Por Juan Manuel Martellotto

Se cumplen 78 años del nacimiento de Miguel Angel Peralta, el poeta del Rock, una de las figuras más emblemáticas que dio el rock nacional y uno de los artistas populares más queridos en Argentina.

Tan particular y rápido mentalmente era Miguel que una vez, cuando muy joven y perfectamente desconocido, ante la sorpresiva posibilidad de grabar un disco, un reconocido productor discográfico le preguntó si tenía banda y el artista para no perderse la oportunidad le contestó afirmativamente. En realidad no formaba parte de ningún grupo y para salir del paso citó al poeta y escritor Leopoldo Marechal, a quien leía y admiraba mucho, y de la expresión: «Padre de los piojos, abuelos de la nada», bautizó al grupo que no tenía pero con esa «mentira piadosa», logró el contrato discográfico.

Otra anécdota que demuestra su resiliencia frente a la adversidad fué durante el Festival de Rock and Pop del año 1985 en Vélez, que junto a su banda Los Abuelos de La Nada compartieron escenario con los grupos más destacados de la escena rockera nacional e internacional y durante el show de Los Abuelos, Miguel fué agredido con un objeto que lesionó su rostro y el músico como si nada pasara siguió cantando lastimado con la cara ensangrentada.

Miguel Abuelo, el gran artista e influencia de las nuevas generaciones, declaró alguna vez:

«Los Abuelos de la Nada hacen música popular. Queremos ser bailables, contagiosos. Hacer pensar sin hacerle el coco a nadie. Como dice Ir a más: ‘Ven cantando, ven bailando, ven jugando, busca la alegría de ir a más’. Es ése el poder de la poesía que dice todo y no dice nada. ‘Y si te toca perder no es tan grave, y si te toca ganar, bien para tí y tu especie’. En este mundo la vida viene de regalo, no se compra en ningún lado».

«La maravilla del mundo, las plantas y los animales, que conviven con nosotros y nos sirven de alimento, crecen de regalo. Esa es la inteligencia divina, la que permite que el mundo funcione. Pero hay otra inteligencia, la que cree en acaparar, ganar, competir, someter, etc. Esa es la que cree que los hombres hacen funcionar al mundo. Es la que no respeta esa maravilla de la vida, y pone una máquina a contabilizar todo. Pero los que viven así, viven tristes y en el fondo saben que están manteniendo en el hambre y la tristeza a los demás. Los hijos de esa gente ya despiertan y quieren volver al goce, a esa vida de sensualidad y afecto, de respeto por el mundo. Los misiles jamás nos devolverán la alegría, la música, sí«.

Viva la vida, viva la música Miguel.