historia y transformar recorridos de nuestra existencia. Movilizarlos, logrando así despertar puntos dormidos, visualizar nuevos recuerdos y experiencias olvidadas”.

La música que escuchas es la vida ante ti

Cuando pensamos qué escuchábamos en los distintos momentos de la vida, en qué momentos lo hicimos, a qué situaciones nos remonta, seguramente hará que la vida en una sucesión de fotografías pase por nuestra mente. “Esa música dice algo de vos, de tu historia, tu genealogía, tus experiencias. Quizás sea por esto que cuando la escuchas se te eriza la piel. Por algo te conmueve un género musical más que otro, te resuena y moviliza más la vida de un grupo o miembro de una banda que otro. Todo eso dice de vos, toca algo en vos, conocido o desconocido”.

En este mismo sentido, el profesional de la salud mental nos dejó algunas preguntas para hacernos en el próximo viaje interior a través de la música: ¿Qué música escuchas? ¿Cuándo la conociste? ¿Estabas solo o acompañado? ¿Con quién la conociste? ¿En qué situación la escuchaste? ¿Qué tiene que ver con tu historia y la de tu familia? ¿Alguien de tu familia escucha o escuchaba música? ¿Algún familiar conocido, desconocido, olvidado del relato oficial familiar? ¿Cuándo escuchas esa música o canción, que te recuerda, con que te conecta? ¿Te lleva a algún lugar desconocido? Si es así sigue explorando…

Como para finalizar, Fernando Gamba realizó una profunda reflexión: “Estas preguntas son fundamentales en tanto llevan a indagarte. Como toda indagación necesitan una pausa, un tiempo y un espacio. Si la propuesta del viaje en la actualidad es hacia el progreso, avanzar rápido y hacia adelante, la música te propone otro juego y te lleva hacia otro lugar: hacia lo profundo, hacia tu inconsciente y los horizontes de tu historia”.